Que siempre sí se produce fentanilo en México. Tras la visita de una delegación de alto nivel de Estados Unidos, finalmente el presidente López dio un viraje a su discurso, que negaba rotundamente que en nuestro país se produjese fentanilo, y matizó sus dichos al afirmar públicamente que en México se produce la droga, pero que no se elaboran los precursores para fabricarla.

La visita fue liderada por Antony Blinken, secretario de Estado, quien estuvo acompañado por el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas; el fiscal general, Merrick Garland, y la asesora de Seguridad de la Casa Blanca, Liz Sherwood-Randall.

Los altos funcionarios estadounidenses buscaron comprometer a nuestro país en mostrar un rol más activo y claro en el combate a dicha droga sintética, un opiáceo que ha provocado una auténtica crisis de salud con cifras récord de muertes por sobredosis en su nación.

Para los Estados Unidos los dos actores principales que se deben atacar son el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), organizaciones criminales con nexos y presencia internacional.

La comitiva pidió que se extraditen más narcotraficantes y se desmantelen más laboratorios clandestinos de fentanilo. Eso implica compartir inteligencia, desmantelar cadenas de suministro y extraditar a los delincuentes capturados por estos delitos.

Del lado mexicano hubo contradicciones, la secretaria de Seguridad, Rosa Isela Rodríguez, empezó por negar que en México se produce fentanilo para luego dar paso a una letanía de cifras alegres sobre arrestos, decomisos y desmantelamiento de laboratorios -esos que según el presidente López y la misma Rodríguez no existirían-.

Por su parte la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena, puso orden y reconoció la existencia de laboratorios y la fabricación de fentanilo y enfatizó que lo que no se produce en nuestro país, son los precursores para su fabricación mismos que llegan desde Asia.

Del lado estadounidense también se abordó la crisis migratoria, mientras que las autoridades mexicanas pusieron sobre la mesa el rol que nuestro vecino del norte debe tener en prevenir que las armas adquiridas en Estados Unidos lleguen a manos de los delincuentes mexicanos.

¿Cómo se puede evaluar dicho encuentro y los acuerdos logrados? ¿Muy poco, muy tarde? Probablemente, nada hace pensar que en los últimos meses de su administración López impulsará un viraje sustantivo de la política de seguridad; que renegociará el Presupuesto de Egresos para crecer el gasto en seguridad; que intensificará la acción frontal contra la delincuencia organizada; que la Fiscalía General de la República incrementará las carpetas de investigación por delitos contra la salud y de delincuencia organizada; que se desmantelarán las redes de corrupción que permiten que las fuerzas federales miren a otro lado, mientras los precursores químicos para producir fentanilo ingresen al país y se distribuyan en el territorio.

Tampoco es de esperarse que se ejecuten más órdenes de aprehensión y se faciliten las extradiciones. Rodríguez a lo largo de la reunión insistió en que todo será según los tiempos y formas que establece la ley mexicana.

De manera similar, tampoco debemos esperar que los compromisos que hicieron los funcionarios de la administración de Joe Biden sean particularmente respetados: para compartir inteligencia y para reducir el tráfico ilegal de armas hacia México.

El gobierno de Joe Biden tiene razón en pedir mayor responsabilidad y cooperación a México en impedir que el fentanilo proveniente de nuestro país llegue a su territorio.

El gobierno de Andrés López tiene razón en pedir acciones efectivas para que las armas adquiridas en Estados Unidos crucen ilegalmente la frontera y lleguen a manos de la delincuencia.

Lamentablemente en ambos casos no hay evidencia de que se vaya a lograr algo.

Por un lado el gobierno de López no cambiará sus acciones y seguirá negando -independientemente de toda la evidencia- la crisis de violencia del país.

Por otro lado, el gobierno de Biden no asumirá en su último tramo de mandato el costo político de modificar los requisitos de venta de armas, modificar su Constitución y enfrentar al poderoso lobby armamentístico.

Para los mexicanos sería ideal que ambos gobiernos cumpliesen, no sólo porque la desmedida violencia que vivimos es en parte resultado de la lucha por los territorios y el control de los mercados de la delincuencia organizada -violencia que se ejecuta en gran medida con armas que llegaron a México de los EE. UU.- sino también porque en nuestro país crece cada vez más el consumo de dicha droga sintética.

Ambos gobiernos se acercan a su fin y en ambos gobiernos la contienda electoral parece cantada, si todo sigue como hasta hoy, en México ganará Morena y en EE. UU. los republicanos. Triste destino nos espera con dos partidos que han demostrado que cuando son gobierno no hacen nada de lo que se necesita para frenar la crisis de violencia en nuestro país y de salud en nuestro vecino del norte.

Director del Observatorio Nacional Ciudadano

@frarivasCoL

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