¿Es posible presentar en términos contemporáneos un filme clásico de hace 60 años? Cuando el musical En el barrio (2021), del sobrevalorado Lin Manuel Miranda, replanteó lo social de Amor sin barreras, es la pregunta que pesa sobre el filme homónimo, el 37, del veterano Steven Spielberg (2021).

Amor sin barreras (1961), dirigida por Robert Wise y el coreógrafo Jerome Robbins, tuvo a su favor un notable guión de Ernest Lehman, basado en el libreto de Arthur Laurents, a su vez sugerido por Romeo y Julieta de Shakespeare, con música de Leonard Bernstein y del recién fallecido Stephen Sondheim.

Ubicada en una Nueva York socialmente convulsionada con temas raciales, instantánea fue su consagración al mezclar perfectamente cine & musical. Hoy está entre las mejores películas de la historia.

Superarla, por más que Spielberg sea maestro, era imposible. El guión de Tony Kusher sigue de cerca los aciertos de Lehman; añade detalles referidos al conflicto y la obra teatral que creyó sustanciales, sin serlo. El coreógrafo Justin Peck nomás desempolva el trabajo de Robbins. Y la partitura, dirigida por Gustavo Dudamel, no tuvo cambios.

La historia de Tony (Ansel Elgort) y María (Rachel Zegler) y el hipermachista de caricatura Bernardo (David Álvarez), cobra vida, idéntica a la de marionetas, sin la vitalidad de los estelares Natalie Wood, Richard Beymer y George Chakiris en los mismos papeles. Incluye en papelito secundario a la legendaria Rita Moreno, sorprendente a sus 90 años, que se volvió estrella en la versión 1961. Desmesurado objeto de rutinaria nostalgia, maquillado con artificial colorido (estridente foto de Janusz Kaminski), este musical es clon del original.

La dirección es increíble, no por buena, sino por cautelosa. Spielberg evita meter la pata siendo políticamente correcto. Claro, su reciclado parece buen montaje. Pero carece de inspiración.

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