Macario Schettino es profesor investigador de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey, columnista en El Financiero y comentarista en el programa Dinero y Poder del Canal Once. Autor de varios libros, es doctor en negocios y candidato a doctor en historia. Schettino es una referencia indispensable para el sector crítico de la inteligencia, para quienes nunca se dejaron embaucar por el obradorismo, ni han querido justificar lo injustificable alegando una supuesta superioridad moral de la izquierda mexicana. Crítico implacable del actual gobierno, acaba de publicar un nuevo libro El dinosaurio disfrazado: De opositor a demagogo.

1.- ¿Cómo pasó de ingeniero químico a la actividad política, el servicio público y el análisis de la realidad mexicana?

Es una pregunta que me hacen con frecuencia. Quería estudiar ambas áreas, técnica y social, y por eso preferí iniciar por ingeniería, en la idea de después hacer una maestría en economía. Y terminé en este camino.

2.- Hay una muy evidente línea de continuidad entre sus libros anteriores (por lo menos desde Cien años de confusión para adelante) y el nuevo. ¿Hay alguna ruptura o cambios de opinión en su obra?

La ruptura es previa, y creo que la he narrado en algún lado. En 1996 Océano me publicó “Para Reconstruir México”, un libro que gustó mucho en la izquierda, y por el cual recibí invitaciones de los líderes de la época: Porfirio, Camacho, Cuauhtémoc. Este último es quien me pide trabajar con López Obrador como asesor económico del presidente del PRD, y después me invita a su gobierno en la ciudad de México, como Coordinador General de Planeación y Desarrollo. El mismo día que llegué, 6 de diciembre de 1997, fui testigo de la disputa por puestos, choferes, oficinas, secretarias, y al preguntarle por esto a Cárdenas, su respuesta fue: ténles paciencia, llevan mucho tiempo fuera. Esa frase es la que me hizo repensar lo que creía que sabía, y es el origen de Cien Años de Confusión, que se publicó diez años después, y que es, pienso yo, una etapa diferente en cómo entiendo a México.

3.- Pocos como usted han sido tan devastadoramente críticos de los regímenes posrevolucionarios. A la luz de la destrucción institucional del obradorismo, ¿no resulta un poco más apreciable la vocación constructora de instituciones del priismo?

Sigo sin querer reconocer esa vocación, porque en un siglo en el que todos los países del mundo hicieron lo mismo, nosotros no destacamos por haber hecho más, o mejor. Copiamos ideas, como la seguridad social (IMSS), pero lo hicimos mal. Quisimos construir un Estado de Bienestar sin tener las bases para financiarlo, y eso es lo que termina destruyendo las finanzas públicas. No creo que debamos aceptar un trabajo mediocre como si realmente fuese “construcción de instituciones”.

4.- Su nuevo libro es un ensayo original que combina la historia internacional con la mexicana. No obstante, a ratos queda la impresión de que México vive al margen de las enormes transformaciones internacionales, pues aquí seguimos padeciendo al dinosaurio. ¿Cómo explicar esta aparente paradoja en medio de un mundo globalizado? ¿Se debe solamente a los factores culturales que usted desarrolla al final del libro o hay algo más?

Toda América Latina se ha mantenido al margen del resto del mundo desde inicios del siglo XX. Tú mismo lo describiste hace unos días en tu artículo, es un continente insignificante. Creo que la historia común a estos países no es la que todo mundo imagina, sino algo un poco diferente. Nos independizamos de España cuando ésta intentaba ser liberal, de forma que nuestras independencias son esencialmente conservadoras. Cincuenta años después, cuando inicia el crecimiento acelerado (1870), ocurre el boom de materias primas de nuestro continente, y eso crea fortunas inmensas, que son apropiadas por las élites locales, que no son sino los “héroes que nos dieron patria”. Cuando termina este período, y el mundo entra en una larga recesión (el inicio de la I Guerra, 1914), la reacción en América Latina es la aparición de los populismos, que inicia con Cárdenas en México (1935) y sigue con Vargas en Brasil y Perón en Argentina. Todo el resto del siglo, y hasta hoy, seguimos cargando con ese lastre, que refuerza esa cultura antiliberal, colectivista, que trato de describir al final del libro.

5.-En este libro usted describe con precisión los mitos de la historia oficial mexicana. Aún así, todos los países tienen una versión oficial de la historia para los libros de texto infantiles. ¿Cómo lograr una reconstrucción del pasado que prepare a los niños para el siglo XXI? ¿Es necesaria una nueva historia oficial con mitos más acordes al mundo moderno, o es posible explicar la historia con todos sus matices y complejidades al público infantil?

