Numerosos comentaristas han escrito del litigio en curso entre el gobierno mexicano y la revista Nexos. Gente muy capacitada en temas jurídicos ha documentado la injusta y triste sanción a esa publicación. No obstante, pocos saben que Ediciones Cal y Arena comparte razón social con Nexos y consecuentemente, se vuelve objeto de la sanción aplicable a la revista. Así, Cal y Arena no podrá vender a las librerías del sector público (FCE-Educal) y probablemente tampoco a las bibliotecas públicas mexicanas. En suma, Cal y Arena padecerá restricciones adicionales a las propias de una pandemia devastadora.

La editorial lleva ese nombre en homenaje y recuerdo a una sección titulada “De Cal y Arena” escrita por un grupo de jóvenes periodistas literarios en el suplemento La Cultura en México. En octubre de 1988 aparecieron en librerías sus primeros títulos: Después del milagro de Héctor Aguilar Camín, Arráncame la vida de Ángeles Mastretta, Domingo 7 de Elena Poniatowska y Me perderé contigo, el primer libro de relatos de Rafael Pérez Gay. Desde entonces, Cal y Arena ha producido obras literarias, periodísticas, de ciencias sociales y divulgación científica de alta calidad para los lectores mexicanos. En su catálogo están algunos de los autores más reconocidos de la escena intelectual mexicana e internacional. En libros de autoría individual o antologías, conviven Héctor Aguilar Camín y Ángeles Mastretta, Rafael Pérez Gay, José María Pérez Gay, Cristina Rivera Garza, Eliseo Alberto, Elena Garro, Rubem Fonseca, Silvia Molina, Ricardo Garibay, Fernando Escalante, José Woldenberg, entre muchos otros. Las aportaciones de la editorial a la república de las letras y a la discusión política mexicana están a la vista.

En un país como el nuestro, de grandes insuficiencias en el sistema educativo, el hábito de la lectura sigue siendo un privilegio restringido. De ahí que la edición de libros, al no ser el más lucrativo de los negocios, tenga algo de nobleza y mucho de heroicidad. Las editoriales mexicanas han sido profundamente afectadas por la pandemia. El cierre temporal de librerías no encontró compensación suficiente en el comercio electrónico. A decir de Juan Luis Arzoz, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), la semana número 15 del confinamiento ocasionó pérdidas del orden del 30% de las ventas.

Por ética elemental, reconozco que he sido modesto colaborador de Cal y Arena. Tengo buenos amigos ahí como Alonso y Álvaro, o el contador Ortigoza. He atestiguado la dedicación de un apasionado equipo de trabajo que pone su empeño en el hermoso acto de producir libros. Desde Rebeca Ávila en la recepción, hasta las alegres y talentosas comadres de la calle de Cuautla, Irasema Fernández y Fernanda Piña. Mención muy especial merece la minuciosísima labor de la directora editorial, Delia Juárez. También, por supuesto, el siempre generoso director general de la empresa, Rafael Pérez Gay.

Cal y Arena participa en tantas ferias del libro como le es posible y procura llegar con precios accesibles a la mayor cantidad de lectores. Su situación actual, derivada de la pandemia y ahora de la sanción, no es la mejor para sortear la crisis. Nexos ha recibido la solidaridad de varios lectores, quienes, contratando una suscripción, apoyaron a la revista. No está de más invitar a la solidaridad con Cal y Arena. Ya sea que visite usted su librería predilecta (varias están abiertas) o decida comprar por la vía electrónica, lo invito a adquirir títulos de Cal y Arena. Enriquecerán decisivamente su biblioteca, pero más importante, lo deleitarán como lector.

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