Esa expresión decía mi padre ante la posibilidad de la presencia de un peligro, o un hecho desagradable, hoy convencido, la menciono para que la digamos los mexicanos en el caso de que la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo fuera la próxima Presidenta de nuestro gran país.

Esa afirmación la fundamento en varios hechos. Su ineficiencia como gobernadora de la Ciudad de México es manifiesta entre otros, por el número de baches en casi todas las calles; en la falta de mantenimiento del Metro que con frecuencia casi semanal, tiene problemas en el servicio que presta; en las muertes acaecidas por alcantarillas abiertas; en un transporte público deprimente, a excepción del Metrobús.

A esos hechos podemos agregar su conducta prepotente y altanera. En una reunión de su partido, en la que señalándolo agresivamente con su dedo índice le hacía un reclamo al coordinador de esa reunión, el gobernador de Sonora, como si se tratara de su empleado o alguien que dependía de ella. Más grave fue que el gobernador regañado tuvo que aceptar el chaparrón de regaños que le dio.

Su enfado se derivaba, según entiendo, de que al llegar al hotel en donde se celebró esa reunión, escuchó gritos de “suelo parejo” y “Marcelo, Marcelo”. Ha olvidado sus épocas de líder estudiantil.

Además, se conduce con total desenfado para las normas. Determinó, sin invocar el artículo 32 de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo y de la Administración Pública de la Ciudad de México, que el Jefe de Gobierno que habrá de sucederla será Martí Batres. Olvida que ella al menos formalmente no lo decide, sino que eso es atribución del Congreso Local de la Ciudad de México, y en principio es una sustitución automática. Además, por encima de lo que la misma Ley ordena, señaló que las atribuciones del nuevo Jefe de Gobierno, estarán acotadas. Lo que he escrito, lo dice la ley, no lo puede decidir ella. Por esas razones entre otras que podrían citarse es que “Dios nos agarre confesados si llega a ser Presidenta de la República”

Conocí y leí un libro escrito por una joven y brillante mexicana, Ana Vásquez Colmenares, titulado ¿Feminista Yo? Es un texto de lectura obligada para conocer sobre este tema que ahora es mencionado en muchos lugares y con una gran frecuencia.

Además de hacer reflexiones muy sabias en cuanto a la participación de la mujer en la sociedad, aporta cifras muy interesantes relacionadas con la presencia de la mujer. Señala por ejemplo que, de 193 países, solo 20 son gobernados por mujeres.

Escribe que si bien esta corriente feminista surgió a finales del siglo XVIII, de acuerdo a lo que señala la ONU, desde antes de Cristo, ya se habían presentado expresiones feministas en Egipto, a través de Cleopatra, que manifestó su deseo de saber, tener libertad sexual y actuar con un pragmatismo que le permitiera alcanzar sus propósitos, lo que le provocó enemistarse con su familia como con la sociedad egipcia y romana.

En este libro encontramos los nombres de las mujeres que desde la Independencia del país, como en los distintos momentos históricos por los que ha transitado la nación, aportaron su esfuerzo, entusiasmo e ideales. Es un libro que debe estar en todas las bibliotecas de las personas que estén conscientes de los tiempos que vivimos.

Desde su introducción, presenta un relato ágil, ligero y ameno como todo el estilo en que está redactado. Las menciones a sus padres, talentosos y destacados mexicanos es un merecido y justo homenaje para ellos.

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