¿Estamos presenciando una insubordinación cada vez más intensa y sistemática en los mandos altos y medios en Rusia? ¿Putin está perdiendo o recuperando el control de los hilos en su país? ¿Qué rol jugó la rebelión de Prigozhin, el líder del grupo de contratistas militares privados Wagner, en detonar esa insubordinación? Las respuestas a preguntas como esas dependen enormemente de los textos leamos y de las interpretaciones que distintos centros de análisis están efectuando en estos momentos. Desde cierta óptica, muy repetida, estamos ante “el principio del fin” del presidente ruso; su poder se está erosionando casi de manera irremediable, se dice. En cambio, desde otras visiones, lo que sucede es que precisamente por los riesgos existentes, Putin está actuando con velocidad y fuerza para cubrir sus vulnerabilidades. La realidad es que se trata de eventos en pleno movimiento. Mi experiencia al analizar sucesos similares—que incluyen amenazas serias a dictadores como Assad, en Siria, o el intento de golpe de estado contra Erdogan en Turquía—es que, en este tipo de eventos, vale la pena observar con cautela y detenimiento los sucesos de manera diaria, y solo a partir del desarrollo de esos hechos, efectuar las evaluaciones correspondientes. En el texto de hoy recupero elementos de algunos de los análisis publicados recientemente para intentar una valoración actualizada del tema y sus implicaciones.

1. El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW por sus siglas en inglés), un think tank de Washington, ha reportado que el Ministerio de Defensa ruso está destituyendo a comandantes de unidades y formaciones militares rusas altamente efectivas en combate, y parece estar acelerando este esfuerzo. Esta semana hubo informes de destituciones y arrestos de varios comandantes, incluyendo el comandante de la 58ª División de Armas Combinadas (el general Mayor Ivan Popov), el comandante de la 106ª División Aerotransportada y el comandante de la 7ª División de la Guardia de la Fuerza Aérea.

2. De acuerdo con el ISW, estas destituciones y arrestos se atribuyen a casos de insubordinación por parte de los comandantes, quienes han expresado críticas y demandas en nombre de sus soldados. De hecho, la insubordinación entre los comandantes parece estar extendiéndose a algunas de las tropas, y se han difundido amenazas de retirada en respuesta a las acciones del Ministerio de Defensa ruso.

3. El análisis de ese instituto indica que esta crisis en la cadena de mando rusa y la pérdida de confianza en el liderazgo militar pueden afectar la moral y la capacidad de las operaciones ofensivas tácticas rusas en Ucrania. Según el ISW, esta crisis también puede tener un impacto en el plano estratégico, es decir, en el esfuerzo de guerra en general y desmoralizar los planes militares rusos en Ucrania, comentarios que se reproducen en la comunidad de “blogueros militares”, una serie de personas que continuamente están reportando de manera crítica lo que pasa en Ucrania.

4. El Kremlin y la Duma se encuentran reaccionando ante estas situaciones. Además de las purgas, se está buscando emitir legislación para reprimir la disidencia interna a toda costa mediante la introducción del temor a la responsabilidad penal. El diputado de la Duma, Vasily Piskarev, declaró el 18 de julio que él y varios más presentaron un proyecto de ley sobre "responsabilidad por propaganda y justificación de la ideología del extremismo". En una noticia de ayer, fue detenido “por extremismo” Igor Girkin, un ex oficial de inteligencia ruso que es uno de los populares blogueros nacionalistas que mencionábamos, muy crítico de la forma como la guerra está siendo conducida. “Esta es una de las consecuencias del motín de Prigozhin”, dijo Tatiana Stanovaya, una académica de Carnegie en su Telegram. Según su análisis, las fuerzas de seguridad rusas están siendo menos tímidas para efectuar este tipo de arrestos justo por las condiciones actuales.

5. En otro análisis, The Economist señala que el motín liderado por Prigozhin revela la erosión del Estado y la fragilidad de la base de apoyo de Putin. Aunque por ley rusa, Prigozhin debería enfrentar graves cargos y según Lukashenko, hasta se llegó hablar de matarlo, Putin optó por reunirse con él y sus comandantes en el Kremlin para demostrar que aún tiene control sobre la situación. El jefe de la inteligencia británica lo puso en estas palabras esta semana: "Prigozhin comenzó ese día como un traidor en el desayuno, había sido perdonado para la cena, y luego, unos días después, fue invitado a tomar el té".

6. Aunque Prigozhin ha sido criticado en los medios estatales, muchas de sus plataformas de Telegram siguen operando y han erosionado el monopolio del Kremlin sobre la información.

7. The Economist explica que la división en el ejército ruso se hizo evidente con el motín, y la opinión pública, especialmente entre los jóvenes, siguió de cerca los acontecimientos en línea. Una encuestadora rusa continuamente citada, el Centro Levada, encontró que 92% de rusos siguieron las noticias sobre la insurrección de Wagner. Casi la mitad de encuestados simpatizaba con las críticas de Prigozhin sobre la corrupción existente, sobre la incompetencia militar y sobre las mentiras que se han dicho acerca de la guerra (aunque solo 22% expresó sentir confianza por Prigozhin mismo).

8. The Economist indica que a pesar de que Putin intenta mostrar control y adoración en diversas regiones, el sistema sigue bajo tensión y no se han tomado represalias públicas contra los altos mandos militares que apoyaron a Prigozhin. Nuevas grietas han surgido en el ejército y, el progreso de Ucrania en el campo de batalla podría tener un impacto en el poder político del Kremlin.

