Por regiones, la lucha en contra de la pandemia del Covid-19 ofrece una diversidad que desmiente un mundo globalizado. En Asia la infección está mejor controlada, con pocos casos en Singapur, Hong-Kong y Singapur. Corea del Sur y Japón han pasado la etapa crítica. China se repone después de haber sido el origen. Por el contrario, Europa ha sido incapaz de hacerle frente con mínimas garantías. En particular, Italia, España, Francia, Alemania y Reino Unido. Italia y España arrojan un número de contagios y muertes alarmantes. Inoperantes, sus gobiernos no entendieron la gravedad de la situación. Irresponsablemente permitieron eventos multitudinarios, en ocasiones por oportunismo político, en que se expandió el virus. Sin prevención, creció en número de contagios de manera exponencial. A la vez, la escasez de recursos sanitarios propicia la muerte de muchos ciudadanos, mientras los gobiernos parecen inmovilizados, sin acertar a implementar medidas eficaces y concretas. El peso de la lucha recae en un personal médico y sanitario superado. En España, el 15% de este personal está contagiado. Los ataúdes se acumulan en espacios públicos en que hace apenas unos días se patinaba sobre hielo. Se cierran fronteras en el entendido de que no sirve de nada. Un gesto a la galería. En América Latina, Argentina, Brasil y México tienen el mayor número de infectados, todavía poco significativo a pesar de que ya registran algunas muertes. México no puede competir con las ordenadas y tecnológicamente avanzadas sociedades asiáticas, pero tampoco con los sistemas de salud europeos. Asía ha depositado su esperanza para superar la pandemia en las plataformas digitales, por medio de las que se sigue puntualmente a los ciudadanos. Europa, más escéptica o descreída, apostó por la intervención inmediata desechando la prevención. La ausencia en el viejo continente de seguimiento digital y de políticas de prevención demuestra que la pandemia no se contiene en hospitales y centros de salud. La experiencia asiática demuestra que las posibilidades digitales son decisivas para combatir una epidemia en que los hospitales demuestran su inoperancia. En nuestro país, la sociedad civil y algunos Estados adoptaron medidas preventivas, pero poco se insiste en el seguimiento digital que, como Asia demuestra, ha sido fundamental para frenar la pandemia.

En cuanto al sistema de salud mexicano, todo indica que es incapaz de asumir el combate frente al coronavirus. Nada tiene que ver que sea un sistema competente, sino que la avalancha de infectados lo vuelve inoperativo como muestran los países europeos. Asia y Europa nos enseñan hasta ahora los dos modelos para frenar la pandemia. No hay duda de que la eficacia está del lado de los asiáticos. El Gobierno de México debería tomar nota de la experiencia de unos y otros. Atenerse a las políticas europeas implica una pandemia incontrolable que sólo causa impotencia y muerte. Adoptar el asiático favorece una prevención e intervención inmediata para paliar contagios e infecciones. El combate no está en los hospitales y en los centros de salud, sino en la calle y, en la medida de las posibilidades, en el monitoreo de los habitantes. México todavía está a tiempo de implementar un seguimiento digital de muchos ciudadanos. La batalla no puede darse en los hospitales puesto que es aceptar la derrota de antemano.

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