El reto mayor que enfrenta la comunidad internacional en la cita de Glasgow es asegurar que la temperatura promedio del planeta no aumente más allá de 1.5 grados centígrados. Este es un dato científico que requiere de la máxima atención y el compromiso de todas las naciones. No existe un planeta alternativo en el que pueda desarrollarse la vida como la conocemos y esta casa común de la humanidad está en peligro.

Por ello, en la COP-26 se han establecido seis metas cruciales:

1. Eliminar el uso del carbón.

2. Combatir la deforestación.

3. Acelerar la transición a vehículos eléctricos.

4. Estimular la inversión en energías renovables.

5. Lograr que los países más ricos inviertan 100 mmdd anuales en acciones de cambio climático, y

6. Concluir las “Reglas de París” para lograr que los compromisos sean operacionales.

México es un país emblemático en materia ambiental, al ser uno de los ocho que existen en el mundo con megadiversidad. Es decir, el equilibrio ecológico del mundo depende más de lo que haga México que otros países carentes de estas riquezas y condiciones. Por ende, la comunidad mundial espera una postura especialmente comprometida y contundente por parte de nuestro país. Está claramente en el interés nacional y en el bienestar de los mexicanos asumir una postura de vanguardia. Frente a este escenario, la delegación mexicana que asista a Glasgow deberá llevar compromisos alentadores sobre la promoción de energías renovables y disminución en el uso de combustibles fósiles. El reto es mayúsculo porque contamos con una infraestructura eléctrica muy anticuada y contaminante, así como una estrategia de crecimiento que le apuesta al petróleo cuando el mundo está buscando disminuir al máximo su utilización. Glasgow puede ser el catalizador para que México alinee sus posturas como miembro responsable de la comunidad de naciones y al mismo tiempo genere un beneficio directo para nuestro país.

Internacionalista 

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