Una valoración actualizada

1. Como se puede observar, estamos ante un evento en desarrollo. Por un lado, las fisuras en las fuerzas de seguridad son evidentes. De hecho, no se trata de algo particularmente nuevo. Ya desde hace meses, uno de los elementos resaltados por los documentos de inteligencia estadounidense que fueron filtrados, tenía que ver con las riñas al interior de las fuerzas de seguridad rusas. Tenemos también ya meses escuchando las críticas de Prigozhin y muchos otros actores rusos acerca de los malos manejos en la guerra. Esto sigue ocurriendo de manera cotidiana y refleja una serie de tensiones visibles y otras que no alcanzamos a dimensionar. No obstante, es claro que con la insurrección de Prigozhin, no solo las críticas se han intensificado, sino que se multiplican los eventos de insubordinación.

2. Sin embargo, a la par de esas expresiones, estamos viendo también intensificarse los golpes y movimientos por parte del Kremlin, esencialmente contra mandos medios de las fuerzas de seguridad y contra la disidencia interna. Salvo en casos aislados como el de Surovikin (un alto comandante cercano a Prigozhin que se encuentra desaparecido desde junio, posiblemente arrestado), hay que decir que esta purga no está ocurriendo en los mandos más altos. Es decir, se trata de una purga por ahora limitada. El propio Prigozhin, como sabemos, sigue operando.

3. Dicho eso, hay que considerar que Putin es un personaje enigmático, y que hasta donde se sabía (al menos hasta hace poco) tenía su poder altamente concentrado y bajo control. Sus decisiones respecto a Prigozhin o respecto al Ministerio de Defensa o bien, otros puestos altos, pueden ser el producto de varias posibilidades. Todo depende de cómo se interpreta esa serie de hechos que sí conocemos. Hay quienes piensan que Putin podría estar errando en sus estimaciones y que, por tanto, su colapso es cosa de tiempo. Desde otras interpretaciones, Putin podría estar actuando justamente a partir del temor de que las cosas se le salgan de las manos con mayor velocidad y prefiere mantener cerca a quienes percibe como enemigos o rivales. O bien, si estudiamos su conducta en estos 20 años, Putin podría estar actuando a partir de fríos cálculos y un amplio conocimiento de los círculos que le han rodeado durante décadas.

4. Pongamos un ejemplo concreto: Su decisión de pactar con Prigozhin, en lugar de aprehenderlo o mandarlo a asesinar, manteniendo vivas las operaciones de Wagner—que han servido a los intereses del Kremlin durante años (por ejemplo ahora mismo en la frontera entre Bielorrusia y Polonia)—al tiempo que respalda sostiene en su sitio a los rivales de Prigozhin como el ministro de defensa (pero también al mismo tiempo aprehendiendo a Surovikin, el general aliado de Prigozhin), son decisiones que pueden ser vistas como síntomas de debilidad, o decisiones erráticas, o bien, como movimientos calculados de fichas para asegurar que nadie concentre el suficiente poder para amenazarle.

5. Hasta ahora, el presidente mantiene el respaldo de la gran mayoría de actores importantes en Rusia—por lo menos de manera pública—lo que incluye el Estado Mayor, la Guardia Nacional, el Consejo de Seguridad Nacional y el Ministerio de Defensa, por supuesto. No obstante, las preguntas que permanecen son muchas; coloco acá algunas:

a. La primera es si las purgas en mandos medios bastarán para que Putin mantenga el control de la situación, o si la insubordinación seguirá creciendo.

b. La segunda tiene que ver con la guerra en territorio ucraniano. Hasta el momento de este escrito, no es posible afirmar que las fisuras internas acá descritas hayan tenido consecuencias mayores para efectos de la contraofensiva ucraniana. Por lo que sabemos, dicha contraofensiva sigue caminando con la misma lentitud y dificultades que hasta hace pocas semanas. Tendremos que observar si esa inercia cambia. Por ahora no es el caso. Adicionalmente, Rusia está aprovechando su retiro del acuerdo de granos para bombardear la infraestructura portuaria y agrícola del sur de Ucrania, empleando misiles avanzados muy difíciles de detener, y reorientando el foco mediático y la conversación hacia esos temas, intentando paralelamente proyectar un mensaje de fuerza para negociar en medio del entorno acá explicado.

c. La tercera tiene que ver con el tema de la escalada. Hay que entender que el sector que se está insubordinando de manera visible, o que efectúa constantes críticas contra las estrategias de la guerra e incluso contra Putin, es un sector que considera que Rusia debió haber escalado las hostilidades desde hace tiempo (usando armas nucleares, por ejemplo). Esta semana, Hanna Notte y en otro texto Andrey Baklitskly, relatan el debate que se ha estado suscitado entre la comunidad de expertos en Rusia acerca del uso de armas nucleares como instrumento no solo de guerra psicológica, sino de guerra material poniendo sobre la mesa la posibilidad de un primer ataque ruso. Si bien no son mayoritarias, crecen las posturas que indican que Moscú debería emplear ese tipo de armas ya no solo en territorio ucraniano, sino incluso contra países de la OTAN como los Bálticos, asegurando que es poco probable que EU respondería de manera proporcional (es decir, también usando armas nucleares). El hecho de que se hable de estos temas con mayor soltura refleja algo que hemos venido comentando desde hace meses: Hay muchas personas en Rusia que consideran que una superpotencia nuclear no tendría por qué estar siendo humillada y que ya va siendo hora de replantear toda la estrategia. Sin miedo.

Así que, cuando hablamos de insubordinación, es importante considerar que ese es uno de los temas que se encuentran sobre la mesa. De ahí la relevancia de seguir estos hechos con todo detalle. Acá lo seguiremos comentando.

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