Está claro que en el gobierno federal la carga mayor la lleva el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no solo tiene que lidiar día a día para combatir el flagelo de la delincuencia e inseguridad; sino, además, atender y salir al quite de las pifias y ocurrencias de muchos funcionarios de su gobierno a los que, a diferencia de él, los consumen la soberbia y la altanería.

Nada sería mejor que seguir el ejemplo de quien les permite ser lo que son, y evitarle más dolores de cabeza a quien lleva sobre sus hombros la responsabilidad de dirigir todo un país.

Y todo esto es justo mencionarlo cuando hemos escuchado declaraciones y hemos visto acciones de funcionarios federales que agravian a la sociedad, por ser ofensivas contra el pueblo de México o, por lo menos, contra algunos de sus sectores.

Son varios los casos que han quedado de forma clara como distintivos de lo arriba expuesto. La denostación se agrava cuando se tiene en las manos el poder del servicio público.

Las declaraciones hechas por el subdelegado del ISSSTE en el estado de Michoacán, el médico y ex autodefensa José Manuel Mireles, quien, de forma por demás vergonzosa, lastimó profundamente con sus palabras a las mujeres y dio muestra no solo de la idiosincrasia en destiempo arraigada en él, también mostró lo mucho que falta por hacer para evitar que algunos sigan observando a la mujer de una forma ofensiva y discriminatoria.

Otro caso emblemático es el que protagonizó el secretario de Turismo, Miguel Torruco Marqués, quien quería quedar bien, pero le aplicaron el principio de “No me defiendas compadre”. Y es que en algunos promocionales elaborados en la Secretaría que encabeza, se utilizó la imagen del presidente de la República, como si Andrés Manuel López Obrador necesitara de apoyo publicitario. ¿En verdad el secretario de Turismo nunca se percató de la fortalecida popularidad que tiene el primer mandatario? Vaya insensibilidad.

Un ejemplo más es el secretario de Salud, Jorge Alcocer, responsable de atender, tal vez, el problema más sensible de la población: la salud, y cuando se trata de la salud de los hijos, es lo más delicado que puede existir; sin embargo, el secretario actuó de forma contraria a lo que todo mundo esperaría. Declaró que no administrar por algunos días un fármaco utilizado para luchar contra el cáncer no representaba una urgencia médica. Lo dijo en el marco donde una veintena de padres de familia se movilizaron en el Aeropuerto de la Ciudad de México para exigir atención a sus pequeños que padecen de este terrible mal.

Y bueno el caso más reciente es el de Pedro Salmerón, hasta el pasado sábado al parecer director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, quien, en el marco del 46 aniversario luctuoso del empresario Eugenio Garza Sada, de forma por demás desatinada calificó de "valientes jóvenes" a quienes asesinaron al regiomontano, y es absurdo no solo por el contenido de sus palabras, es absurdo porque si algo ha caracterizado al presidente López Obrador es que busca la reconciliación y evita a toda costa la confrontación y la violencia.

Como dijera el refrán: “Con esos amigos…”.

En fin, ojalá y la responsabilidad al actuar de los servidores públicos federales se realice con verdadero compromiso hacia quien los hace ser lo que son, y exista la conciencia en algunos de que más ayuda el que no estorba.

Recordemos que López Obrador es el primer presidente de izquierda del tiempo contemporáneo en México. Hoy es obligación de todos los que creemos en esa ideología fortalecer las acciones que de él emanan.

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