San José.— La decisión del gobierno de Estados Unidos de acusar en cortes estadounidenses por narcoactividad al alto mando del régimen de Venezuela detonó en el máximo círculo del poder político, militar, paramilitar y judicial de Caracas una alerta con recordatorio y fechas: el fantasma de Panamá, de 1988 a 1990.
El proceso que la administración del presidente Donald Trump abrió en tribunales de Nueva York, Miami y Washington contra Nicolás Maduro y 14 personajes del aparato de control en Venezuela, se inició sin que nadie todavía apueste, ni con cartas marcadas, a que la crisis venezolana tendrá un desenlace idéntico a la panameña: intervención militar. Ante cortes en Tampa y Miami, Estados Unidos acusó en febrero de 1988 de narcotráfico al general Manuel Noriega, entonces “hombre fuerte” de Panamá sobre presidentes títeres de turno y jefe desde 1983 de las ya abolidas Fuerzas de Defensa (ejército) como dictador.
Noriega fue acusado por conspirar desde 1985 con el Cártel de Medellín, mafia colombiana dirigida por Pablo Escobar Gaviria (muerto a balazos en Colombia en 1993), y convertir a Panamá en pieza clave del tráfico internacional de drogas y del lavado de dinero.
Apoyado en la oposición panameña, EU zanjó el lío con una invasión armada a Panamá que lanzó el 20 de diciembre de 1989. Al amanecer del 3 de enero de 1990, Noriega se entregó a EU, quedó en custodia de la DEA, agencia antidroga estadounidense, y se le condenó en 1992 en ese país a 40 años de cárcel. Tras purgar pena con rebaja, en 2010 se le deportó a Francia a cumplir sentencia por blanqueo de dinero y en diciembre de 2011 a Panamá, a descontar prisión por homicidios y murió en su país en 2017 de causas naturales.
Como a Noriega, a Maduro se le busca por supuesto vínculo criminal colombiano, al aliarse en 2006 a las ahora disueltas guerrillas izquierdistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para traficar cocaína a EU. “La situación es de mucha gravedad”, dijo el venezolano Luis Cedeño, director ejecutivo de Paz Activa, organización (no estatal) de Caracas de seguridad y geopolítica. “Hasta este momento no se había generado ese tipo de acusación directamente a la figura (…) de Maduro. Es un nuevo avance en la política de EU de presionar para que en Venezuela exista una salida lo más pronto posible y negociada” entre opositores y oficialistas, explicó Cedeño a EL UNIVERSAL.
Maduro y Noriega llegaron casi por accidente al poder. Noriega ascendió de la mano del general Omar Torrijos, su mentor y cabecilla de un golpe de Estado en 1968 que instaló el sistema político-militar que gobernó 21 años en Panamá hasta 1989 con la invasión de EU. Torrijos murió en un percance aéreo en 1981 en Panamá.
Al agravarse su salud a inicios de 2013, Hugo Chávez, entonces presidente de Venezuela, nombró a Maduro sucesor. Chávez murió en marzo de 2013, Maduro asumió como interino y ganó unos comicios para iniciar un primer sexenio en abril de ese año, reelegirse en unas cuestionadas elecciones en 2018 y comenzar el segundo en enero de 2019. Cuando se le acusó en EU, Noriega quitó y puso presidentes y Panamá estalló en revueltas opositoras hasta la invasión de EU. Maduro es mandamás sin tener que quitar o poner gobernantes marionetas, pero el fantasma de Panamá ya sobrevuela su círculo de poder.