Los precios de los alimentos se encuentran en sus niveles más altos desde el año 2011: analizando el índice de precios de FAO, la agencia de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, se observa que los cereales en el último año han subido un 13% a nivel global, la carne un 17%, el azúcar un 20% y los aceites vegetales hasta un 34%; y si nos remontamos a hace 18 meses, veremos que los precios aumentaron un 34%, todo ello debido principalmente a un aumento generalizado de los precios de la energía, de otras materias primas y del transporte de mercancías, factores que desempañan un papel fundamental en los precios de insumos y productos alimentarios.

En este contexto, cualquier interrupción a las exportaciones incrementará más aún los precios. Así, a estos niveles de inflación y a los estragos de la pandemia que no acaba de terminar, tendremos que sumar ahora las trágicas consecuencia de la guerra en Ucrania.

Para hacerse rápidamente una idea de las posibles consecuencias de la invasión rusa de Ucrania, piensen que a nivel mundial, el trigo y el maíz proporcionan aproximadamente el 20% y el 7% del suministro promedio de calorías, respectivamente, frente al 12% de los lácteos, el 10% del azúcar o el 8% de la carne y que la Federación Rusa es el principal exportador de trigo del mundo, representando un promedio del 20% de las exportaciones mundiales de trigo entre 2016/17 y 2020/21. Al mismo tiempo, la cuota de mercado mundial de trigo de Ucrania se situó en el 10% entre 2016/17 y 2020/21, posicionándose como el quinto mayor exportador de trigo del mundo. En cuanto al maíz, Ucrania es la cuarta región exportadora de maíz del mundo, con un promedio del 15%.

En primer lugar, es importante notar que de las exportaciones estimadas de trigo de Ucrania en el año 21/22 (finaliza el 30 de junio de 2022) de 24 millones de toneladas, se han exportado 17 mill. de toneladas (29%). Considerado el promedio de las exportaciones mensuales mundiales en febrero-junio, vemos que solo Ucrania todavía tiene alrededor del 10-11% de los volúmenes de exportación mundial restantes. Ante esta situación el saldo a cubrir por otros países es de alrededor de 7 millones de toneladas.

En cuanto al maíz, de las exportaciones de Ucrania para el 21/22 estimadas inicialmente en 33 millones de toneladas, el país ha exportado 21 millones de toneladas con 12 millones de toneladas (36%) restantes, siendo las exportaciones mundiales de maíz son de aproximadamente 185 millones de toneladas al año.

Cabe destacar, además, que este año, a pesar de las expectativas de una cosecha mundial casi récord, la producción en varios de los principales exportadores de trigo se ha reducido, en Canadá y EE. UU. por las condiciones de sequía prolongada, y en la Federación Rusa, por condiciones climáticas adversas. Estos factores se han traducido en aumentos sostenidos de los precios internacionales del trigo en la segunda mitad de 2021, tanto que, en enero de 2022, las cotizaciones de exportación de trigo se encontraban de media un 26% por encima de sus valores un año antes.

En estos momentos desafortunadamente, los puertos del Mar Negro de Ucrania, que solían enviar el 95% de las exportaciones de cereales del país, ya no reciben nuevos buques para su carga. Por su parte, el transporte terrestre, camiones y ferrocarril a través del oeste de Ucrania y la frontera con Polonia, no compensará la pérdida de acceso al puerto debido a problemas logísticos y económicos (como la falta de vehículos o la necesidad de cambiar vagones de ferrocarril en la frontera con Polonia debido a diferente ancho de las vías férreas en los dos países). Además, por ferrocarril se están ahora evacuando a las personas del sureste al oeste, por lo que ya se está produciendo una gran interrupción del suministro y su gravedad depende de cuándo termine la guerra, mientras que los transbordos a través de Bielorrusia a los países bálticos se verán probablemente bloqueados de la misma manera por Rusia.

Asimismo, Ucrania es el exportador número uno de aceite de girasol, representando el 30% de cuota mundial, mientras que Rusia ocupa el segundo lugar, cubriendo el 11% del comercio global.

Finalmente, Rusia también es un exportador clave de fertilizantes y dada la situación actual de altos precios de fertilizantes por los precios de energía esto llevará a afectar la producción del 2023.

En cuanto a posibles fuentes alternativas de aprovisionamiento de productos, la Unión Europea, y en especial modo Francia y Alemania, es el principal competidor en exportaciones de trigo de Rusia y Ucrania, gracias a una buena cosecha esta temporada y por su proximidad geográfica a los principales mercados de Rusia y Ucrania. Australia también podría ampliar su cuota de mercado y La India tiene amplios excedentes exportables tras una buena cosecha. Sin embargo, la capacidad real de estos países de desplazar las exportaciones de trigo de Rusia y Ucrania a corto plazo queda por ver dadas las existencias y los obstáculos logísticos que habría que superar.

Estados Unidos, por su parte, es el principal exportador de maíz del mundo. Sin embargo, su capacidad para impulsar aún más las exportaciones esta temporada es limitada por los muy bajos niveles de existencias, resultado de dos cosechas consecutivas por debajo del promedio.

Argentina y Brasil ocupan el segundo y tercer lugar exportadores de maíz, respectivamente. Se espera que las cosechas en curso en ambos países estén por encima del promedio, pero aún enfrentan cierta incertidumbre de rendimiento debido a las condiciones secas. Por todo ello, desafortunadamente es pronto para saber cuánta demanda global adicional ambos orígenes podrían satisfacer. Además, en el caso de Argentina, segundo mayor exportador mundial en 2021/22, existe la posibilidad de cierres temporales de las exportaciones, como decretó el Gobierno a finales de 2021, para asegurar el abastecimiento local y moderar la presión inflacionaria.

Finalmente, las sanciones impuestas a Rusia podrían también tener efectos negativos a la movilidad de los cereales, en tal sentido una alternativa es excluir a los alimentos de estas sanciones y evitar cualquier restricción a la exportación en el mundo.

Por todo ello, si bien el mercado ya ha estado asumiendo algunos de los riesgos del conflicto, podríamos vernos abocados a una crisis de precios como la que vivimos en 2008, con consecuencias dramáticas para los más pobres de todo el planeta.

La inflación a la que hemos asistido a lo largo del último año ya ha puesto incluso los alimentos más básicos fuera del alcance de muchos hogares. “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021” nos muestra que ya en 2020 padecieron hambre unos 800 millones de personas, es decir unos 160 millones de personas más que en 2019. Más aún, hoy en día existen 20 países en situaciones muy serias de hambruna, las llamadas “hunger hotspots” y el fuerte incremento de precios reducirá automáticamente la capacidad de intervención de las agencias humanitarias en estas áreas.

Así, los factores que contribuyen al aumento de los precios y del hambre -los conflictos en primer lugar, el cambio climático, las recesiones económicas- seguirán amenazando la seguridad alimentaria global en el corto y en el largo plazo, a menos que la comunidad internacional tome medidas concertadas a la mayor brevedad, mediante una mayor cooperación y adoptando un nuevo enfoque para transformar los sistemas alimentarios.

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