Está confirmado: en 2019 México vivió los 10 meses más violentos de su historia: de enero a octubre, bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se registraron 29 mil 574 homicidios, según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Solo en octubre fueron asesinadas 94 personas cada día. Cada hora, 4 personas perdieron la vida de manera violenta.
Lo que voy a consignar ocurrió con solo unos días o unas semanas de diferencia:
En una finca de Tlajomulco, Jalisco, la policía encontró 52 bolsas de plástico negro que contenían restos humanos. Los peritos comenzaron a armar aquel rompecabezas macabro. Descubrieron que los restos correspondían a 25 personas, hombres y mujeres que habían sido brutalmente descuartizados.
En una brecha de Tonalá, Jalisco, policías municipales descubrieron, poco después del amanecer, los cadáveres de siete hombres ejecutados a tiros. Los cuerpos se hallaban dentro de tres vehículos. Las unidades no presentaban impactos de armas de fuego: no habían perseguido a las víctimas, las llevaron a la brecha, y ahí las asesinaron.
En solo seis días de noviembre 30 personas fueron ejecutadas en Ciudad Juárez, Chihuahua. De ese modo se llegó a una cifra pavorosa en la región fronteriza: 1,300 homicidios en lo que va del año. En un solo día, el martes 5 de noviembre, el crimen organizado cobró la vida de diez personas.
También en un solo día, la violencia cobró diez muertes en Nuevo León. Ahí también aparecieron bolsas negras con restos humanos, uno de los cuales pertenecía a una mujer. Estos asesinatos fueron producto de una guerra desatada entre tres grupos criminales que quieren apoderarse de la zona metropolitana de Monterrey. El hallazgo se volvió más inquietante porque al cuerpo desmembrado de una de las víctimas, le faltaba la cabeza, que no fue encontrada.
Un mes antes habían aparecido dentro de un vehículo incendiado, los cuerpos decapitados de dos personas.
En Guanajuato, un solo día de violencia dejó 25 muertos. El estado suma 2,560 homicidios dolosos: una cifra histórica que coloca a la entidad en el primer lugar nacional. Ahí han aparecido cuerpos desmembrados, decapitados, semienterrados.
En ese contexto, y “antes de que las mañaneras, la velocidad de la realidad y la inmediatez de los medios oculten lo que el atroz crimen de la familia LeBarón puso de nuevo ante la conciencia nacional: nuestra casa ensangrentada”, el poeta Javier Sicilia dedicó una carta, fuerte y dramática, al presidente López Obrador.
El brutal asesinato del hijo de Sicilia, a manos de una célula del Cártel del Pacífico Sur, llevó al poeta, hace casi una década, a encabezar un poderoso movimiento que exigió al gobierno de Felipe Calderón un cambio en la estrategia de lucha en contra del crimen organizado. Iban ya 40 mil muertos a consecuencia de esa guerra, y Sicilia advirtió que solo vendrían más muerte y más dolor.
En 2011 encabezó un “Movimiento por la paz con justicia y dignidad”, que culminó con la creación de algo inédito en México: una Ley de Víctimas.
En su devastadora misiva, Sicilia le recordó al presidente sus promesas de campaña, “hacer de la verdad, la justicia y la paz la agenda de la nación”. “Por desgracia dejaste a un lado esas promesas para poner en su lugar otras que carecen de sentido cuando el país está en llamas. A fuerza de reducir la erradicación de la violencia a abrazos y no balazos, y a un puñado de programas sociales destejidos de una verdadera y profunda política de Estado en materia de justicia transicional, la consecuencia de los abrazos es la misma que la de las balas: sufrimiento, indefensión y muerte”.
Sicilia señaló que no se trataba de cuántos abrazos o cuántos balazos había que dar para detener el horror: “Se trata de saber cuánto Estado se necesita para construir la justicia y la paz, y eso implica políticas de Estado profundas que tú, Presidente, prometiste hacer y no has hecho”, escribió.
Al presidente que ha pedido paciencia, el poeta le dijo: “Los ciudadanos que padecemos todos los días, desde hace años, las consecuencias de la violencia, que vemos cómo sus llamas consumen nuestra casa y destrozan a nuestras familias, te decimos que ya no hay tiempo”. Lo acusó de haber girado un cheque sin fondos (el de sus promesas), y anunció que volvería a marchar a el Palacio Nacional para cobrarlo.
La respuesta del presidente fue “da flojera eso”. “Imagínense que yo voy a estar esperando aquí y la prensa conservadora, fifí, y nuestros adversarios dándose vuelo. Yo haciéndoles el caldo gordo a los conservadores: ‘El gran encuentro’. Cuántos días de notas en la prensa fifí sobre la marcha y el encuentro para que me sienten en el banquillo de los acusados y todo México se dé cuenta…”.
No hay mucho qué agregar. Tal vez esta frase: Esto queríamos. Esto tenemos.
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