Se ha dicho que la gente le ha perdido el miedo al coronavirus, le ha perdido el respeto como riesgo potencial de muerte y hasta se han normalizado los reportes diarios de decesos; a eso hay que agregarle el muy natural y comprensible agotamiento de médicos y enfermeras, en demérito de la calidad de la atención. Todo ello mientras se hace más urgente la necesidad de la gente de tener ingresos, de no perder su empleo o de encontrar otro lo más rápido posible, porque no hay que olvidar que la mayor parte de los mexicanos viven al día y la desesperación está haciendo mella en muchos de ellos.

Pero la sociedad, dentro y fuera del país lo está empezando a pagar caro. Europa vive ya una segunda ola de casos y en México, estados como Chihuahua que parecían haber controlado la propagación del virus, han tenido que volver al estatus de semáforo rojo ante un retroceso y un evidente fracaso de las medidas sanitarias tomadas regionalmente.

Esta situación lleva a considerar que en una cosa el gobierno tiene razón: no podemos hablar de rebrotes en México, dado que todavía estamos liando aún con las repercusiones de los primeros brotes y simplemente no hemos podido alcanzar el punto en que se declare algún territorio de la geografía nacional como libre del virus. Si bien hubo una ralentización de los contagios que llevaron a relajar las medidas de contención, en los hechos no deberíamos considerar la posibilidad de una segunda ola de contagios ya que ni siquiera hemos terminado de remontar la primera.

Entrevistado por este diario, José Ángel Córdoba Villalobos, secretario de Salud en el sexenio de Felipe Calderón, recomienda impulsar aún más el uso correcto del cubrebocas, el restablecimiento de la sana distancia y la aplicación masiva de pruebas, así como promover que se acuda al hospital ante los primeros síntomas, en lugar de desalentar la visita por temor a la saturación de los servicios de salud.

El horizonte de una vacuna efectiva aún está lejos de vislumbrarse, así que la población el único recurso real con el que cuenta en este momento es el de la prevención, en el que medidas como el cubrebocas, la limpieza constante de manos y el mayor confinamiento posible, pueden hacer la diferencia entre un ascenso en el número de contagios y el tan anhelado fin de la pandemia.

Pese a que del impacto real de la pandemia de Covid-19 en México no ha habido claridad y sigue sin haberla, pues hasta el momento todo es confusión, nuestro país está a tiempo para prepararse para evitar retroceder en lo ya avanzado y tomar con mayor seriedad las medidas con que desde nuestra trinchera podemos hacer frente al enemigo invisible.

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