Hace algunas semanas surgió un video del poeta inglés Tomos Roberts, “The Great Realisation”. O dicho en español algo así como “La Gran Toma de Conciencia”. En el video nos habla, con una rara elocuencia y emotividad, de cómo sería el mundo después de las locuras del virus que hoy estamos viviendo. Como si fuera una narración en el futuro del cambio que ocurrió en las personas a raíz de esta crisis. El video se hizo viral y ya lleva cientos de millones de “vistas” en las diferentes redes sociales. Lo que nos dijo Roberts resonó en muchos de nosotros. Hablaba de la superficialidad con la que habíamos llevado nuestras vidas hasta el momento del virus y que, en nuestra soledad de la cuarentena, nos permitió darnos cuenta de muchas cosas en las que habíamos perdido el sentido y el rumbo. Que “nos cayera el veinte” como decimos los mexicanos y empezar una nueva era para la humanidad, donde dejamos atrás las superficialidades y empezamos a estar más presentes y hacer el bien por la gente que queremos, nuestros prójimos y por el planeta.

Es indudable que la humanidad se ha olvidado de muchos de los temas trascendentales e importantes y ha privilegiado perseguir muchas de las felicidades efímeras que únicamente nos dejan con sentimientos vacíos y con cada vez más problemas que enfrentar. Nos lo dijo de manera casi profética John Kenneth Galbraith, el economista/intelectual americano del siglo pasado, en su libro “La Edad de la Incertidumbre” donde nos advertía de los problemas de la búsqueda de la felicidad a través del materialismo y del hedonismo. Quién duda que hemos estado en este camino por las últimas décadas?

Ante las dudas trascendentales de la vida, siempre es bueno buscar lo que nos dicen los filósofos. En esta cuarentena, he regresado a Nietzche con frecuencia y encuentro en sus palabras un eco con las del poeta inglés y con las de Galbraith. Qué nos dice el filósofo alemán de la felicidad? Nos dice con claridad que vivir plácidamente y sin ninguna preocupación es un deseo propio de las personas mediocres, que no le otorgan mayor valor a la vida. Nietzsche opone el concepto de “dicha” al de la “felicidad”. La dicha significa “estar bien”, gracias a circunstancias favorables, o a la buena fortuna. Sin embargo, se trata de una condición efímera. La dicha sería una especie de “estado ideal de la pereza”, es decir, no tener ninguna preocupación, ningún sobresalto. En cambio, la felicidad es fuerza vital, espíritu de lucha contra todos los obstáculos que limiten la verdad, la libertad y la auto afirmación. Ser feliz, entonces, es ser capaz de probar la fuerza vital, mediante la superación de adversidades y la creación de modos auténticos de vivir.

Hoy vivimos una oportunidad inmejorable de hacer un propósito de vida diferente. Este tema es particularmente importante para todos en nuestro país, donde vivimos una de las peores crisis del COVID-19 a nivel mundial. Una adversidad sin precedentes. Hoy está más claro que nunca: Los mexicanos únicamente saldremos de esta crisis si trabajamos unidos, con decisión, valentía y congruencia, en pro de los valores de solidaridad que siempre nos han distinguido. Solamente así podremos salir verdaderamente fortalecidos de este gran reto y alcanzar esa elusiva felicidad en tiempos de cuarentena.

* El autor es Director General de Strategy Primus y Presidente de la Comisión Nacional de la Educación de la COPARMEX

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