Organizaciones especializadas y observatorios internacionales han detectado que grupos de terrorismo han incrementado la cantidad de propaganda y mensajes en idioma español que infiltran tanto en redes sociales de alcance mundial como en plataformas clandestinas en las que buscan tanto ganar adeptos como justificar lo que consideran su lucha de inspiración religiosa contra las naciones desarrolladas del hemiferio occidental. El temor de los especialistas es que en sus comunicados dirigidos a hispanohablantes pudieran intentar capitalizar la animadversión existente en los latinoamericanos, y especialmente entre los mexicanos, hacia Estados Unidos, misma que se ha acrecentado a raíz de las posturas y declaraciones emitidas por el presidente Donald Trump contra nuestra nación. Buscarían si no reclutar a miembros para su lucha, por lo menos generar complicidad o una red de protección en su tránsito por tierra hacia EU.

En junio, se detectó la presencia de tres presuntos miembros de ISIS cuyo objetivo era ingresar hacia Estados Unidos a través de la frontera mexicana. Por esas fechas, Nicaragua detuvo en su territorio a dos egipcios y dos iraquíes que al parecer también formaban parte de la misma organización terrorista y que al ser interrogados indicaron encontrarse en ruta hacia la Unión Americana, al que intentarían cruzar desde México.

Es de esperar que los recortes en el presupuesto o los cambios y ajustes en la estrategia de seguridad del estado mexicano no hayan impactado en la capacidad de respuesta ni en el sistema de inteligencia nacional para detectar y atajar las posibles amenazas que representa el terrorismo internacional no sólo para el país, sino para la estabilidad continental y mundial, no sólo porque nuestra economía está indisolublemente vinculada a la de nuestro vecino del norte, sino también porque en su territorio radican o transitan millones de mexicanos y sus descendientes, quienes también serían vulnerables a cualquier ataque que se suscitara en territorio estadounidense.

Y dada la susceptibilidad de nuestros vecinos del norte, lo peor que podría pasar a México en su ahora tensa relación con Estados Unidos, es que llegara a comprobarse que un terrorista ingresó a ese país a través de su frontera sur, que es el argumento que tanto xenófobos como los políticos republicanos han esgrimido para el reforzamiento de la línea fronteriza, que va mucho más allá de la simple construcción de un muro como el que pide Donald Trump, y que indudablemente repercutiría en la ya de por sí difícil situación de los migrantes y que redundaría en un mayor acoso en su contra.

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