2 000 millones de personas, 1 de cada 4 personas en el planeta, viven todavía sin acceso a agua potable. Como indica el informe de la FAO “El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2020”, dedicado a los desafíos relacionados con el agua en la agricultura (), 3 200 millones de personas viven en zonas agrícolas donde el déficit hídrico o la escasez de agua son elevados. Cada año, desde 1993, el , que se celebra el 22 de marzo, intenta sensibilizar sobre este tema y propicia nuevos proyectos para abordar la crisis mundial del agua.

El crecimiento demográfico es un factor clave, puesto que implica un aumento de la demanda de este recurso natural de incalculable valor. Como consecuencia, la cantidad anual de recursos de agua dulce disponible por persona ha descendido en más de un 20% en los dos últimos decenios.

"Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo", decía Jacques Y. Cousteau. Una realidad indiscutible teniendo en cuenta que la vida, tal y como la conocemos, no sería posible sin la existencia del agua, que es indispensable para la salud y bienestar de todos los seres vivos, incluida la especie humana y crítica para el desarrollo, incluyendo la integridad del medio ambiente y el alivio de la pobreza y el hambre.

Por tanto, en un mundo con una población creciente y con una tendencia al aumento del consumo de todo tipo de bienes y servicios a nivel global, es urgente racionalizar el uso del agua. Esto es particularmente acuciante en el caso de la producción de alimentos, considerado que la agricultura, sector imprescindible para alimentar la población mundial, es el mayor usuario con más del 70% de las extracciones de agua en todo el mundo.

En este contexto, algunos países, como China, los Estados Unidos de América, México y la República Islámica de Irán se encuentran en una situación de riesgo especial porque producen e importan alimentos obtenidos a partir de riego proveniente de acuíferos que se agotan rápidamente.

Garantizar la gestión sostenible de los recursos hídricos para todos es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos en la actualidad. Conseguirlo es aún posible, pero solo si se garantiza un uso más productivo de los recursos de agua dulce y aguas pluviales.

Por ello, será necesario medir y analizar nuestros sistemas de extracción y consumo, para minimizar los usos ineficientes y facilitar la búsqueda de soluciones alternativas. En particular, la contabilidad y la auditoría del agua, rara vez aplicadas, deberían constituir el punto de partida de toda estrategia eficaz destinada a combatir el déficit hídrico y la escasez de agua.

Agua virtual y comercio internacional

Para hacer más visible el consumo de agua surgen conceptos como el de agua virtual, acuñado en 1993 por el geógrafo británico Tony Allan. El agua virtual es el volumen de agua que se ha consumido para producir las materias primas con las que se produce un bien, el agua residual que se genera en esos procesos y el agua consumida por los servicios indirectos requeridos para la producción, es decir el agua requerida para producir un producto y que, por consiguiente, está virtualmente incorporada en el mismo.

El comercio internacional de productos básicos como los alimentos implica por tanto transferencias virtuales de agua a larga distancia y en algunos países, como Argelia, México y Marruecos, el ahorro de agua a través del comercio puede ser muy elevado.

En este sentido, el agua virtual, que llega gracias al comercio internacional, puede ser una fuente alternativa de agua, siempre que el acceso a los artículos importados sea equitativo e inclusivo. De este modo, el comercio mundial de alimentos ha reducido la presión sobre el agua dulce. Entre las regiones que mitigan la escasez de agua mediante el comercio internacional figuran partes de Asia, África septentrional, África oriental, África occidental y América central.

La combinación óptima entre importaciones y producción nacional varía de un país a otro en función de la dotación de tierras y aguas, y de otros usos productivos dados. A escala regional y nacional, los mayores exportadores netos de agua virtual son América septentrional y meridional (Argentina, Brasil, Canadá y los Estados Unidos de América), Asia meridional y sudoriental (India, Indonesia, Pakistán y Tailandia) y Australia. Los mayores importadores netos de agua virtual son Europa, el Cercano Oriente y África del Norte, el Japón, México y la República de Corea.

En realidad, los estudios muestran lo que mueve el comercio internacional son las fuerzas económicas y políticas más que la escasez de agua. La protección del comercio y el apoyo nacional a la agricultura (por ejemplo, tarifas, aranceles, apoyo a los precios de los productos básicos y subvenciones) influyen en los desplazamientos de agua virtual, pero es importante tener en cuenta que el agua virtual puede tener un papel en las políticas nacionales que persiguen mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición en los países con limitaciones hídricas.

Avances tecnológicos

Por su parte, los avances tecnológicos también ofrecen posibilidades para mitigar la escasez hídrica. En algunos países y regiones, por ejemplo, está cobrando fuerza la innovación en fuentes de agua no convencionales, como es el agua obtenida gracias a las plantas de desalinización.

La estimación de la relación costo-beneficio de estos procesos depende mucho del contexto; no obstante, países como Australia, China, España, Marruecos y México ya utilizan de manera rentable agua desalinizada para fines agrícolas.

En un estudio realizado por los investigadores del equipo de Dévora-Isiordia en 2018, se estudiaron los casos de éxito mexicanos y calcularon el costo de la desalinización (0,338 dólares estadounidenses por m3) y su uso económico en Sonora, en México, llegando a la conclusión de que, con objeto de asegurar su viabilidad, los agricultores han de elegir cultivos de alto rendimiento con una relación costo-beneficio rentable, como pueden ser algunas hortalizas, como tomates y chiles, así como aplicar riego por goteo, el método más eficiente de riego en el uso de agua.

En el caso de los avances científicos y tecnológicos, las políticas y reglamentaciones desempeñan también un papel decisivo tanto en el fomento de proyectos públicos como en la habilitación del sector privado y el intercambio de conocimientos y, muy importante, la protección del ambiente para evitar externalidades negativas.

2023, un año decisivo

Conseguir una gestión sostenible del agua es aún posible, pero solo si se garantiza un uso sostenible de los recursos de agua dulce y aguas pluviales en la agricultura.

Sin duda, 2023 es el año en el que los países han adquirir compromisos con respecto al uso del agua ya que la celebración de este día mundial coincide con el arranque de la , del 22 al 24 de marzo, en Nueva York.

En particular, se hace necesario actuar con urgencia a fin de lograr un uso más sostenible y equitativo del agua en la agricultura. La producción agrícola de regadío sigue siendo, de lejos, el principal usuario de agua dulce, pero la escasez de este recurso constituye un problema cada vez mayor debido al incremento de la demanda y a la competencia por su utilización. Al mismo tiempo, la agricultura de secano se enfrenta a la creciente variabilidad de las precipitaciones como consecuencia del cambio climático. Estas tendencias exacerbarán las disputas entre usuarios del agua y la desigualdad en el acceso a los recursos hídricos, especialmente para los pequeños agricultores, la población rural pobre y otros colectivos vulnerables, pudiendo incluso llegar a suponer la causa de conflictos sociales.

En el informe de la FAO SOFA 2020 se examina la forma en que los países pueden determinar políticas e intervenciones apropiadas, las cuales dependerán de la naturaleza y la magnitud del problema, pero también de otros factores, como el tipo de sistema de producción agrícola, el nivel de desarrollo del país y sus estructuras políticas. Basándose en este examen, la publicación ofrece orientación para que los países puedan asignar prioridad apolíticas e intervenciones destinadas a superar las limitaciones de la disponibilidad de agua en la agricultura y garantizar, al mismo tiempo, el acceso eficiente, sostenible y equitativo al recurso.

Economista jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)


Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión y muchas opciones más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS