Pie: Alrededores del Palacio de Bellas Artes en los años 30. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.
Pie: Alrededores del Palacio de Bellas Artes en los años 30. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.
Así lucía la Sala principal del Museo de Artes Plásticas dentro del Palacio de Bellas Artes en 1938. Foto: Museo del Palacio de Bellas Artes/ Especial.
Así lucía la Sala principal del Museo de Artes Plásticas dentro del Palacio de Bellas Artes en 1938. Foto: Museo del Palacio de Bellas Artes/ Especial.

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El Palacio de Bellas Artes, que alberga desde su apertura al Museo del Palacio de Bellas Artes,  en una postal de fines de los años 30. A la izquierda, a uno de sus costados, se encuentra la Librería de Cristal, años después demolida para la construcción del metro, al fondo la Alameda Central y una perspectiva de avenida Juárez. Colección Carlos Villasana.

Texto: Ruth Gómez y Carlos Villasana

Hoy en día la Ciudad de México es reconocida, entre otras cosas, por ser una de las urbes con más museos en el mundo. Los hay históricos, de arte, antropológicos, de oficios, de artesanías, de objetos de la vida cotidiana o casas de personajes que aportaron a la vida del país o de la capital.

Los museos dedicados a las artes plásticas nacieron con la creación del Museo del Palacio de Bellas Artes, justo al interior del Palacio de Bellas Artes —valga la redundancia—, que fue inaugurado por el entonces presidente Aberlardo Rodríguez, el 29 de septiembre de 1934.

Sin embargo, hubo otras iniciativas con este objetivo en años anteriores que no eran museos como tales, solo salas de exhibición, como lo fueron los salones de la SEP.

En el libro El Museo del Palacio de Bellas Artes editado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), se explica que las exhibiciones artísticas en el país se podrían dividir en cuatro épocas: la primera de 1929 a 1934; la segunda de 1934 a 1964, la tercera de 1964 a 1982 y por último, la de 1982 al presente.

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Alrededores del Palacio de Bellas Artes en los años 30. Colección Carlos Villasana.

Durante la primera, las exposiciones se daban al interior de un salón de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en la calle de República de Argentina en el Centro Histórico, y tenían una duración determinada. 

En este periodo, eran los mismos artistas plásticos quienes hacían todo el trabajo para llevar a cabo las exposiciones innovadoras, a pesar de que muchos de ellos laboraban en el gobierno y buscaban que, a través de este salón, sus obras se pudieran dar a conocer más allá de las aulas.

El salón de la SEP funcionó de abril de 1931 hasta los primeros días de enero de 1935 y su exposición más “taquillera” fue una de Diego Rivera, que contó con la visita de 9 mil personas.

Después de su inauguración en 1934, el Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA) empezó a ser el sitio donde se concentraba el arte que se producía en México y cambió varias veces de nombre, como: “Museo de Artes Plásticas, Museo Nacional de Artes Plásticas y Museo Nacional de Arte Moderno”.

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Así lucía la Sala principal del Museo de Artes Plásticas dentro del Palacio de Bellas Artes en 1938. Imagen cortesía: El Museo del Palacio de Bellas Artes.

Para la época de los sesenta, el MPBA se convirtió en la “matriz” que distribuía las obras cuando se creaban otros museos del INBA, como el Museo de Arte Moderno, la Pinacoteca Virreinal de San Diego —que existió hasta 1999 y que hoy es el Laboratorio Arte Alameda—, el Museo Nacional de San Carlos y el Museo Nacional de Arte.

Una vez terminado el traspaso de obra, y de acuerdo con el libro, “concluyó el ciclo museal del Palacio de Bellas Artes” como se conocía y desde 1982 hasta la fecha, se ha posicionado como la galería de arte oficial más importante del país, siendo los murales su única colección permanente que se puede admirar en sus primer y segundo pisos.

El museo al interior del Palacio

El Palacio de Bellas Artes marcó un antes y un después en la historia de los museos mexicanos porque fue el primero en proyectar más de un espacio expositivo, es decir, buscaba que en su interior existieran los museos de Artes Plásticas, de Arte Popular y del Libro; sin embargo, sólo los primeros dos fueron una realidad.

