Hace un año la conmemoración del día internacional de la mujer se acompañó de un movimiento femenino que invitaba a las mujeres a no presentarse a su trabajo para mostrar el poder económico que tienen. Lamentablemente dicho evento fue opacado por la pandemia, que en ese entonces no había provocado el confinamiento masivo en México, y a un año de distancia no es claro el impacto que tuvo dicho movimiento. Lo que es claro es que las manifestaciones a favor de los levantamientos feministas siguen a la orden del día y esto ha provocado que el propio palacio nacional haya sido amurallado. Se han dado fuertes críticas a diversos pronunciamientos feministas, pero un sector de la población que históricamente ha sido relegado, desplazado, en muchas ocasiones lastimado, golpeado y humillado, debe escucharse. Las cosas están cambiando, aunque no a la velocidad que muchos demandan.

Probablemente la última época de la historia de la humanidad en que la mujer tenía una condición social igual, o aproximadamente igual, a la del hombre fue la de la antigua Grecia. Los mitos griegos muestran que la diosa Atenea estaba a la altura de cualquier otro dios del Olimpo y era tan poderosa como ellos. En las novelas épicas La Iliada y la Odisea, se relata que uno de los personajes mas importantes, Ulises, el prudente, era protegido de esta diosa y gracias a eso logra proezas equiparables a los semidioses como Hércules o Aquiles, el de los pies ligeros. La Ciudad de Atenas debe a esta deidad su nombre y es un reflejo del poder femenino en la antigüedad.

Es difícil encontrar otros episodios de la Historia de la humanidad donde la mujer haya estado tan empoderada como en la Grecia clásica. De ahí en adelante, las más de las veces se le ha negado el derecho a la educación, al voto, a decidir libremente sobre su cuerpo, a trabajos decentes, como los denomina la Organización Internacional del Trabajo. Apenas en 1920 se consiguió el derecho al voto en Estados Unidos, mientras que en México debimos esperar hasta 1953.

Durante décadas hubo labores que eran exclusivas para hombres, como la mecánica, ser conductor de vehículos o la albañilería. Incluso en los grados de formación profesional el número de mujeres en ingenierías era inferior al de hombres. Las cosas están cambiando. Gradualmente hay más mujeres en dichos oficios, en escuelas y facultades que en antaño eran casi exclusivas para hombres. Sin embargo, hay mucho por hacer: en diversas entidades tanto públicas como privadas la mayor parte de los puestos de mando, direcciones, gerencias, rectorías, etc. están ocupadas por hombres.

Podemos no estar de acuerdo con las formas en que algunas manifestaciones a favor de la mujer se han realizado y seguramente se harán. La violencia, vandalización y destrucción estarán presentes. Eso no debe ser sorpresa. Para evitarlo, los marcos normativo, social, político y económico, entre otros, deben cambiar a favor de mayor equidad entre hombres y mujeres. Mientras eso no se logre, seguiremos teniendo manifestaciones violentas.

***

Los países ricos han acaparado gran parte de las vacunas disponibles. En la llamada entre los presidentes de México y Estados Unidos quedó claro que la prioridad para el país de las barras y las estrellas es su población. Esto es lógico, finalmente es el presidente de Estados Unidos, no de México. Sin embargo, el contexto que estamos viviendo provoca que la vacunación deba ser universal. No hacerlo así puede provocar que alguna mutación del virus, en un país donde la vacuna no ha llegado, pueda ser resistente a las vacunas actuales, ser más contagioso y en el peor de los escenarios más mortífero. Si esto ocurriera, de nada serviría tener a una población vacunada. Esto nos llevaría al punto inicial de este confinamiento. Por lo tanto, llevar la vacuna al mundo entero, no es un acto de bondad o solidaridad, le conviene a los países ricos para acabar de una vez por todas con esta pandemia.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM, UAEMex y UDLAP Jenkins Graduate School.

Google News

TEMAS RELACIONADOS