En participaciones anteriores hemos estado analizando el momento que atraviesa el mundo. Acontecimientos de gran intensidad, con efectos profundos indican que no estamos en una época de cambios, sino en un verdadero cambio de época.

Los cambios de época no se caracterizan por externalidades como la mejora en el modo de vida o el avance tecnológico —aunque influyan en ello—, sino más bien por la forma en que las personas conciben la realidad y se relacionan con ella. Así ocurrió con el surgimiento de la Antigüedad y las primeras civilizaciones, la Edad Media y la Modernidad. Cada uno de esos cambios supuso una relación distinta de quienes formaban el mundo de la época que terminaba con su entorno.

En el momento actual estamos viviendo un momento de cambios profundos, cambios que significan un nuevo modo de relacionarse con la realidad como lo hemos venido analizando en este espacio. Hoy nos referiremos a uno especialmente relevante: la concepción del espacio y el tiempo.

Está cambiando nuestra concepción del espacio porque la cada vez mayor convivencia a través de pantallas modifica la percepción de la distancia y el espacio. En recientes estudios se aprecia que muchas personas, sobre todo de las generaciones Centennial y Alfa confunden el lugar donde vieron a una persona. La confusión del lugar genera una percepción diferente de la distancia.

También está cambiando nuestra concepción del tiempo porque el número de impactos de información a través de las redes sociales y los medios de comunicación que una persona común tiene al día se cuentan por miles. La percepción del paso del tiempo depende de los referentes que tenemos a lo largo de los ciclos que vivimos.

Sabemos el momento del año en que nos encontramos por las efemérides del momento y lo que significan en nuestra vida: el tiempo de Semana Santa, el verano, el día de muertos o la Navidad. Cuando la cantidad de impactos rebasa nuestra capacidad de procesamiento decae la sensibilidad sobre el momento que estamos viviendo.

Dice con razón un viejo aforismo que “la exacerbación de los sentidos produce el derribo de la inteligencia”. Cuando estamos sujetos a tantos estímulos nuestra sensibilidad disminuye. De manera específica, el tiempo pasa más rápido porque perdemos significancia de los ciclos.

Cada vez que en la historia de la humanidad ha cambiado la concepción del espacio o del tiempo ha surgido una nueva época histórica porque se transforma la cosmovisión.

Así pasó con la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V. Al caer Roma se acabó la pax, aquella seguridad que garantizaba una vida relativamente tranquila en todo el territorio y toda Europa se vió obligada a refugiarse en la figura de los feudos.

Del macroespacio imperial se pasó al microespacio feudal y el resultado fue la terminación de la época antigua y el inicio de la época medieval.

Algo similar ocurrió con la Revolución Industrial: la sociedad agraria, dispersa en pequeñas poblaciones emigró a las ciudades, dando lugar a las grandes concentraciones urbanas: cambió el espacio y el tiempo pasando a la nueva era industrial.

Nuestra percepción del tiempo y del espacio están cambiando de forma acelerada, un indicador de que estamos en los albores de una nueva época en la historia de la humanidad.

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Presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad Panamericana-IPADE

 

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