Uriel Vides Bautista, investigador en el Museo del Palacio de Bellas Artes, comentó a El Gran Diario de México que la colección que integraba al Museo de Artes Plásticas incluía algunas obras prehispánicas, pero sobresalía la pintura europea, virreinal y decimonónica.

El investigador explicó que a pesar de que en ese momento el arte moderno no era bien recibido al interior del museo, se hizo una excepción para los murales “El hombre controlador del universo” (1934) de Diego Rivera y “Katharsis” (1934) de José Clemente Orozco:

“La elección de estos artistas conocidos por sus posiciones de izquierda no fue casual: sus visiones críticas del capitalismo estadounidense plasmadas en dichos murales lograron apaciguar las críticas de algunos detractores en torno a la apertura del opulento edificio”, dijo Vides Bautista.

Hoy el Museo expone 6 murales del artista Diego Rivera como parte de su colección permanente: “El hombre controlador del universo”, “Revolución rusa o Tercera internacional” y “Carnaval de la vida mexicana”, cuadríptico que incluye: "La dictadura", "Danza de los Huichilobos", "México floklórico y turístico" y "Leyenda de Agustín Lorenzo"”

Mural “El hombre controlador del universo” de Diego Rivera, obra de 1934. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.
Mural “El hombre controlador del universo” de Diego Rivera, obra de 1934. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.

Como se mencionó, el museo se encargó de distribuir la colección que tenía entre otros museos que se fueron abriendo —y que hoy en día son visitados por cientos de personas— y por lo tanto, los murales se convirtieron en las piezas clave de su colección permanente.

La SEP comisionó los primeros murales a José Clemente Orozco y a Diego Rivera, quienes pintaron el patio central del Palacio.

Desde 1946, el Palacio de Bellas Artes ha sido sede principal del Instituto Nacional de Bellas Artes y para cumplir con esa función tuvo que llevarse a cabo una remodelación integral:

“En 1947 se reinauguraron las salas de exhibición con el nombre de Museo Nacional de Artes Plásticas (MNAP), el cual incluyó una selección de arte moderno mexicano, hecho que marcó su reconocimiento por parte de los gobiernos de la revolución institucionalizada. La nueva museografía, diseñada esta vez por Julio Castellanos, Fernando Gamboa y Julio Prieto, vinculó la escultura prehispánica y la pintura virreinal con el arte popular y el arte moderno”, expuso Vides Bautista.

Los primeros años de la década de 1950, el propósito principal del MNAP fue posicionar al arte mexicano en el imaginario del arte a nivel mundial y lo logró participando en la connotada Bienal de Venecia en 1950 y organizando la exposición “Arte mexicano, del precolombino a nuestros días” que estuvo presente en varias ciudades europeas de 1952 a 1955.

Fue en esa misma época que se empezaron a pintar nuevos murales, esta vez de la autoría de David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo; Uriel menciona que ambos artistas ya habían protagonizado disputas por sus diferencias de estilos y personalidad. Siqueiros pintó “Tormento y Apoteosis de Cuauhtémoc” entre 1950 y 1951 y Tamayo “Nacimiento de nuestra nacionalidad y México de hoy” entre 1952 y 1953.

Aquí una fotografía de una armadura utilizada como modelo por Siqueiros durante la realización de la obra mural "Tormento de Cuauhtémoc" en el Palacio de Bellas Artes de 1950. Foto: Museo del Palacio de Bellas Artes/ Especial.
Aquí una fotografía de una armadura utilizada como modelo por Siqueiros durante la realización de la obra mural "Tormento de Cuauhtémoc" en el Palacio de Bellas Artes de 1950. Foto: Museo del Palacio de Bellas Artes/ Especial.
Mural “México de hoy” del artista plástico oaxaqueño Rufino Tamayo. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.
Mural “México de hoy” del artista plástico oaxaqueño Rufino Tamayo. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.

Llegando 1957 y 1958, el MNAP se modificó una vez más y fue renombrado “Museo Nacional de Arte Moderno (MNAM)” para celebrar la “Primera Bienal Interamericana de Pintura y Grabado”, evento que permitió que se “pasara la página” de manera oficial del muralismo a otras tendencias artísticas.

