La inflación en México no ha cedido. Cuando el periodo de alza generalizada parecía, por fin, haber alcanzado su punto más alto el pasado septiembre, los precios aumentaron más de lo que se esperaba para la primera quincena del año, 7.94% anual. Esto pone a prueba, una vez más, al banco central mexicano. Si este panorama persiste durante todo el año, ¿se seguirán emulando los pasos de la Reserva Federal (Fed)? ¿Qué decisiones monetarias deberá tomar? ¿Cuál será el máximo que alcanzará la tasa de referencia y cuánto tiempo durará así? El escenario parece ser incierto.
Si tomamos los datos disponibles en tándem y si la política monetaria del Banco de México sigue a la de la Fed, entonces debe considerarse que el comportamiento de la inflación, medido por la variación porcentual anual, ha sido distinto en ambos países –sin olvidar que la Fed tiene un mandato dual y el Banco de México uno único. Y las respuestas de política, medidas por las tasas de interés objetivo, han sido, en primera instancia, muy similares.
En México, durante los últimos años, hemos tenido dos períodos de alza generalizada bastante claros, si bien relativamente arbitrarios. El primero se dio de diciembre de 2015 a diciembre de 2017, 24 meses, cuando el indicador pasó de 2.13% a 6.77%, respectivamente. El segundo y más reciente comenzó en abril de 2020 –un mes después de iniciada la pandemia en el país– y “terminó” en septiembre de 2022, 31 meses, cuando se pasó de 2.15% a 8.7%, respectivamente.
Con respecto a la respuesta de política mexicana de estos dos lapsos considerados se observó que en el primero de 2015-2017 el banco central, cuando la inflación aumentó 4.64 puntos porcentuales, la tasa de referencia aumentó de 3% a 7%, es decir, cuatro puntos porcentuales. No obstante, cuando en los primeros meses la inflación ya era ascendente, el movimiento tardío de la tasa de referencia se dio hasta el 17 de febrero de 2016, aproximadamente tres meses después. En el segundo período parece que el banco central actuó de manera oportuna ante los constantes aumentos de los precios.
Por su parte, en Estados Unidos (EU) se han tenido, casi para los mismos periodos, también dos etapas de alza generalizada que fueron menos cortos que los mexicanos, 26 meses cada uno. El primero se dio de enero de 2015 a febrero de 2017, cuando la inflación pasó de -0.2% a 2.8%, respectivamente, y el segundo, más intenso, inició en mayo de 2020 y terminó en junio de 2022 cuando el indicador pasó de 0.2% a 9.0%, respectivamente.
En este caso, la respuesta de política de la Fed para cada lapso considerado fue nula y tardía, respectivamente. En el primero, con un aumento de tres puntos porcentuales de la inflación, la tasa de fondos federales sólo aumentó de 0.25% a 0.75%. En el segundo, que discursivamente fue el período de normalización de la política, cuando la inflación aumentó 8.8 puntos porcentuales, la tasa se mantuvo de 0.25% a 0.50% hasta el 16 de marzo de 2022, aproximadamente, para después aumentar continuamente hasta 4.50%.
A pesar de que los aumentos de precios ya se han moderado en México y en EU, este 2023 ha demostrado que la inflación puede seguir disparándose por la guerra de Rusia con Ucrania o por la tendencia de la inflación subyacente, por citar algunos escenarios. Además, la intensidad de los aumentos de precios y las respuestas de política distan mucho de ser similares, por lo que México deberá pensar en tomar otro rumbo monetario, separándose del estadounidense en un entorno interno de una Junta de Gobierno que está en plena curva de aprendizaje con los nuevos integrantes que tienen el espaldarazo del gobierno.
¿Qué se espera ante estos escenarios? Que la tasa objetivo mexicana aumentará 0.25% más durante dos meses consecutivos –en los anuncios del 9 de febrero y del 30 de marzo-, siguiendo, otra vez, a la Fed. Con esto, cuando la tasa llegue a 11% para México y a 5% para Estados Unidos, en Consultores Internacionales, S.C. esperamos que la tasa se mantenga allí durante los meses restantes a pesar de la posible desaceleración corta en EU, que golpeará con más intensidad la actividad económica mexicana.
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