Las malas prácticas profesionales pueden tener resultados negativos entre las personas. Un mal abogado, por ejemplo, puede provocar que su cliente termine en la cárcel o puede provocar que una empresa pierda importantes sumas de dinero. Una mala arquitectura puede provocar que el edificio se colapse, como ocurrió hace algunos años en Plaza Artz. Un mal médico puede matar al paciente o dejarlo incapacitado de por vida. El mal diseño de una planta nuclear puede provocar accidentes nucleares que pueden afectar a muchas poblaciones durante varios años. Pero una mala práctica económica puede traer consecuencias desastrosas para el mundo entero y para varias generaciones. Esto es lo que hemos vivido en el mundo durante décadas. La crisis financiera de 2008 es muestra de ello, al igual que las malas políticas públicas que derivan en poca infraestructura médica para enfrentar la pandemia actual muestra que no debemos dejar todo a las libres fuerzas del mercado. Pero hay otros terrenos donde puede haber consecuencias, concretamente en el de la regulación económica.

La caída del bloque soviético demostró que el socialismo no es una alternativa viable. En diversos lugares del mundo se practicaron diversas formas de esta estructura económica-política-social y a la fecha los pocos países que se dicen socialistas han instrumentado medidas que se adecúan al mercado. Los seguidores de esta corriente del pensamiento han afirmado que el socialismo real de ningún modo corresponde a lo planteado en la teoría; que es una auténtica perversión de lo que el socialismo debería ser.

Sin embargo, lo mismo ocurre en el otro extremo, es decir, en la economía de libre mercado. Los libros de texto se refieren a un mundo idílico, que sólo existe en los libros de texto. Los modelos teóricos de la teoría económica dominante hablan de un mundo que no existe. Aún así se han aplicado estos modelos teóricos a la realidad trayendo resultados desastrosos. La crisis de 2008 es en gran medida consecuencia de haber seguido al pie de la letra el mantra que sostiene que “el mercado se regula solo” y, bajo esa premisa, no supervisar al sector financiero.

Tanto el socialismo como el libre mercado extremo son malas teorías económicas porque no corresponden con la realidad. Al momento de hacer política económica, se han intentado aplicar modelos teóricos a una necia realidad que se aferra a ser distinta a lo que dicen los libros de texto y artículos de corte académico.

Por lo anterior es que la propuesta de fusionar a tres entes reguladores en uno, podría abrir la oportunidad de regular a los mercados dejando atrás los modelos teóricos, como el de la competencia perfecta, y demostrar los casos prácticos, observados en la vida real. Es decir, podríamos tomar otros caminos como lo es la Economía Comparada: estudiar el contexto de regulación en otros lugares del mundo, verificar sus impactos en el bienestar de la población, y de ahí deducir medidas que podrían aplicarse a nuestro contexto.

Es mucho mejor regular a partir de lo observado en la vida real y no de lo que dictan modelos teóricos que sólo existen en el mundo de la fantasía. Algunos autores de estas teorías falaces han sido galardonados con el Premio Nobel de Economía. La mala teoría económica no sólo se tolera: se premia. En gran medida, por eso el mundo se encuentra como está. Así pues, un nuevo y único órgano regulador correctamente articulado podría abrir el espacio para una regulación más realista que no parta de una mala teoría económica.

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Es altamente probable que se sigan reactivando las actividades económicas no sólo en México sino en el mundo entero. Por tal razón en diversos foros se empieza a hablar de lo que denominan “Economía poscovid”, presumiendo que el contexto actual pronto será cosa del pasado. Sin embargo, es mejor hablar de “economía posconfinamiento”, pues mientras no se descubra una vacuna, y ésta se reparta masivamente en el mundo, el virus seguirá entre nosotros. Es una realidad con la que tenemos que aprender a vivir.

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