Ya con este nombre, las exhibiciones se enfocaron en las obras de artistas modernos y contemporáneos y como consecuencia del contexto mundial —la Guerra Fría— “el ambiente artístico mexicano y el MNAM se convirtió en campo de disputa entre artistas oficialistas y artistas independientes que buscaban más apoyo gubernamental”, dijo Vides Bautista.

El último mural que se pintó específicamente para el Palacio de Bellas Artes fue “Liberación”, realizado por Jorge González Camarena entre 1957 y 1963.

Mural “Liberación” de Jorge González Camarena, pintor, escultor y muralista jalisciense. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.
Mural “Liberación” de Jorge González Camarena, pintor, escultor y muralista jalisciense. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.
El Palacio de Bellas Artes y su entorno cerca de 1970. A la derecha se ve el actual Eje Central con doble sentido, además del Palacio de Correos, el cine Mariscala y dos edificios que ya no existen; del lado izquierdo se encuentra el Teatro Hidalgo, y al frente, la circulación vehicular estaba abierta en lo que hoy es parte de la explanada. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.
El Palacio de Bellas Artes y su entorno cerca de 1970. A la derecha se ve el actual Eje Central con doble sentido, además del Palacio de Correos, el cine Mariscala y dos edificios que ya no existen; del lado izquierdo se encuentra el Teatro Hidalgo, y al frente, la circulación vehicular estaba abierta en lo que hoy es parte de la explanada. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.

Su colección nutrió a nacientes museos

Bajo el mandato del entonces presidente Adolfo López Mateos, el Palacio de Bellas Artes empezó a distribuir su colección a los museos antes mencionados y, a finales de la década de los sesenta, se empezó a popularizar el nombre del “Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA)” como un sitio en el que se organizan exposiciones temporales de arte moderno y contemporáneo de relevancia a nivel internacional.

La apariencia actual del MPBA es producto de una remodelación en 1994 y, a diferencia de la vasta colección que alguna vez tuvo el MPBA, hoy sólo conserva la colección de murales comisionados ex profeso —realizados específicamente— para el recinto y los que se incorporaron entre 1963 y 1977 de Roberto Montenegro (“Alegoría del viento”, 1928), Manuel Rodríguez Lozano (“La piedad en el desierto”, 1942) y Diego Rivera (“Tercera Internacional”, 1933, y “Carnaval de la vida mexicana”, 1936).

“Los murales pintados en el MPBA son importantes porque fueron los primeros que se exhibieron en un museo, marcando así la sacralización del movimiento y su apropiación por parte del Estado. En conjunto, los murales ofrecen una visión panorámica de la historia del muralismo entre 1928 y 1963, una historia acaparada por los “tres grandes” y sus seguidores en un periodo de tensión, quiebre y divergencia”, expuso Uriel Vides Bautista.

Una multitud acudió al Palacio de Bellas Artes para la exposición de Rodin en 1982. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.
Una multitud acudió al Palacio de Bellas Artes para la exposición de Rodin en 1982. Foto: Colección Carlos Villasana/ Especial.

El investigador compartió a este diario que el MPBA es el recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) —nombre actual de la dependencia— con mayor número de visitas en el país, que se distribuyen en alrededor del 90% visitantes nacionales y el resto extranjeros.

A lo largo de sus 87 años de historia, el MPBA ha organizado más de mil 270 exposiciones temporales, entre muestras individuales y colectivas, homenajes y conmemoraciones, bienales y festivales.

Aunado a sus exhibiciones, el MPBA cuenta con un sello editorial que publica investigaciones relacionadas con las exposiciones para promover la reflexión y la crítica, al mismo tiempo que enriquece la experiencia estética de los visitantes y garantiza los derechos culturales de la población.

Así lucen los murales en la parte interna del Palacio de Bellas Artes. Aquí una imagen del 2020 durante su reapertura luego de la pandemia por la Covid-19. Germán Espinosa/ Archivo EL UNIVERSAL.
Así lucen los murales en la parte interna del Palacio de Bellas Artes. Aquí una imagen del 2020 durante su reapertura luego de la pandemia por la Covid-19. Germán Espinosa/ Archivo EL UNIVERSAL.

