Hoy se cumplen diez años del surgimiento del #YoSoy132, un movimiento que marcó a una generación de jóvenes universitarios que en 2012 protestaron en la Universidad Iberoamericana frente al poder político encarnado en ese momento por Enrique Peña Nieto. Nadie se imaginaba en aquel entonces que una protesta estudiantil emergiera de una universidad privada. Pero esa mañana el entonces candidato priísta salió del campus universitario perseguido y abucheado por los estudiantes a quienes se acusó de ser acarreados e infiltrados.

Esta situación levantó la indignación estudiantil, que ese fin de semana se organizó y produjo un video con 131 testimonios de estudiantes que con credencial en mano acreditaban su identidad. El video se sube a YouTube y se viraliza en Twitter, espacio en el cual se construye el emblemático hashtag #YoSoy132 que dio nombre a un movimiento que para el mundo resultó ser la Primavera Mexicana. Similar al ciclo de movilizaciones globales que ocurrieron por esos mismos años en todo el mundo en cuanto a la apropiación tecnológica de sus protagonistas, que prefiguró cierto tipo de participación política de esa generación digital.

El resto es historia. Mucho se ha dicho respecto de lo que este movimiento significó a lo largo de todos estos años. Se ha dicho que no fue eficaz. Pero la eficacia política de los movimientos sociales del milenio suele jugarse en el largo plazo, no en sus periodos de efervescencia, sino en la forma en que van sedimentándose a través del tiempo, según señala el sociólogo Manuel Castells. Los cambios que van observándose no ocurren en la inmediatez de los resultados electorales como fue el caso en 2012.

Pero sí en la forma de interpelar al poder político, colocar temas de debate en la agenda pública y en la construcción de ciudadanía. Ese acontecimiento marcó generacionalmente a sus protagonistas para quienes representó un momento de gran aprendizaje político. Puede observarse un impacto en el ciclo de movilizaciones que ocurrieron en México en los años siguientes: las movilizaciones estudiantiles de 2013, las protestas por Ayotzinapa durante 2014, la red que se activó en septiembre de 2017 a causa del terremoto y que derivó en el ejercicio ciudadano como Verificado 19S, las movilizaciones feministas que se han intensificado a partir de 2019, entre otros. Podemos identificar en todas estas protestas la semilla sembrada en 2012, muchos de los activistas de aquel entonces han seguido involucrados en estas movilizaciones.

En múltiples entrevistas que hemos realizado a lo largo de estos años identificamos sus preocupaciones: los derechos humanos, las múltiples violencias (desapariciones, feminicidios), el manejo de la información, la protección de datos, la procuración del medioambiente, los derechos culturales, el feminismo. Las derivas del #YoSoy132 impactan la agenda de una generación que hoy hace suyas muchas de estas reivindicaciones. La juventud hoy en día sigue experimentando crisis políticas, económicas, medioambientales y sanitarias, como ocurre en todo el mundo. Aquellos jóvenes, hoy ya son adultos y experimentan la precariedad, la violencia y la injusticia en sus múltiples formas. Comienzan a disputar el mando a las generaciones que les anteceden. Nos toca establecer puentes y conexiones para colaborar con ellos y ellas en la construcción de una sociedad más justa, más democrática e incluyente.

Vivimos tiempos de enormes desafíos e incertidumbre, pero sin la esperanza de la voluntad colectiva, no habrá posibilidad de futuro.

Académica de la Universidad Iberoamericana

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