El empresario regiomontano Javier Garza Calderón, fundador de la asociación civil Empresarios por la Cuarta Transformación Nacional (E4T), acaba de recibir dos contratos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que suman cerca de 500 millones de pesos.

Fue apenas el mes pasado cuando, mediante los procedimientos de adjudicación directa CFE-0900-ADSAA-0001-2022 y CFE-0400-ADSAA-0001-2022, se entregó a la empresa Sistemas de Energía Internacional dos contratos para proyectos de repotenciación y modernización de las Centrales Hidroeléctricas Minas y Encanto, y para las hidroeléctricas Portezuelo I y Portezuelo II.

Son los dos contratos de adjudicación directa de mayor monto en lo que va del segundo semestre del año. El primero fue por 356 millones de pesos y el segundo por 139 millones.

Sistemas de Energía Internacional o SEISA Energía es una empresa del Grupo Gentor, fundado por Javier Garza Sepúlveda y dirigido ahora por su hijo José Javier Garza Calderón, quien no tiene empacho en criticar lo mismo a expresidentes como Felipe Calderón que promover a Morena en foros públicos y ser cercano a Tatiana Clouthier, Manuel Bartlett (director general de la CFE) y al enlace del presidente López Obrador con los empresarios, Alfonso Romo.

Garza Calderón es nieto de Isaac Garza Sada fundador de la Cervecería Cuauhtémoc, actualmente propiedad de la holandesa Heineken. Le dicen “El Manitas”, apodo que heredó de su padre, “El Manotas”, quien se peleó con Eugenio Garza Lagüera precisamente al intentar quedarse con las acciones de la cervecería, lo que le valió ese mote.

El empresario asegura que desde 2006 apoyó la candidatura de López Obrador a la Presidencia, por lo que al llegar finalmente en el 2018 decidió fundar la asociación de Empresarios por la Cuarta Transformación, aunque no se sabe quiénes la integran. Se conoce que nadie del poderoso Grupo Monterrey –o Grupo de los 10– forma parte.

El empresario regiomontano pro 4T fue uno de los que alzó la mano para entrar a la puja por los activos de Banamex. En enero de este año el presidente López Obrador salió de su convalecencia por Covid-19 para hablar de la venta del banco mexicano. Durante su video grabado en Palacio Nacional habló de algunos de los interesados, como Ricardo Salinas Pliego, Carlos Slim y Carlos Hank González.

Por separado, dijo que el empresario José Javier Garza Calderón, de Nuevo León, le “mandó un recado” diciendo que junto con otros inversionistas quería participar en el proceso de compra-venta de Banamex.

Más tarde Garza Calderón reiteró sus intenciones y expuso en un comunicado que “formaría un fideicomiso para recibir a los inversionistas. En paralelo, un equipo de analistas y especialistas nacionales e internacionales evaluarán todas las líneas de negocio de Citibanamex y posteriormente harían una oferta”. Calificó ese modelo como “disruptivo”, aunque la creación de fideicomisos para adquirir empresas han sido vehículos opacos y discrecionales.

Ya pasaron nueve meses desde aquel anuncio y nada se ha sabido del fideicomiso ni que el empresario regiomontano haya entrado formalmente al proceso de compra.

Otros se han ido bajando, como lo expusimos en la columna de ayer. Es el caso de Salinas Pliego, de Banco Azteca; Carlos Hank González, de Banorte; Jorge Arce, de HSBC México, y Ana Botín, de Santander. Quedan en la puja el magnate minero Germán Larrea, el multimillonario Carlos Slim, el también banquero y empresario petroquímico Antonio del Valle Ruíz, y el presidente de Grupo Mifel y de la Asociación de Bancos de México, Daniel Becker.

Tal vez los contratos de la CFE a la empresa del fundador de la asociación Empresarios por la Cuarta Transformación Nacional es su premio de consolación.

Posdata

A mediados del año pasado, un día después de las elecciones intermedias en las que Morena perdió 9 alcaldías, el presidente López Obrador se reunió con una muy descompuesta y enojada jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Asistieron también el presidente del partido, Mario Delgado, y otros operadores electorales quienes traían en la boca un solo nombre al que culparon de la derrota: Ricardo Monreal.

La operación de Monreal se enfocó en la alcaldía Cuauhtémoc, en la que mandó a competir por la alianza PRI, PAN y PRD a una muy cercana colaboradora suya, Sandra Cuevas, para derrotar a Dolores Padierna y al poderoso grupo político que controla su esposo René Bejerano, quienes habían formado una alianza con la actual jefa de Gobierno.

El mensaje de una Sheinbaum y un Bejarano vulnerados se extendió hacia las alcaldías a las que ambos enviaron candidatos, por lo que, sumado al rechazo que las clases medias demuestran hacia las políticas de la 4T, ayudó a concretar una de las más grandes derrotas para la izquierda en el centro del país.

Ese mismo día en la mañana el presidente se refirió a la elección como una de “guerra sucia” y más tarde Sheinbaum acusó una “campaña de desprestigio”. Ambos comentarios tenían también destinatario: Ricardo Monreal.

En los grupos de Morena asentados en la capital del país se consideró a Monreal como un ‘traidor’. Ese mismo calificativo se le escuchó decir al presidente López Obrador en la reunión de evaluación que sostuvo con Sheinbaum, Delgado y otros integrantes del gabinete y su primer círculo.

La amenaza de exhibir a Monreal que lanzó la gobernadora Layda Sansores, y que supuestamente va a presentar hoy, tiene detrás de sí a Sheinbaum, pero no se explica sin la venia del presidente. Lo que va a revelarse son presuntos acuerdos del coordinador de los senadores de Morena con la oposición, tanto en el 2021 como más recientes, según nos dicen.

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@MarioMal



 

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