El 14 de enero de 1982 aparecieron vomitados por una esclusa del río Tula los cadáveres torturados y mutilados de 11 asaltabancos colombianos y un mexicano. Más tarde, se sabría que quien estuvo al mando de la investigación, Francisco Sahagún Baca, jefe de la temible y siniestra División de Investigación para la Delincuencia, fue también el autor intelectual. El caso del multihomicidio le valió a Pancho, brazo derecho de Arturo “El Negro” Durazo, la portada del número 1112 de la sanguinaria y justiciera revista Alarma!

En su portada se podían ver, en una foto a color, los cuerpos bajo grandes bloques de hielo y al propio Sahagún Baca dándole explicaciones a los reporteros. En sus páginas interiores (que no tienen desperdicio) varios artículos daban fe, santo y seña del “Tulazo”. También vienen las 12 fotos de los ejecutores: los miembros del grupo Jaguar. Nadie en ese momento supo de la otra cara de Pancho Sahagún: era poeta, compositor y estuvo a punto de firmar contrato con la disquera Polygram, previa entrevista con dos ejecutivos en el Terraza Casino, que luego fue Rockotitlán.

Mas tarde, a Ismael Rodríguez Jr., hijo del director de cabecera de Pedro Infante, se le ocurrió la idea de hacer una película del caso, que resultó por demás delirante y violentísima por su frenético montaje y exceso de gore. Hubo más de un crítico que la crucificó sin piedad siendo prohibida y mutilada, hasta que se levantó de las cenizas y resucitó en DVD. Los que tenían alguna copia clandestina celebraron de gusto porque venía hasta con las escenas que fueron censuradas por su extrema violencia.

El reparto de la cinta era un lujo: Narciso Busquets era Pancho, Hugo Stiglitz, El Man. Gerardo “El Chiquilín” Zepeda era La Madrina, José Carlos Ruiz, El Mulato. También actuaron la escultural María Cardinal, Carlos East, Carmen Salinas, Roxana Chávez, Carlos Cámara (El Che), Abril Campillo, Carlos Benavides y Cuitlahuac Rodríguez. La portada del DVD, en el más puro estilo gráfico de Alarma!, era un lujo que sólo el cine mexicano bizarro se podía dar en el ámbito de la violencia gráfica desquiciada, el crimen y el vicio.

Está claro que Busquets buscaba el Ariel y Pancho la gloria eterna del celuloide. Sin embargo, los dos se quedaron con las manos ensangrentadas y sin nada. Así, Pancho recapituló antes de desaparecer de la escena del crimen y de la vida pública: “No se permitirá que las diferencias ideológicas de individuos sudamericanos se dirimieran en México y menos con base en homicidios brutales”. Ya se sabe, no es la gran película, pero es la película y el culto no esperó.

La madre del taxista mexicano Armando Mogollan Pérez fue quien dio la pista para esclarecer el caso de los asesinatos del Río Tula, previa caída libre de 70 metros al drenaje profundo de los cuerpos ajusticiados por el grupo Jaguar. La cortina de humo del paradero real y ficticio de Panchito y hasta su nombre en un mausoleo es fascinante, como la conexión de la película en el caso Buendía, y bien puede dar para otra película del primo de la señora Marta.

Google News

TEMAS RELACIONADOS