Las elecciones de Estados Unidos en el año 2000 determinaron el futuro del mundo. Los candidatos eran George Busch y Al Gore. A veinte años de este suceso sabemos que, en un controvertido resultado que aún algunos cuestionan, el candidato demócrata con una agenda que priorizaba la ecología, perdió. Este evento provocó que uno de los países que más contamina en el mundo siga alejado de una agenda ecológica que le permita reducir sus residuos sólidos, disminuir la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y, en general, tomar el liderazgo internacional en la protección del medio ambiente. Veinte años después, es evidente que el cambio climático es una realidad incuestionable, tan es así que algunos de los principales organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, tengan en uno de sus planteamientos pospandemía, una recuperación económica amistosa con el medio ambiente. Esto, sin embargo, tal vez sería sólo posible a través de acuerdos multinacionales que estén por encima de las propias constituciones internas, una suerte de T-Mec ecológico entre los países más ricos, y simultáneamente, los que más contaminan.

La protección del medio ambiente se encuentra en la mayoría de las agendas de los países que conforman al mundo, sin embargo, en muchas ocasiones el discurso sobrepasa a las acciones reales, por lo que se dice más de lo que se actúa, pues parte de la solución podría implicar reducir el dinamismo económico al incrementarse los costos de producción, estas acciones podrían reducirse en menor crecimiento. Al ser un problema global, varios países esperan que “los otros” reaccionen primero y sean otros los que antepongan la agenda ecológica a la económica. Se trata de una suerte de “tragedia de los comunes global”, es decir, una situación en la que cada país, al buscar su propio beneficio económico, termina por afectar al medio ambiente del mundo entero. A este ritmo, en algunos años simplemente podría no haber más recursos naturales susceptibles de explotación.

Este perverso juego de esperar a que sea “el otro” el que lleve acciones a favor del medio ambiente, y asuma los costos económicos que ello implica, nos ha traído hasta el punto en que nos encontramos. Se requieren acuerdos supra nacionales, preferentemente entre los países más desarrollados del mundo, que a su vez son los que más desechos vierten a la naturaleza. Medidas como la descrita existen en otros terrenos como el comercial: los acuerdos comerciales entre países fuerzan a los países firmantes a realizar acciones que, en el contexto del marco legal interno, difícilmente llevarían a cabo. En el caso de nuestro país tenemos un ejemplo claro y concreto de política salarial: no sólo es que el Gobierno electo en 2018 tuviera en su agenda la recuperación salarial: el propio T-Mec tiene contemplado que los bajos sueldos de México podrían ser una competencia desleal en contra de la industria de los otros dos países firmantes, por lo que es necesario realizar acciones que incrementen los sueldos de México y, con ello, se reduzca esa aparente “competencia desleal” de nuestro países hacía los otros países firmantes.

Los acuerdos supra nacionales podrían poner en la agenda internacional el calentamiento global y la imperiosa necesidad de tomar acciones que lo abatan. Lamentablemente la mera definición del significado del Desarrollo sustentable fue una discusión internacional de aproximadamente treinta años. Esto nos da una idea del nivel de compromiso que tienen los países con la agenda ecológica internacional.

El contexto actual, el confinamiento y recuperación económica post covid 19 es una oportunidad para que ésta sea amistosa con el medio ambiente. No debemos olvidar que la degradación ambiental, que incluye invasión de ecosistemas y emisión de contaminantes, está provocando que especies que se encontraban confinadas por su hábitat, ahora estén en contacto con los humanos. Bajo este contexto, hace total sentido que el virus que ha postrado a la humanidad entera no sea sino una consecuencia de la barbarie ecológica que como especie hemos cometido. De ser cierto esto, también lo es que la pandemia actual sólo es el inicio de una serie de virus, bacterias y desastres naturales que azotarán a la humanidad en los próximos años. En resumen, el cuidado del medio ambiente es algo que conviene a los humanos porque de ello depende su misma existencia.

La agenda ambiental no sólo es responsabilidad de los diferentes niveles de Gobierno, sino de toda la sociedad, que incluye a familias y empresas. Por ello es que como ciudadanos debemos apoyar toda medida que favorezca a la protección del medio ambiente.

***

Las políticas monopólicas no están suficientemente estudiadas y gran parte de la población no sabe que cuando las empresas aplican medidas anticompetitivas están incurriendo en delitos. Concretamente, cancelar vuelos, e inducir a los pasajeros a comprar boletos de avión a un precio mayor al comprado originalmente, es una suerte de discriminación de precios: se atrapa al consumidor y después se le extrae parte de su ingreso, lo que los economistas llaman el “excedente del consumidor”. Esa es una estrategia seguida por Interjet. Cuidado con la aerolínea. Con todo, vale la pena recordar que existe una instancia que protege al consumidor: la Profeco, en primera instancia hay que acudir a ella. Si tiene tiempo y ánimo, puede demandar ante el ministerio público a la empresa que intente seguir una política anti competitiva, esto lo permite la Ley Federal de competencia Económica.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón, UNAM.

Google News

TEMAS RELACIONADOS