La pandemia del coronavirus trajo consigo un reto para muchos de los museos a nivel nacional, de cierta manera los obligó a migrar rápidamente algunos de sus contenidos a la modalidad virtual; sin embargo, para Vides Bautista, este fue solo uno de los retos que tendrán que enfrentar los museos de cara al futuro:

“Por un lado, es importante asegurar la representación equitativa de las mujeres artistas con respecto a los hombres (en el MPBA). Entre los años 1968 y 2020 se tiene registro de 717 exposiciones individuales y colectivas; de las 441 individuales, sólo 66 fueron realizadas por mujeres. Tampoco hay mujeres muralistas en la colección permanente del museo y todas sus salas de exhibición llevan nombres masculinos. Es decir, los espacios para las mujeres artistas siempre han sido limitados como su existencia marginada en la historia canónica del arte que también es producto del patriarcado.”

Como emblema de la capital, el recinto también ha sido sitio de demandas y manifestaciones sociales. Aquí una imagen de expresiones contra el asesinato de mujeres en el 2020. Ivan Stephens / Archivo EL UNIVERSAL.
Como emblema de la capital, el recinto también ha sido sitio de demandas y manifestaciones sociales. Aquí una imagen de expresiones contra el asesinato de mujeres en el 2020. Ivan Stephens / Archivo EL UNIVERSAL.

Uriel recuerda que hace un par de años, entre 2019 y 2020, se desató una polémica muy fuerte por un cuadro de la exposición “Emiliano. Zapata después de Zapata” que se llevó a cabo en este recinto. En la obra realizada por Fabián Cháirez en 2014, se veía a un Zapata completamente distinto a lo que se acostumbra; lo que provocó el enojo y hasta peticiones para destruirla por parte de algunos sectores de la sociedad.

“Sin embargo, gracias a la defensa de la obra por parte de activistas LGBT+, respaldada por el apoyo de la ciudadanía y las autoridades gubernamentales, la pieza se mantuvo durante toda la exposición y se generó un debate público en torno a los derechos culturales de las comunidades sexodiversas. Al final, no debemos olvidar que el MPBA es la casa de todas, todos y todes”, concluyó el especialista.

Reapertura del Palacio de Bellas Artes en septiembre del 2020. Carlos Mejía/ Archivo EL UNIVERSAL.
Reapertura del Palacio de Bellas Artes en septiembre del 2020. Carlos Mejía/ Archivo EL UNIVERSAL.

El MPBA ha exhibido la obra de decenas de artistas consagrados como Miguel Ángel, El Greco, María Izquierdo, Frida Kahlo, Kandinsky, Andy Warhol, Gabriel Orozco, Modigliani o Pedro Coronel.

Asimismo, el Palacio de Bellas Artes es uno de los recintos artísticos y culturales más importantes del país, por lo que cuando fallece algún personaje de relevancia para la sociedad mexicana, su cuerpo puede ser velado en su interior y se permite que sus admiradores se despidan de él.

Al igual que las remodelaciones arquitectónicas o renombramientos que el recinto ha tenido a lo largo de su historia, el arte acompaña a los cambios de la sociedad y, como lo ilustró Vides Bautista con el caso de la polémica con Zapata en el Museo del Palacio de Bellas Artes, los lugares que están dedicados al fomento artístico y cultural deben de estar dispuestos a mostrarlo y aceptarlo.

Reapertura del Palacio de Bellas Artes en septiembre del 2020. Carlos Mejía/ Archivo EL UNIVERSAL.
Reapertura del Palacio de Bellas Artes en septiembre del 2020. Carlos Mejía/ Archivo EL UNIVERSAL.
  • Fuentes:
  • Uriel Vides Bautista. Licenciado en Historia por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y maestro en Historia del Arte por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, con especialidad en temas de arte mexicano de los siglos XX y XXI. Sus intereses de investigación exploran las relaciones entre cultura visual, política, género y disidencia sexual, especialmente a partir de la resignificación de las iconografías religiosas y nacionalistas. Actualmente se desempeña como investigador en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
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