El primer gran éxito de fue cuando logró la titularidad en la Universidad de Michigan. Cuando ingresó, el quarterback era Brian Griese, hijo de la leyenda de los Dolphins de Miami, Bob, quien era exitoso, estaba bien posicionado y llevó a los Wolverines a ganar el campeonato de la NCAA en 1997. Griese se fue y Brady luchó por la titularidad con Drew Henson; triunfó. Acabó su carrera con Michigan, ganando el Citrus Bowl en 1998, y al año siguiente el Orange Bowl, en una de las mayores sorpresas, al derrotar a la poderosa Universidad de Alabama.

Llegó a la NFL contratado por Nueva Inglaterra y fue suplente de Drew Bledsoe solamente un año. Desde ese momento, hasta el pasado domingo, acumula siete títulos de Super Bowl, del que cinco veces fue MVP; en tres ocasiones ganó el trofeo al Jugador Más Valioso de la NFL, dos veces fue el mejor jugador ofensivo de la Liga, cuatro veces líder en pases de TD. Es decir, nadie más dominante en la historia de la NFL que Tom Brady.

Somos una generación demasiado afortunada por tener la oportunidad de documentar hazañas deportivas de esta categoría.

De los que aún están en activo, Roger Federer y Rafael Nadal han ganado 20 títulos de Grand Slam cada uno; Lewis Hamilton suma siete campeonatos de Fórmula Uno; Cristiano Ronaldo es el máximo goleador en la historia del futbol, campeón de Europa a nivel selección, con cinco títulos de Champions League y cinco Balones de Oro; Leo Messi tiene 10 títulos de Liga con Barcelona, cuatro Champions y seis Balones de Oro. Ahí ubiquemos a Tom Brady, en esta lista de activos fuera de serie.

También está Tiger Woods, 15 veces ganador de Majors y 66 victorias más en torneos de la PGA.

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Estos mismos estarán en la lista de la eternidad, compartiendo con personajes como Michael Phelps, Usain Bolt, Michael Schumacher, Pelé, Michael Jordan, Diego Maradona, Kobe Bryant, Serena Williams, Miguel Induráin, Ayrton Senna, Martina Navratilova, Carl Lewis, Alfredo di Stéfano, Andrés Iniesta, Muhammad Ali, Julio César Chávez, Mark Spitz, Jack Nicklaus, Larisa Latynina, Pavo Nurmi. Es decir, la inmortalidad es para unos cuantos, y Brady ya lo es.

El de anteayer fue un Super Bowl de muy baja audiencia en México, pero eso no quita la hazaña de Tom Brady, de la defensiva de los Buccaneers, y enseña al mundo una historia positiva, del hombre que decidió —desde la universidad— ser el mejor de la historia en este deporte. Lo consiguió cayendo bien, odiado por otros, pero nadie dejándole de reconocer su mérito en el campo.

La NFL debe estar preocupada, porque más allá de la gran hazaña de Brady y Tampa, su Súper Domingo fue descafeinado, con una semana atípica, sin la penetración de otros años, con el show de los villamelones; el del medio tiempo, sin interés ni audiencia. No se habló de los anuncios que se transmitieron en la CBS, porque pocos vieron el partido. En México, solamente 11.7 millones de personas; muy, pero muy bajo para tanta faramalla. Eso sí, no hubo quien lo viera y no se rindiera ante Brady, el mejor de la historia.

@gvlo2008

gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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