Si el año entrante no está disponible la vacuna para el COVID-19, las condiciones para el desarrollo de campañas electorales cambiarán sustancialmente. Será difícil organizar mítines y filas de votantes cumpliendo la exigencia de sana distancia. En 2021 celebraremos elecciones federales de lógica eminentemente local. Empiezo por analizar Sonora, políticamente excepcional, pues produjo cuatro presidentes de México en el siglo XX: Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Abelardo L. Rodríguez.

Dada su lejanía respecto de la capital, el sonorense acostumbra no esperar mucho del centro. La ética de trabajo, por la frontera con Estados Unidos, está contagiada de un toque empresarial. El sonorense presume su productividad en tierras desérticas y no vive con el complejo del colonizado. Ve a los norteamericanos como clientes y/o socios comerciales. Antes que izquierda o derecha, la ideología dominante es el regionalismo. La gente quiere ser gobernada por un vecino con arraigo en la comunidad. Una autoridad próxima a la que puedan encontrarse (¡y reclamarle!) en la plaza, el mercado o, fundamental allá, la taquería. Sonora tiene una lista nominal actualizada el 28 de febrero de 2020, de 2,093,129 electores y 15 Municipios del Estado concentran al 87% de los votantes donde sobresalen Hermosillo (609,984) Cajeme (313,845) Nogales (192,182) y San Luis Río Colorado (153,103). Bulmaro Pacheco señala que se requieren un mínimo de 500 mil votos para ganar la próxima gubernatura.

Sonora reviste un interés estratégico para Morena, pues placeó tres precandidatos: Lilly Téllez, Ana Guevara y Alfonso Durazo. La primera descartó públicamente su aspiración. La segunda recibió severos golpes mediáticos por la opacidad en su manejo de la CONADE y fue agresivamente abucheada en la reciente exhibición de boxeo entre Julio César Chávez y el Travieso Arce en Hermosillo. El precandidato más fuerte de Morena es entonces Alfonso Durazo. No la tiene fácil. El sonorense no espera gran cosa del centro, pero sí solidaridad de sus paisanos. En su calidad de Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Durazo ha dado la impresión de ocuparse poco de la creciente y alarmante inseguridad pública en Sonora, inquietud central de los electores. No obstante, Durazo dispondrá del valioso respaldo del gobierno federal.

La gobernadora Claudia Pavlovich está bien evaluada, especialmente ahora que Sonora ha sido de los estados menos afectados por el COVID-19. Eso favorece al PRI y a su precandidato Ernesto, El Borrego, Gándara, quien avanza constantemente en las encuestas. El PAN, desacreditado desde la gestión de Guillermo Padrés, no ha logrado producir nuevas figuras competitivas. El presidente del PRI estatal, Ernesto, El Pato, de Lucas ha manifestado su disposición a entablar una alianza formal o de facto con el panismo. De producirse esa alianza, Morena enfrentaría un adversario casi imbatible. Hay otros factores reales de poder en Sonora. Por su liderazgo y el desarrollo económico que le imprimió al estado, el exgobernador Manlio Fabio Beltrones mantiene un ascendiente insoslayable sobre la clase política local y grupos empresariales. Como en otros estados, Movimiento Ciudadano despunta con fuerza incipiente pero suficiente para equilibrar la balanza.

Quizá todo esto suene a micropolítica provinciana. Eso pensaron los equipos de campaña de Ricardo Anaya y José Antonio Meade en 2018 cuando López Obrador los despedazó. Para gobernar México es necesario ganar los corazones de los electores calle por calle y distrito por distrito, de abajo para arriba. El pulso local es indispensable y no se siente desde costosas oficinas en Polanco. En 2021 sabremos si la oposición aprendió la lección o condenará México al unipartidismo

Google News

TEMAS RELACIONADOS