Cuando estaba por iniciar la primaria nos cambiamos de casa; recuerdo claramente que mi papá dijo: “nos vendremos a Copilco, ya que está muy cerca de la UNAM, para que les quede cerca cuando crezcan”. Soy el mayor de mis hermanos y todos veíamos muy lejano entrar a la Universidad. Pero mis compañeros de primaria me decían el Ingeniero, pues me gustaba saber cómo funcionaban las cosas y cómo se fabricaban, así que desde entonces sabía qué era lo que quería ser: ingeniero mecánico.

Sin duda, una de las decisiones más importantes en mi carrera fue hacer mi Servicio Social y la tesis en el Centro de Diseño Mecánico e Innovación Tecnológica (CDMIT) de la Facultad de Ingeniería, ahí participé en proyectos reales patrocinados por la industria, en los que todos —desde los alumnos recién llegados hasta los profesores de más experiencia— trabajábamos juntos hasta que las máquinas, los productos y los procesos que se diseñaban: “Hablaran como debían hablar, funcionaran como debían funcionar”.

Participar en proyectos industriales reales en el CDMIT fue el impulso para hacer la maestría y posteriormente el doctorado en el área de diseño. En el CDMIT dirigí 25 proyectos de diseño mecatrónico de productos y máquinas originales, en los que participaron varios cientos de alumnos.

Como coordinador de las carreras de Ingeniería Mecánica e Ingeniería Industrial fui responsable del proceso de actualización de los programas de estas dos licenciaturas. Ahí comenzó mi gusto por todas las actividades que implican la modificación y creación de planes de estudio en la UNAM.

Con el apoyo de una beca de la UNAM hice mi doctorado en Inglaterra, en el área de diseño para ensamble, en un ambiente de ingeniería concurrente. Al regresar a México, y como jefe del departamento de Ingeniería Mecatrónica, tuve la fortuna de presentar el proyecto para crear esta licenciatura ante las instancias universitarias y lograr la aprobación de este plan de estudios; posteriormente participé en la fundación de la maestría y el doctorado en Mecatrónica y unos años después coordiné la creación de la licenciatura en Ingeniería en Sistemas Biomédicos.

Durante esos años mis proyectos de investigación y desarrollo tecnológico se enfocaron en el área de sistemas para mejorar la calidad de vida de las personas con alguna discapacidad, particularmente en el diseño de prótesis mecatrónicas. Con estos antecedentes, me integré al grupo de trabajo para crear la licenciatura en Órtesis y Prótesis en la ENES Juriquilla, donde me invitaron a colaborar como secretario general; sin duda es un gran honor participar en el establecimiento de una nueva Escuela en la UNAM.

La satisfacción de ver una máquina de diseño original funcionando y la alegría de presenciar la apertura de una nueva carrera en la UNAM son superadas cuando se titulan los estudiantes que me confiaron la dirección de sus tesis o trabajos terminales, y esta emoción aumenta cuando el estudiante proviene de una familia de escasos recursos, en la que, en ocasiones, sus padres no hablan español; verlos titularse es un motivo de enorme alegría para todos. Esta movilidad social, en la cual estudiantes talentosos tienen una beca que los ayuda para estudiar y titularse, es una de las grandes oportunidades que otorga la Fundación UNAM y todo el apoyo que le brindemos se multiplicará en la formación de nuevos talentos para nuestro país.

Secretario General, ENES Juriquilla

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