Era un Mercedes Benz el que dio la línea. Cada noche recorría diversos antros de la Roma y la Condesa y quedó registrado en las cámaras de la ciudad.

La policía capitalina ubicó al conductor: Mauricio Peralta.

Su apodo: El Ahuatl.

Se preguntaron: “¿Y este?”.

Alguien contestó: “Es nada, es nadie”.

Y sin embargo era el encargado de cobrar el derecho de piso en los antros del corredor Roma-Condesa. Lo había hecho cuando Roberto Moyado Esparza, El Betito, fue líder la Unión. Seguía órdenes de El Pistache, uno de los jefes de ese grupo criminal.

De acuerdo con fuentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la ciudad, Peralta era nada menos que el distribuidor de droga en los antros más solicitados de la Roma y la Condesa, El Pata Negra, entre ellos.

Según la policía, le cobraban “piso”, incluso, a los cuidadores de coches y a los vendedores de chicles y de flores.¿Querías pasar con tu guitarra y cantar una canción?

“Vas”, decían. Y señalaban el Mercedes. El Mercedes era llamativo y fácil de ubicar.

Relatan que comenzaron a seguirlo y detectaron que quien lo manejaba quería reactivar los días en que El Betito tenía bajo control total los antros del corredor Roma-Condesa —e incluso manejaba sitios de  Polanco, de Acoxpa, de Coapa.

“Somos de la empresa”, decían. “Y el pago va a ser de tanto”.

Desde las siete de la noche comenzaban los recorridos para el cobro y la vigilancia.

Supieron también que El Ahuatl tenía un negocio de motos en una colonia de la alcaldía Gustavo A. Madero. Un policía encubierto dijo que ahí clonaban placas.

En ese mismo lugar lo detuvieron, a él y a su padre.

Un documento elaborado en julio pasado por la división de inteligencia de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, la Subsecretaría de Inteligencia de Investigación Policial y la Dirección General de Análisis Táctico e Investigación de Gabinete de la Secretaría de Seguridad Pública afirma que el grupo criminal que durante años hundió a la ciudad en su crisis mayor de seguridad ha perdido “estabilidad” después de que sus cabecillas más señalados han muerto o han caído en manos de la justicia.

La organización criminal que cimbró a la Ciudad de México dejando cuerpos segmentados en el puente de Insurgentes o que masacró a sus rivales en plena Plaza Garibaldi, se ha partido en células “sin que hasta el momento se tenga conocimiento de un líder que controle todas las actividades delictivas de dicha organización”.

El documento de inteligencia indica, sin embargo, que la Unión sigue operando brutalmente no solo en la alcaldía de Cuauhtémoc, donde surgió: ha expandido sus operaciones a Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Venustiano Carranza y Benito Juárez.

Cito el documento de inteligencia de la SSC: el nuevo y último líder es Eduardo Ramírez Tiburcio: El Chori.

“Entre los principales delitos que realiza son: tráfico de droga, narcomenudeo, secuestro, extorsión, cobro de piso y robo”.

Su jefe de sicarios es Fernando Contreras Martínez, El Barbas.

El mismo documento relata sus actividades: “venta y distribución de droga, expropiación de inmuebles por medio de la violencia y extorsión de comerciantes”.

Abajo de El Barbas está El Picazo. Maneja narcomenudistas del Centro y a las células que extorsionan a comerciantes establecidos.

De esas células forma parte Renat Esparza Vera, alias El Daza: de acuerdo con los reportes oficiales “opera en el centro histórico y sus inmediaciones”.

Dilan Alexis Alvarado Chávez, alias El Dilan, bajo las órdenes de todos estos, es “responsable de cobro de piso a comerciantes” y opera las extorsiones, ordena las torturas “por falta de pago” y es amo, hoy, de la Merced, la Venustiano Carranza y la Cuauhtémoc.

“La basura de la Unión Tepito quedó al frente del crimen”, revela una fuente.

“Les cuidaban los coches a los otros, eran sus escoltas. Ahora se sienten dueños de la ciudad de México y son más jóvenes, más violentos, más adictos, más locos…”.

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