Como es tradición cada 30 de abril, este año se festejará el día del niño y de la niña o, si se prefiere, de la infancia. Se trata de recordar(nos) la importancia de la infancia feliz y segura y que se hagan efectivos sus derechos a la vida, a la educación, a la alimentación, a la salud, al agua, a la identidad, a la libertad y, sobre todo, a la protección, para su desarrollo pleno como humanos. Es también, conmemorar el principio fundamental del “interés superior de la niñez” reconocido en la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.

Muy bien, pero ¿cómo vamos? Lejos aún. Claro que hemos dado pasos hacia adelante gracias a los que hoy contamos con políticas públicas que han reconocido e incorporado a nuestro orden normativo los derechos de la infancia. Negarlo sería mentir. Sin embargo, tampoco podemos negar que todavía existen problemas graves de pobreza, discriminación, violencia, adicciones y desprotección que en muchos sentidos han generado cifras importantes de niños y niñas en situación de calle, segregados, enfermos por adicciones, violentados y en no pocas ocasiones sometidos por grupos delincuenciales que los dañan como víctimas o los incorporan a sus filas. Según el UNICEF, la cifra de niños y niñas pobres en México alcanza el 51.1 por ciento, y el 62 por ciento han sufrido maltrato infantil en diferentes formas. También se sabe que la delincuencia organizada ha estado involucrada en la explotación de niños y niñas en actividades ilegales como el tráfico de drogas y de personas, prostitución y violencia armada. Según un informe, también del UNICEF, publicado en 2019, México es uno de los países de América Latina con la tasa más alta de homicidios de niños y niñas, y muchos de estos homicidios están relacionados con la delincuencia organizada.

Pero no sólo los problemas de pobreza, maltrato infantil y delincuencia son apremiantes. También preocupa la situación de la educación. Según el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 de la UNESCO, muchos niños y niñas mexicanos no tienen acceso a la educación debido a falta de recursos, discriminación de género, trabajo infantil, desplazamiento y falta de infraestructura educativa en sus comunidades. Nada de bueno hay en ello. No sólo se generan graves consecuencias en su porvenir, sino que se afecta a la sociedad en general que requiere, cada día con mayor urgencia, de personas preparadas para preservarla y guiarla en el futuro.

Ojalá este día de la infancia recordemos que aún falta mucho por hacer para que sea realidad el principio del interés superior de la niñez, en toda su extensión y contenido. Sería una gran acción

conmemorativa que, por ejemplo, nuestras autoridades asignaran presupuestos suficientes para el bienestar de la infancia, al entender que la austeridad en perjuicio de niños y niñas condena a la sociedad del futuro. Suena a lugar común, pero en verdad México será un mejor lugar cuando su infancia crezca en ambientes sanos y libres de violencia en los que, simple y sencillamente, sean felices. Y lo será para beneficio de todos pues, como bien dijera Albert Einstein, “la palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices”.

Jorge Nader Kuri, abogado penalista.

@JorgeNaderK

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