Ahora sí, el año casi termina. A estas alturas, ya no me irritan las decoraciones navideñas prematuras, ni las fotos de los árboles precoces con esferas y luces que varios conocidos subieron a sus redes a comienzos de noviembre. El mundo no sería igual sin la gente ridícula.

El fin de semana, mientras adornábamos, pensé en la rapidez de estos 12 meses. Conforme daba vueltas alrededor de nuestro pino artificial, para ponerle las series de foquitos, tuve la sensación de que el último giro decorativo de la Navidad pasada me condujo misteriosa y directamente a esta.

Por eso, quiero detenerme un instante, para hacer una pausa, para agradecer el año y a quienes inspiraron estas 50 columnas que van en 2019. Es momento de reconocer a quienes, al correr, encuentran el sentido, y a los que nos motivan:

A quienes tuvieron que parar, a los que abandonaron una competencia o el hábito de levantarse temprano a trotar, por motivos de salud. A quienes les dedicamos carreras porque se enfermaron y por quienes corrimos 10, 15, 21, 42 kilómetros o, simplemente, a la farmacia de la esquina. A los que se recuperaron, a los que se fueron.

A los que se fracturaron, a los que rompieron sus récords, a los kenianos, a los de Jalisco que ganaron la Universiada de Nápoles, a los panamericanos, a los entrenadores y —especialmente— al mío, porque me ayudó a bajar una hora y cinco minutos mi tiempo en el maratón. A mi esposa y a quienes se levantan a las 5:00 am para dar clases.

A los que perdieron peso, a los que vencieron la fatiga, a las que corrieron embarazadas. A quienes subieron al pódium, a los que bajaron sus tiempos, a quienes tropezaron, a quienes los socorrieron, a Andy, a quienes no toman un respiro ni en los semáforos, a los que van deseando buenos días.

A Raúl, el exdelantero del Real Madrid que cronometró menos de tres horas en su más reciente maratón, pues nos deja claro que esto se trata de superarnos. A quienes acabaron su primera carrera, a los que juraron haber corrido su última, a los organizadores, a los que corren en sentido contrario, a los automovilistas que nos ceden el paso y a quienes levantan los brazos al terminar su distancia... Que la vida nos permita correr mucho más.

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