La visita de AMLO a Washington en pleno proceso electoral de los Estados Unidos, cuando Trump está lejos de tener asegurado el triunfo, parece un error estratégico y refleja poca dignidad en la defensa del pueblo de México pues acude a apoyar a un presidente que ha mantenido la política fronteriza y migratoria más dura de la historia reciente y que constantemente ha hecho expresiones xenofóbicas hacia los mexicanos que cruzan la frontera en busca de un mejor futuro.

Trump convoca a López Obrador y a Justin Trudeau con el pretexto de festejar la entrada en vigor del T-MEC, en plena campaña presidencial y ante un proceso electoral que se le ha venido complicando por el mal manejo de la pandemia y la crisis económica derivada del Covid. Justin Trudeau prudentemente dijo que no podía aceptar la invitación de un país que amenaza a Canadá con aranceles. AMLO, en cambio, no sólo está ahí sino que miente y elogia a Trump afirmando que hemos recibido de él “comprensión y respeto”, cuando el discurso de aquel siempre, excepto hoy, ha sido de desprecio hacia nosotros. Con ello muestra su apoyo en lo que para el presidente estadounidense es un acto de campaña con el que busca, por un lado, ganar votos de la comunidad mexicana y, por otro, enfatizar su defensa a los intereses de su país en el nuevo tratado comercial que, hay que recordar, deriva de su insistencia en cancelar el TLC.

La presencia de AMLO en Washington se explica por tres motivos: un pago de favores al rescate que en más de una ocasión ha ejercido el gobierno estadounidense ante errores de la 4T, como la donación de equipo médico cuando el gobierno no fue capaz de comprarlo a tiempo y el ofrecimiento de apoyar a México recortando su producción petrolera a nombre de nuestro país para salvar el acuerdo de la OPEP+ de reducción del 23% de la producción global; la desesperada necesidad de buscar inversión después de una serie de acciones erróneas que la han ahuyentado, y no dejar pasar desapercibida la entrada en vigor del T-MEC, cuya firma es el único logro de esta administración.

En cuanto a la búsqueda de inversión, suena ingenuo pensar que una visita al país del norte borre todos los actos de la 4T que han generado incertidumbre a los inversionistas. Para atraer inversión no es suficiente la firma de un tratado cuando el sello de este gobierno ha sido el de incumplir contratos afectando a empresas trasnacionales que confiaron en México para invertir.

Además la entrada en vigor del T-MEC representa un reto para nuestras industrias exportadoras que deberán hacer esfuerzos importantes en diversos aspectos como cumplir con las obligaciones en materia laboral y sindical derivadas de la reforma del 2019. Robert Lighthizer, el zar del comercio internacional de Estados Unidos, ya advirtió que a partir de la entrada en vigor del TMEC presentarían controversias a México en materia laboral y de biotecnológicos, lo cual puede generar tensión en la relación.

Por ello, a reserva de esperar resultados, cuesta trabajo pensar que la decisión de AMLO de viajar a Washington nos traiga algún beneficio, o que sea un parte aguas en la relación bilateral o modifique la política migratoria de los Estados Unidos o el desprecio público de Trump hacia nosotros. Con esta gira difícilmente ganaremos algo en concreto excepto pagar favores, y sí nos puede salir muy cara en el no tan remoto caso de que los demócratas obtengan el triunfo en la elección presidencial de noviembre próximo.

Consultora y abogada
@lialimon

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