Entre tanto movimiento empieza a notarse un cambio que, sin embargo, no alcanza. Semejante al gatear de un bebé que sabemos que va a caminar, pero por lo pronto avanza con pies y manos cuando no tiene su andadera. Cuando en algunos casos específicos camina, ahora el tema es hacia dónde dirigirse y de qué modo, particularmente con mis hijos me sentía más seguro cuando gateaban y me preocupaba más cuando empezaron a caminar, porque se iban para todos lados.

Aparentemente ya no hay pacto de caballeros, pero al aumentar los derechos de los futbolistas, lejos de que su nivel mejore, ha disminuido. Los equipos a su vez han perdido en identidad, no hay ídolos como antes y el profesionalismo se ejerce cada vez menos en equipo. Se nota en la cancha y fuera de ella, en las estructuras de los equipos; desde luego en las que más, los denominados cuatro grandes, que yo digo son cinco, seis, siete.

Hemos perdido el futbol de otros días en ese cambio y ahora nos fijamos más en lo que ocurre fuera de la cancha que en lo que es el jugar al futbol y lo que significan los cambios y las palabras de los actores que se llevan los titulares de medios y diarios que, dicho sea de paso, han sido desplazados por las redes.

Antes era extraño y fuera de orden que corrieran a alguien por teléfono, sin justificación, por algo que dijo; de muy mal gusto. Hoy se enteran públicamente que ya no pertenecen a su equipo, que su función no es la misma para la que fue contratado y en algunos casos que los jugadores le movieron el tapete. Se hizo común que el rumor se haga hecho.

Hemos visto a Miguel Layún explicando algo que no se había publicado por si las moscas, por aquello de que “no te entumas”. Hagamos cuentas de cuántos jugadores cambiaron de equipo en Europa y cuántos regresaron. Lo que esto significa para México.

El perjuicio al futbol por tanto cambio nos pudo llevar a otro 7-0 jugando contra Argentina, qué feo perder así, hasta dar gracias a Dios de que fueron cuatro nada más.

Distraídos en la misma semana de Cruz Azul y Ricardo Peláez ; del españolizado Atlético de San Luis de Alfonso Sosa y Gustavo Matosas; de Raúl Arias y Enrique López Zarza al desahuciado Tiburón. Tan bonito el futbol y lo estamos dejando de lado en un proceso de individualización que tenemos encima y no nos dimos cuenta.

¿Qué sigue?

¿Escuchar disculpas públicas?

¿De qué sirven?

@fernando_andere

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