El conflicto entre Palestina e Israel es un problema que existe desde 1947, cuando se decidió que el Estado de Israel sería fundado en la tierra ancestral del pueblo judío. En aquel momento, existieron varias propuestas para otorgarle territorio, ya fuera a partir de la formación de un Estado exclusivamente judío (Israel) y otro exclusivamente árabe (Palestina) o la conformación de una nación pluriétnica que reconociera la presencia de varios grupos entre los que se encontraran los judíos y los musulmanes. Sin embargo, los acontecimientos determinaron que prevaleciera la primera de las dos alternativas.

A partir de ese entonces se han suscitado conflictos territoriales entre Israel y Palestina que han provocado acciones bélicas por parte de los países que tienen fronteras con los israelíes y por grupos palestinos que se sintieron desplazados de sus tierras a partir del establecimiento del Estado Judío y que decidieron organizar grupos extremistas con el objetivo de imponer su visión de las cosas, utilizando como medio la violencia.

En muchos de estos conflictos, la respuesta militar del Estado judío ha sido precisa y poderosa, a partir del trabajo de inteligencia y el establecimiento de alianzas militares, principalmente con EUA que le han proporcionado armamento superior al de sus vecinos y los grupos palestinos con los que combate. Sin embargo, el día 08 de octubre miembros de uno de los grupos extremistas denominado “Hamás” perpetraron un ataque coordinado por tierra y aire que tomó por sorpresa a las autoridades israelíes, causando centenares de muertes y millares de heridos.

La respuesta no se hizo esperar. Israel desplegó su poderío militar y comenzó a bombardear la franja de Gaza que es la parte del territorio que controla el mencionado grupo extremista, un espacio de apenas 480 kilómetros cuadrados. En ese momento, los miembros de “Hamás” revelaron que tienen en su poder a 150 personas en calidad de rehenes y que si se continua con los bombardeos procederían a ejecutarlos.

En esta columna no puedo más que condenar los actos de violencia y solidarizarme con las víctimas del conflicto. Considero que la prevalencia de la paz es la principal meta que se debe de buscar a través de la tolerancia, el respeto y el entendimiento mutuo. Asimismo, estoy convencido de que no pronunciarse en contra del uso de la violencia armada que afecta a civiles de ambos bandos ajenos al conflicto es tolerarla. Todas estas décadas han dejado patente que el uso de la fuerza bélica para intentar resolver los problemas, lo único que genera es que se intensifiquen las hostilidades.

Un tema que no se puede soslayar es que aún en el conflicto armado se producen actos tipificados como crímenes de guerra y una muestra clara de ello es la brutal noticia de ejecuciones en contra de civiles, de hombres, mujeres, jóvenes, niñas y niños, acto atroz que no solo daña a esa sociedad sino a la humanidad misma. Tengo la convicción de que los esfuerzos para alcanzar la paz deben tener por condición y presupuesto fundamental evitar el terrible daño colateral de matar a personas inocentes.

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