Estamos felices los culichis. Esta vez se habla de la ciudad no por “la modernidad de las armas que truenan en sus calles”, sino porque del 8 al 14 de diciembre tuvimos la Primera Feria Internacional del Libro. Una chulada. El gobernador, Rubén Rocha Moya, y el presidente municipal, Juan de Dios Gámez Mendívil, impulsaron la iniciativa a la que nos sumamos todos los que amamos esta ciudad de atardeceres fantásticos, mariscos, suchi y carne asada. El respaldo de las editoriales fue decisivo y fue mágico cómo la plazuela Álvaro Obregón se convirtió en el paraíso, porque ya lo dije, si el paraíso existe, es una feria del libro donde se pueden elegir libros que son destino y puertas a sí mismo. Un libro es un placer que se elige para la eternidad.

Todas las presentaciones fueron memorables. Destaco que ninguna presencia fue menor ni fantasmal. Sandra Lorenzano y Tere Guerra, titular de la Secretaría de la mujer, tuvieron una conversación memorable acerca de la novela de Sandra, El día que no fue. Lo mismo puedo decir de la presentación de Los últimos días de mis padres, en que Leonor Quijada y la autora, Mónica Lavín, hilaron fino. Estuvieron también Francisco Hinojosa, Patricio Ortiz, Socorro Venegas, Ricardo Vigueras, Magali Velasco, Octavio Escobar Giraldo, Gabriela Riveros, Daniel Centeno, Mónica Castellanos, César Silva, Elpidia García, Jorge Humberto Chávez, María de Alva, Carlos Chernov, Orfa Alarcón, Javier Hernández Velázquez, Jesús Ramón Ibarra, Claudia Duclaud, Eduardo Antonio Parra, Karina Castillo, Rubén Rivera, Iracema Orona, Imanol Caneyada, Antonio Ramos Revillas, Raquel Cota, Alfonso Orejel, Moisés Vega, Joaquín Leyva, Jorge Alberto Gudiño, Georgina Martínez, Daniel Messino, Vicente Alfonso, Yaroslabi Bañuelos, BEF, Brenda Kelly, Alejandro Vázquez, Carlos René Padilla, Juan Esmerio Navarro, Rafael Méndez Valenzuela, Alberto Solián, León Cartagena. Jaime Labastida y Juan Carlos Ayala conversaron sobre Literatura y Filosofía para que la tarde se convirtiera en espirales luminosas.

Escuchamos la conferencia “Como triunfar en la industria editorial”, que dictó Verónica Flores, en el vestíbulo de El Colegio de Sinaloa, donde también se desarrolló una mesa de editores con Quitzé Fernández, Edgar Krauss, Maritza López y Roberto Amézquita, además de una lectura y conversación de los poetas ganadores del premio Aguascalientes, Jorge Humberto Chávez, Rubén Rivera y José Ramón Ibarra. Otras sedes alternas estuvieron muy activas, entre ellas, el patio del Ayuntamiento, La Casa del Maquío, el Congreso del Estado, La Universidad de la Policía de Sinaloa, el Museo de Arte de Sinaloa y la Casa Achoy. La sección infantil estuvo vibrante todos los días desde las nueve de la mañana con talleres, conferencias y presentaciones de libros. Pocas veces he visto niños tan sorprendidos y felices. Cuando empezamos la feria nuestro gobernador padecía Covid, como resultó negativo antes de terminar se integró a la Feria con una charla de Elogio a los libros, donde nos queda claro que no es ajeno a este universo.

Quiero reconocer el trabajo del personal del Ayuntamiento, sobre todo el de Carlos Valenzuela y el de Rosa Vázquez, que hicieron suyo el proyecto desde el principio. No puedo dejar de mencionar a Raúl Quiroz y a María Paredes, que muchos días los vi con señales de que no habían dormido, pero bien plantados para que todo saliera bien. Ah, recibí un reconocimiento por mi trayectoria. Gracias. ¡Feliz Navidad!

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