La historiadora Ana Buriano Castro falleció el 7 de febrero de 2019 en la Ciudad de México. Había nacido en Montevideo el 8 de abril de 1945. Ana fue una académica tan brillante como modesta, comprometida con la investigación histórica, hecha en la reflexión crítica y responsable con los presentes que le tocó vivir. Así, también destacó por su dedicación en la cátedra o en la dirección específica de tesis. Fue una mujer de firmes principios y un ser humano que desplegaba la solidaridad y la generosidad en cada minuto, como su historia personal lo evidencia. Su velorio dio muestras de los afectos y reconocimientos de colegas, amigos, compañeros de la comunidad del Instituto Mora, estudiantes, de todo lo que construyó en su vida mexicana.

Junto a su marido, Iván Altesor, y a su hijo mayor, Andrés, llegó por primera vez a México en 1976. En Uruguay se había instalado una dictadura cívicomilitar que la persiguió igual que a su familia. Venía desde su primer tierra de exilio, Argentina, y continuó también en 1976 la ruta de nuevas tierras de exilio y trabajo internacionalista. Residió en la URSS, en Cuba, en Nicaragua, para luego regresar definitivamente a México en 1983. Para entonces la familia incluía a su hija María Eugenia, nacida en Cuba.

De manera permanente como si la vida no tuviera fin, comenzó una y otra vez. Se había iniciado en la actividad docente en su Uruguay natal, luego la retomó en Cuba y Nicaragua en 1980, y la culminó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a la que renunció cuando ya su enfermedad le impidió ir los viernes en la tarde a dar su clase.

Retornada a México, y sin la documentación oficial que la acreditaba como egresada del Instituto de Profesores Artigas (reconocido como de nivel universitario), misma que no pudo obtener en Uruguay por las condiciones de represión política existentes en la época, se propuso un nuevo reto: estudiar y concluir la licenciatura en Historia en la UNAM. Ello le permitió contar con su acreditación de nivel universitario para continuar sus estudios en la UNAM hasta obtener su grado de doctora en Estudios Latinoamericanos.

Su actividad como bibliotecaria primero, y luego el ingreso como profesora investigadora al Instituto Mora, le facilitó su crecimiento académico hasta destacar en el campo de la historia decimonónica del Ecuador. Sin duda, hay que decirlo, se convirtió en una de las ecuatorianistas más influyentes de las últimas décadas en América Latina. Algunos títulos de su obra dan cuenta de la contribución en este campo historiográfico: su tesis Los conservadores ecuatorianos, 1860-1875. Un proyecto de consolidación estatal: de las hegemonías compartidas a los límites y las decepciones fue publicada por el Instituto Mora en 2008 bajo el título Navegando en la borrasca: construir la nación de la fe en el mundo de la impiedad. Ecuador, 1860-1875; El “espíritu nacional” del Ecuador católico: artículos selectos de El Nacional, 1872-1875 (2011) o algunos de sus artículos, como por ejemplo: Venturas y desventuras del misionero redentorista Pedro Celestino López en el Ecuador garciano,1870-1875: un caso revelador (2018), Entre el protectorado y la República del Sagrado Corazón: el Ecuador garciano, 1860-1875 (2015), El espíritu nacional del Ecuador católico: política y religión (2014), Ecuador, 1868: la frustración de una transición. Coyuntura electoral y prácticas políticas (2013), La construcción historiográfica de la nación ecuatoriana en los textos tempranos (2009), Ecuador: un régimen conservador en épocas de liberalismo rampante (2007) y Ecuador latitud cero. Una mirada al proceso de construcción de la nación (2008).

Pero Ana no solo dedicó su trabajo intelectual a la historia decimonónica del Ecuador, también dedicó su vida a otra pasión. Se destacó en la historia reciente de América Latina en la que en distintos procesos y con diferentes actores estuvo íntimamente involucrada y sobre la cual investigó, reflexionó y aportó de manera original. Numerosos textos recogen su conocimiento histórico logrado mediante reflexiones documentadas desde diversas fuentes. Las introducciones en los libros editados por el Instituto Mora, Tras la memoria: el asilo diplomático en tiempos de la Operación Cóndor (2000) y Política y memoria: a 40 años de los golpes de Estado en Chile y Uruguay (2015), dan cuenta de su dedicación e interés en ahondar ese campo historiográfico, así como también en los artículos y capítulos; por ejemplo, Derecho, trauma social y restitución. Sincronía y unicidad: el caso de Uruguay (2012) y Monolitismo y pluralismo del exilio uruguayo en la URSS: género y memoria (2018).

Los últimos años los dedicó a investigar y producir sobre el comportamiento como técnicos, de los integrantes de los equipos de antropología forense latinoamericanos, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como acerca de las principales sentencias de este tribunal sobre delitos de lesa humanidad. Menciono como ejemplo solo dos títulos de capítulos: El derecho interamericano de los derechos humanos y la antropología forense (2017) y Antropología forense, cuerpos y memorias (en prensa).

Sin duda Ana atrajo el interés e inspiró a muchos colegas y estudiantes; dedicó hasta sus últimos días –sí, así fue y hay que recordarlo–, con sus agudas reflexiones, al trabajo comprometido en las investigaciones en curso, a los proyectos que no pudo concluir, al seminario interinstitucional de historia reciente que co-coordinaba y a las direcciones de tesis. Y no debe olvidarse que, plenamente consciente como estuvo hasta sus últimas horas, procuró con valentía y convicción –que nunca abandonó– dejar pocas deudas académicas cuando éstas eran colectivas. Nos dejó a sus colegas y amigas con el compromiso de no “quebrarnos” ante su partida como ella no lo hizo ante las adversidades que le tocó vivir. Honor a la académica, con una trayectoria intelectual brillante, y a la mujer íntegra y generosa que fue. ¡Hasta siempre Ana!

Este lunes 23 de septiembre, a las 5:00 de la tarde, en las instalaciones de la sede Poussin del Instituto Mora (Calle Poussin No. 45, Col. Mixcoac, Delegación Benito Juárez, CP 03730, Ciudad de Mexico) se le va a realizar un merecido homenaje a esta gran investigadora, ya que la Sala de Lectura de este centro recibirá su nombre y, además se va a presentar su obra póstuma Panorámica de la prensa en el Ecuador garciano: construcción y cuestionamiento de una legitimidad política, 1860-1875. Los esperamos.

*La base de este texto fue publicada en el número 435 del Boletín del Comité Mexicano de Ciencias Históricas.

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