Don Daniel Cosío Villegas dice, en alguna parte, que en México quienes escribimos de política no sabemos y quienes saben de política no escriben. He dedicado mis dos anteriores colaboraciones a la revisión crítica y sugerencias para la campaña de Xóchitl Gálvez, pero mis textos han sido meras gotas de agua en un mar de artículos sobre el mismo tema. La prensa mexicana se inundó de periodistas, “expertos”, consultores y politólogos ofreciendo recetarios para la victoria electoral. En su inmensa mayoría ninguno de ellos ha participado nunca en una campaña, ya no digamos como candidatos, sino como simple voluntarios. Eso no es lo más grave, sino el reciclaje de lugares comunes. El problema no es que no tengan la más mínima experiencia práctica en campañas, sino que tampoco la tienen teórica. Nadie cita un solo libro serio sobre campañas electorales. En lo que todos coinciden es en que “la estrategia” está mal. Eso aseguran quienes nunca han leído un libro de historia militar o de estrategia y ni siquiera pueden ofrecer una definición del concepto.

En 2023 se cumplen 10 años de la publicación del mejor libro de estrategia de nuestro tiempo “Estrategia: una historia” de sir Lawrence Freedman. Hay ediciones conmemorativas en inglés y en español para esta obra monumental. El doctor Freedman es profesor emérito de estudios bélicos en el King´s College de Londres. Uno de los máximos expertos del planeta en historia militar, Freedman explora el concepto de “estrategia” desde sus orígenes bíblicos hasta la mercadotecnia contemporánea. David contra Goliat, Moisés contra el faraón, Lucifer contra Dios, etcétera. El texto se divide en tres secciones: estrategias militares, políticas y comerciales. Incluye desde los estudios más avanzados de conductas bélicas entre chimpancés hasta las investigaciones más recientes sobre las raíces de la violencia en la mente humana. El libro constituye una obra maestra de referencia y erudición insuperables en el cual desfilan lo mismo Tucídides que Clausewitz, Tolstoi, Basil Liddell Hart, Rosa Luxemburgo, Rosa Parks, Martin Luther King Jr, César Chávez, Mike Tyson o Henry Ford. Una de las conclusiones más fascinantes del libro es que todos los que se venden como “estrategas maestros” son charlatanes. La estrategia no es un plan rígido, sino un mecanismo de adaptación a condiciones cambiantes sobre el terreno, que nunca son iguales a lo pronosticado. En palabras del presidente y general Dwight D. Eisenhower “los planes son basura, pero la planeación lo es todo.” No existen las estrategias perfectas, pues mucho de lo que normalmente se presenta como éxito es fruto de factores circunstanciales e incluso accidentes. Por eso, el valor supremo en la estrategia es la experiencia, aunque dista mucho de ser infalible. Lo que funcionó una vez puede fracasar la segunda ocasión, en particular si ambos combatientes son estudiosos de la historia y conocen sus lecciones. “Para aprender de política, estudien historia, jóvenes” decía el viejo Churchill y Freedman lo confirma, pero advierte contra la soberbia y la hubris. La única lección continua que Freedman desprende de la evolución del concepto de estrategia es que nada funciona mejor para obtener la victoria que las alianzas, es decir, la suma y multiplicación de nuevos adherentes a la causa propia. Por eso, resulta fundamental aliarse con gente que haya ganado campañas militares o políticas previas. Y aún así, no garantizamos la victoria venidera, pero es lo único que contribuye a incrementar sus probabilidades. Invitar y sumar a perdedores o perdedoras no solo no favorece, sino que perjudica la causa. Es indispensable que la candidata presidencial entienda eso. Para proyectar una imagen ganadora precisa rodearse de ganadores, no excandidatos, voceros y consultores derrotados. Una campaña presidencial no es un desayuno entre señoras de las Lomas que se juntan para hablar mal del gobierno con café y pastelitos vieneses. Es un enfrentamiento mortal (con involucramiento del crimen organizado) en el que se pone en juego el destino de la patria y por consiguiente, de millones de seres humanos. Todo mundo habla de que el año entrante México tendrá la primera presidenta mujer de la historia. Nadie menciona el hecho de que también tendrá la primera titular del ejecutivo que será madre. Ingeniera Gálvez, cuando usted tome decisiones de campaña, por favor no piense en sus amigos o amigas de los partidos ni de la “sociedad civil”, sino en los hijos e hijas de los mexicanos. Dice Robert D. Kaplan, el gran analista geopolítico, que “el destino es esa tragedia que nos causamos a nosotros mismos para después culpar a los dioses.”

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