Una vez más, quiero compartir con mis amables lectores el orgullo y la satisfacción que me producen los logros alcanzados por a lo largo de sus 24 años de existencia.

En 1997 emprendimos un proyecto, único en el mundo, para brindar educación de excelencia a jóvenes de secundaria y preparatoria de escasos recursos. En aquel año iniciamos con poco más de 800 alumnos y hoy, más de 13 mil estudiantes se han graduado con los más elevados estándares académicos.

Los índices de deserción a nivel bachillerato son una verdadera plaga en México, sin embargo, en Plantel Azteca son ínfimos y un alto porcentaje de nuestros egresados alcanza becas de entre el 80 y el 100% en las mejores universidades privadas del país —aquí nos damos cuenta de que cuando el modelo educativo es adecuado, los jóvenes no abandonan sus estudios.

Pero creo que más allá de las estadísticas que documentan el éxito de nuestra iniciativa, la mejor manera de poner en perspectiva los alcances de Plantel Azteca es conocer las historias de sus egresados más destacados, como las que ya he compartido de  y.

Hoy comparto la historia de Manuel Guerrero López, quien desde muy chico comenzó a trazar su , definiendo objetivos claros y sabiendo ajustar las velas cuando los vientos se lo exigieron. Sus logros son un ejemplo de que con voluntad y tenacidad, cualquier sueño se puede alcanzar. Como les digo a los jóvenes que me acompañan en mis conferencias: si crees que puedes, ¡puedes!

Manuel creció en una pequeña granja ubicada en Ecatepec, uno de los municipios más pobres del Estado de México.

Junto a sus tres hermanos, Manuel ayudaba a sus padres en el negocio familiar, dedicado a la reproducción de animales. A pesar de ser una actividad ardua, esto no le impidió destacar en sus estudios con las más altas calificaciones.

Al cumplir once años, Manuel obtuvo la beca de Plantel Azteca, en donde descubrió su pasión por las ciencias. Destacó en matemáticas y física, pero sobre todo en química. Además, reforzó un valor que le resultaría fundamental en su vida futura: la honestidad.

Tras seis años de esfuerzo constante, egresó de Plantel Azteca para estudiar Ingeniería Química en la Universidad Tecnológica de México, de donde se graduó con un promedio de 9.5.

Un suceso desafortunado cambió el rumbo de su vida: fue víctima de un secuestro. Tras ello, se preparó con cursos de balística, química forense, criminalística e investigación. Con este grado de especialización, empezó a trabajar como perito en balística en la Procuraduría General de Justicia del Estado de México.

Alentado por sus resultados, ingresó a la hoy Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, donde ejerce como perito en incendios y explosiones.

Tras participar en una gran cantidad de investigaciones decidió estudiar una segunda carrera: Derecho. También realizó una maestría en la misma disciplina y actualmente cursa la Licenciatura en Seguridad Pública en la Universidad Abierta y a Distancia de México.

En su calidad de perito que determina las causas de incendios y explosiones, ingresa a zonas calcinadas, documenta fotográficamente, determina cómo se propagó el fuego y traza su trayectoria. Un dictamen pericial como los que este experto emite, es pieza clave para establecer responsabilidades en casos complicados que muchas veces implican homicidios, en los que la corrupción es una amenaza constante.

Sin embargo, Manuel se define como una persona incorruptible, alineado totalmente a los valores que le fueron inculcados en Plantel Azteca.



Soy un convencido de que el estudio y el trabajo constante fomentan la libertad del ser humano. El caso de este ex alumno de Plantel Azteca nos permite reflexionar sobre  un joven con el apoyo necesario, después de fijarse metas ambiciosas y realistas.

Manuel sabe lo que quiere y estoy seguro de que lo conseguirá, porque su causa,, es uno de los pendientes más urgentes en nuestro país. Manuel quiso y pudo… muchos más lo seguirán.

Presidente y Fundador de Grupo Salinas

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