Toda crisis amenaza la continuidad de las organizaciones. Sin embargo, aún en estas circunstancias se presentan oportunidades para fortalecer nuestras empresas y familias. En el Consejo del Centro de Investigación para Familias de Empresarios (Cifem) BBVA del IPADE, consultamos sobre la situación que atraviesan las empresas familiares en México. Aquí plasmamos siete hallazgos clave para promover su permanencia y fortalecimiento:

La salud y la gente. La preocupación por el cuidado de la salud de los colaboradores, así como mantener sus empleos y sueldos es trascendental. Existen compañías que han decidido no recortar puestos de trabajo ni sueldos; otras, que han negociado reducciones temporales de sueldos. A la larga los empleados van a recordar el esfuerzo que llevaron a cabo por ayudar. Se gana mucho cuando se refuerza la lealtad de las personas.

Hay firmas que, preocupadas por la salud mental de sus colaboradores, tienen sesiones virtuales para manejar el estrés, mantenerse activos y positivos, administrar el tiempo, etc. Es una oportunidad para conocer con mayor profundidad a las personas y reforzar el sentido de pertenencia.

Aquellas empresas que están operando, han implementado protocolos para cuidar la salud física de los colaboradores. Otra medida es que quienes viven en una situación más vulnerable, permanezcan en sus hogares para apoyarlos en todo lo posible.

Solidaridad. El ajuste de presupuestos y la utilización de recursos destinados inicialmente para algunos proyectos no prioritarios, ha sido crucial. En esta época, reforzar el valor de la solidaridad al interior de la compañía, también hacia causas sociales, es un aspecto relevante que considerar, que depende de los valores de cada organización.

Transformación del entorno. Los modelos digitales se han apresurado y han sido clave para muchas empresas la capacidad de adaptación y flexibilidad con la que se han adecuado a las nuevas circunstancias. En contraste, hay firmas que “siguen esperando” a que esto pase para tomar medidas más radicales. Por desgracia, muchas de ellas no sobrevivirán.

Modelos de negocio y anticipación. Las empresas que subsistirán son aquellas cuyos modelos de negocio realmente agreguen valor. Tres grandes lecciones en este apartado serían: 1. La importancia de tener claro cómo genera valor la compañía; 2. La capacidad de adaptarse a la digitalización, y 3. La capacidad de anticiparse.

Negociar y estar cerca de los clientes y proveedores. Saber negociar se ha vuelto clave para tener las mejores condiciones posibles. Las empresas que cuentan con mayores reservas de efectivo podrán negociar mejor. Por ejemplo, negociar plazos, dar más facilidades a cambio de adquirir una mayor variedad de productos. Acuerdos con los colaboradores para reducciones de sueldo a cambio de mayores bonos de productividad o la promesa de restablecer los ingresos a los niveles previos lo antes posible.

Inversiones y patrimonio. Es importante administrar el patrimonio familiar adecuadamente y tener mucha prudencia al tomar decisiones financieras. Las estrategias de diversificación están resultando efectivas, al evitar la concentración del riesgo. Ante la posibilidad de perder el negocio, se presenta la disyuntiva de hasta qué punto vale la pena sacrificar el patrimonio familiar para salvar a la empresa, tema complejo que requiere del involucramiento de todos los propietarios.

La familia como motor y optimismo ante el futuro. La relación familia-empresa en entornos inciertos deja clara la importancia del apoyo mutuo que debe existir. El fomento del ahorro, el cuidado de los bienes materiales y la unidad, conducirán el barco a buen puerto. Mientras haya salud, apoyo, cariño y comprensión, habrá siempre la posibilidad de salir adelante.

*Director del Centro de Investigación para Familias de Empresarios (Cifem) BBVA del IPADE

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