¿Recuerdan Bandersnatch? Ese experimento de Netflix que hizo creer a muchos que era una idea novedosísima poner a interactuar al espectador en un relato, en este caso una película; en Bandersnatch podemos elegir los rumbos que toman los personajes para llegar a uno (o a todos) de los cinco finales disponibles. Es cierto, con un sistema como Netflix, con las bondades del streaming y el almacenamiento de datos en la nube, esta posibilidad de interacción en la narrativa de un producto audiovisual no tenía antecedentes, al menos no a esos niveles. Hay por ahí también una serie de “no ficción” con el aventurero y exmilitar inglés Bear Grylls (famoso por sus programas “escatológicos” de supervivencia) en donde el espectador “decide” por dónde llevar la historia. Hay también una cantidad importante de videojuegos que exploran estas estructuras; Until Down, Hidden Agenda o Life is Strange, por mencionar algunos.

En la literatura, por sus características, estas formas no son tan nuevas, ha habido experimentaciones con lo “metaliterario” desde hace mucho, mucho tiempo; ya en el Quijote, algunos personajes se saltan las estructuras y hacen comentarios sobre Cervantes (es decir, hay una interacción “a la inversa”) u obras que eran conocidas por todos en aquellos años, había de alguna manera una interacción directa entre la ficción y la realidad. O la Historia sin Fin, de Ende, que busca dar al lector una consciencia particular de su relación con el relato. Qué decir de Cortázar y su Rayuela, en la que le da ciertas libertades al lector para entrar a su obra de manera no lineal, con lo que se abren posibilidades de lectura casi infinitos.

Quizá el ejemplo, literario, más claro y cercano a las pretensiones de Bandersnatch no está en la llamada Alta Literatura, sino en experimentos más lúdicos y simples, hablamos de “Elige tu propia aventura”, una serie de “librojuegos” que permitían el lector influir sobre las decisiones que tomarán los personajes a lo largo del relato. Estos libros se publicaron desde finales de los 70, hasta los albores del siglo XX, en México hubo reediciones en 2008.

Hoy, hay opciones interesantes para quien quiera crear una historia tipo Bandersnatch o Elige tu propia aventura. Una poco conocida, pero muy activa es “Rayuela de Arena” (búsquela así, desde el navegador), una comunidad, en español, donde se forman eventos en los que se invita a autores (sea cual sea su nivel) a crear historias interactivas a partir de un tema común. Pathbooks es otro sitio que ha organizado en el pasado convocatorias para que autores escriban obras interactivas; o si prefieres ir por tu cuenta, encontrarás un buen número de plantillas y escaletas en la red para experimentar con el relato interactivo. También en el terreno audiovisual hay opciones, programas como RacontR, Korsakow o Klynt; por supuesto, dadas las posibilidades del multimedia, estos últimos buscan la interacción con el espectador desde otras perspectivas: puntos de vista, inmersión o realidades virtuales que permiten tomar decisiones desde adentro de las narrativas. Bandersnatch no es el primero, o el mejor, proyecto que explora la interacción entre creadores y espectadores; pero sí, dada su importancia mediática, el proyecto que está catapultando el interés en estas particulares formas narrativas.

@Lacevos

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