¿En qué momento comenzaremos a llamarle a las cosas por su nombre en este país? ¿Cuándo dejaremos de conformarnos con pretextos, culpas al pasado, afirmaciones frívolas y promesas de que todo estará bien? Hagamos un breve recuento de hechos acaecidos en las últimas semanas: el secuestro de la alcaldesa de Cotija, Yolanda Sánchez Figueroa; una crisis migratoria que se desborda por ambas fronteras; la pugna entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, entrando en caravana triunfante, por el control territorial de Chiapas, que tiene en la zozobra a la población; asesinan en Sonora a Jesús Gutiérrez Vergara, un periodista más; en Guerrero, en un lapso de tres días, ejecutan al Delegado de la Fiscalía General de la República, Fernando García, y al teniente coronel del Ejército, Víctor Manuel Salas Cuadras, quien era fiscal regional en tierra caliente; en Chilpancingo, la alcaldesa Norma Otilia Hernández, se sienta a departir alegremente con “Los Ardillos” mientras ejecutan a choferes de taxis y dejan siete cuerpos desmembrados en una de las principales arterias de la capital; asesinan al excomisionado estatal de atención a víctimas, también en un bar de Chilpancingo, Enrique Hinterholzer; nada se sabe del paradero de los cinco jóvenes de Lagos de Moreno, tras exhibir la brutalidad con la que fueron secuestrados y ultrajados; son más de 40 mil desaparecidos en lo que va de la actual administración; también, con cifras oficiales, sabemos que han muerto, por homicidios dolosos, más de 160 mil personas, incluidos once feminicidios por día; bloqueos, quemas de tiendas Oxxo y de vehículos en Apatzingán, región en la que mataron al exlíder de las autodefensas, Hipólito Mora, quien había recibido amenazas y las autoridades lo sabían; 34 cuerpos desmembrados fueron encontrados en hieleras y refrigeradores, en Poza Rica, Veracruz; y siete jóvenes de entre 14 y 18 años fueron secuestrados este fin de semana en la comunidad de Malpaso, Zacatecas. No en balde se dice que los cárteles de la droga son el quinto empleador más grande del país, mientras el presidente se apresta a visitar, una vez más, Badiraguato, cuna de “los chapos”. El artículo 139 del Código Penal Federal tipifica, con todas sus letras, el delito de “terrorismo”, pero López Obrador se niega a reconocerlo. Rodrigo Castellanos afirma que “un Estado fallido es aquel que no puede garantizar su propio funcionamiento o los servicios básicos a la población”. Va en serio: pregunto: ¿acaso lo que estamos viviendo no debería calificarse como un Estado fallido? Y la violencia brutal e indiscriminada con que se ejecuta o atemoriza a gente inocente, ¿no debe llamarse terrorismo?

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