La frase acuñada por el Primer Mandatario, Andrés Manuel López Obrador , dio la vuelta al mundo: “la nueva normalidad” . Esta frase nos permite observar que, efectivamente, hay un antes y un después de la aparición del terrible Covid-19 . La humanidad, a lo largo de su historia, ha resistido en diversas ocasiones flagelos similares al que hoy vive el mundo. El desarrollo científico y tecnológico, no es lo único que aporta la globalización; compartimos los bienes y males con el mundo entero. El origen de esta pandemia se registró en la provincia de Wuhan, en la República Popular China, y en menos de tres meses alcanzó a nuestro país, con las lamentables consecuencias de mortandad que hoy lastima a miles de familias.

La nueva normalidad que hoy se presenta para nosotros, será la normalidad para futuras generaciones. La adaptabilidad del ser humano a las diferentes circunstancias que se le presentan, es una cualidad de nuestra especie desde su aparición hace dos millones de años. Efectivamente, en la sociedad mundial nada será como lo fue apenas en el 2019; pero tal vez, la nueva normalidad, obligadamente, nos direccione para dar un valor mayor a lo que la Tierra nos provee.

En la nueva normalidad partimos de cero para obtener la cura de esta enfermedad; tendremos que recuperarnos del impacto económico, que muy pronto habrá de agudizarse; y qué decir de nuestro sistema de salud pública, fortalecerlo es prioridad, a fin de que, sin distingos, la salud esté al alcance de todos, que sea suficiente y eficiente para brindar la adecuada atención que garantice la dignidad humana.

En esta nueva normalidad, corresponde escuchar aún más los evidentes llamados que hace nuestro hábitat para preservar los recursos naturales. México avanzó dentro de la globalización de forma muy positiva, colocándonos, incluso, a la vanguardia en la proyección para la utilización de energías renovables. Es lamentable que, ante la decisión de la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, México retroceda y ahora se coloque en la retaguardia; alejándonos cada vez más de la aplicación de una política pública para preservar, cuidar y aprovechar nuestros recursos naturales.

Todo aquello que tiene que ver con la ecología y el medio ambiente, no es potestad de una sola nación, incumbe y obliga al mundo entero. Es parte de las bondades que nos ofrece la globalización. Es muy lamentable que nuestro país salga de la dinámica mundial que busca sanar la enfermedad que, en medio de su progreso, la humanidad ha inferido a la Tierra, “la Pachamama”.

La ecología nos ayuda a preservar y recuperar la salud planetaria, y la relación entre los organismos vivos, por supuesto, incluidos los seres humanos que están conectados entre sí. Nuestro compromiso es brindar a las futuras generaciones, un medio ambiente saludable y esto incluye, por supuesto, la preservación y utilización de nuestros recursos naturales de la forma más adecuada posible, para conservar el equilibrio de los sistemas biológicos.

Las energías no renovables además de costosas, se agotan de forma consistente, afectando de manera natural nuestros ecosistemas; por ello, las energías renovables son una magnífica opción si queremos actuar de forma responsable. La energía eólica y solar hoy se consolidan como la mejor opción para el suministro de la energía eléctrica que requerimos. Si el gobierno de la república pretende el monopolio de este sector, tendrá que empezar por presentar una propuesta que nos coloque a la vanguardia, y nos incluya en la responsabilidad global para preservar nuestro medio ambiente. Esta es la nueva normalidad.

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