Así es, la nación es una comunidad imaginaria, como dice el título de Benedict Anderson. Hay que construir esa historia mítica para reforzar lazos que de otra forma no existirían. Creo que es perfectamente posible tener una historia diferente en México, que enfatice el carácter liberal de verdad, y no la versión colectivista que construyó la Revolución Mexicana. Una versión, que hoy puede parece un poco ingenua, está en México a través de los siglos, la historia liberal escrita en el porfiriato.

6.-Una y otra vez, como se aprecia en su libro, los mexicanos creíamos superado al dinosaurio. Y sin embargo, regresa. Cuando pase la etapa obradorista ¿volveremos a padecer el populismo victimista y nacionalista en futuras generaciones?

Creo que estamos en una época populista en todo el mundo, no sólo aquí. Igual que lo ocurrido hace cien años, entre la I y II Guerras Mundiales. Estos momentos populistas son la reacción a elevados niveles de incertidumbre provocados por cambios comunicacionales, en mi interpretación. Esto supongo que ocurrirá en el futuro. Lo relevante es construir instituciones cada vez más sólidas, que puedan resistir esos momentos.

7.-Usted ha conocido y trabajado con los dos grandes caudillos de la izquierda mexicana contemporánea: el ingeniero Cárdenas y el actual presidente de México. ¿Cree que es posible que algún día la izquierda mexicana se modernice o seguirá atrapada en los atavismos del nacionalismo revolucionario y el marxismo latinoamericanista? En otras palabras, ¿se convertirá en realidad algún día la izquierda socialdemócrata con la que sueñan nuestros intelectuales o seguirá siendo solo eso, un sueño?

Es imposible. En México la izquierda es precisamente eso, una combinación de marxismo vulgar y nacionalismo revolucionario. Entre los jóvenes, que han podido estudiar en las mejores universidades del extranjero gracias a becas de gobiernos neoliberales que hoy han desaparecido, esa combinación es un poco diferente, es la mezcla de lo que ahora llaman “wokismo”, que es la versión del siglo XXI de la utopía antiliberal, con el mismo nacionalismo revolucionario. Para tener una izquierda moderna es indispensable partir del liberalismo, es decir, de la concepción de que todos los seres humanos tenemos la misma dignidad. Eso choca con quienes quieren tener grupos especiales, sean los pobres, los indígenas, los mexicanos, los de cierto género u orientación, los colonizados, etc.

8.- El libro se concentra, principalmente, en los problemas y posibles soluciones desde una perspectiva nacional. Como provinciano, echo de menos su opinión sobre el potencial (o ausencia de él) de las entidades federativas. ¿Es posible avanzar en la modernización del país desde lo local mientras en lo nacional gobierna el populismo autoritario?

No hice ninguna referencia específica ni a la capital ni a los estados, aunque en el capítulo final se puede identificar la gran diferencia cultural entre el sur (Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tabasco) con el resto del país. En otros trabajos he insistido en el riesgo de que la separación que marca el paralelo 20 (norte de la ciudad de México, sur del estado de Yucatán), pudiera transformarse en una herida insalvable, en una frontera entre dos países.

9.- En la conclusión del texto, usted se refiere a la necesidad de una mayor integración con América del Norte. ¿Cómo caminar en esa dirección si el oficialismo empuja una mirada hacia el sur y lesiona innecesariamente la relación con Estados Unidos?

El gobierno actual termina en unos meses. El próximo no puede darse el lujo de continuar la ruptura con el país que sigue siendo la economía más grande del mundo, y nuestro principal socio. Menos cuando todo indica que en los próximos 25 años, Estados Unidos puede reforzar su posición mientras China tendrá serias dificultades.

10.- Se refiere usted al enorme daño al capital humano del gobierno que ha ocasionado la presente administración. Diríamos, la desprofesionalización del gobierno mexicano que tanto trabajo costó empezar a construir. ¿Por qué ninguno de los gobiernos de la transición quiso o pudo armar un servicio civil de carrera para toda la administración pública?

Creo que hay varias razones, pero la principal es que un servicio civil implica perder una gran cantidad de posiciones que hasta hoy siguen siriviendo para pagar favores. Sin embargo, sin un gobierno profesional será imposible lograr algo en un país tan grande, con una economía tan compleja. Espero que también el próximo gobierno tenga esto en su agenda, porque no es un asunto menor.

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