El 30 de octubre de 1938 un programa de radio tuvo a bien leer una adaptación del libro La guerra de los mundos, de H.G. Wells al aire. Según mitos urbanos, la transmisión provocó un pánico generalizado dado que gran parte de la audiencia habría creído en verdad que se trataba de una invasión alienígena. Con el tiempo, distintos investigadores han refutado ese mito y asegurado que se trata de una exageración y que no hubo ningún revuelo en las calles de ningún sitio. El mes pasado, veteranos retirados testificaron en el Congreso de Estados Unidos y explicaron que se habían recuperado naves y material "no biológico". En términos simples, objetos voladores no identificados (Ovnis) y, presumiblemente, sus pilotos. Curiosamente, la reacción generalizada fue muy parecida a aquélla de la transmisión de La guerra de los mundos en 1938.
La sobreabundancia y frenetismo de la producción de información y noticias parece haberle restado brillo a la noticia alienígena. Si nos están viendo cualesquiera extraterrestres, seguramente estarán harto decepcionados de que no nos volcamos en las calles a recibirlos armados hasta los dientes o haciendo un carnaval de bienvenida intergaláctico. Parece una ecuación sencilla: entre más novedades se producen, nuestra capacidad de asombro se reduce en la misma medida. Ciertamente hay seguimientos noticiosos urgentes, pero casi habría apostado a que una noticia de esta naturaleza generaría un poco más de curiosidad, ya no digamos preocupación.
Tengo para mí que así es esto. El asombro, la generación de noticias, estas mismas palabras cuya tinta todavía no acaba de secarse y cuya vigencia es brevísima. Nuestra reacción generalizada es acaso tan fascinante como las noticias en sí mismas. Hace apenas unos días la nave Vikram alunizó exitosamente en una región gélida de la Luna a la que ninguna misión lunar había llegado antes. Se trata de una proeza enorme para todos como especie. la misión Chandrayaan-3 del gobierno de india logró alunizar a Vikram y las máquinas de medición que lleva dentro. La nave habría despegado en una base en el sur de India y alunizado en el polo sur lunar, y su maniobra exitosa fue celebrada merecidamente en India. En México y algunos otros países, la noticia se convirtió rápidamente en memes- artefactos que dan cuenta de que una noticia se vuelve relevante o, al menos, conocida. Como buen artefacto cultural y reflejo de nuestro pensamiento y dogmas, los memes trataban la misión lunar Chandrayaan-3 con un tono de burla, casi con incredulidad.
Más allá de la hazaña de lograr alunizar en una región absolutamente nueva de la Luna, la misión es la mar de importante para todos los que estamos aquí, en el planeta y, más específicamente, en el sur global. Hemos vivido tanto tiempo bajo la idea de que solo dos potencias mundiales podían permitirse viajar al espacio que la idea de que alguien se salga de ese libreto nos revienta la cabeza. Luego hemos vivido estos años viendo cómo millonarios utilizan exploraciones espaciales como muestra de quién tiene el ego más grande y restregándonos que viajar al espacio es para una primera clase a la que nunca aspiraremos. Tanto tiempo nos hemos llenado la cabeza con esos lugares comunes que cuando una expedición cuyo nombre en sánscrito es "nave lunar" logra tocar suave y maravillosamente el suelo de la luna, nuestro único mecanismo es minimizarlo con una risa nerviosa. A veces dice más la reacción de quien lee la noticia que la noticia en sí misma.
@elpepesanchez