En días pasados se informó en este diario sobre la reunión de la Secretaria de Gobernación con diputados de las legislaturas de 30 entidades federativas, para exhortarles a armonizar sus leyes. La iniciativa de la doctora Sánchez Cordero suple la falta de actualización del Senado como institución de articulación del federalismo mexicano, para responder al nuevo entorno normativo internacional del siglo XXI.

Con claridad en los noventas, al concluir la Guerra Fría, se multiplicarían tratados y políticas públicas internacionales, que en una República federal requieren la transposición legislativa coherente y complementaria de los ámbitos federal, estatales y municipales (en adelante multinivel). La armonización legislativa multinivel es una de las tareas que debiera hacer el Senado a través de leyes generales. Pero éste no se comunica con las Legislaturas de los Estados de forma ágil y rutinaria. Su integración actual no lo permite. Tampoco abona a ello los procedimientos parlamentarios vigentes concebidos para un entorno distinto, en el que las competencias concurrentes y las leyes generales eran excepcionales.

Una primera medida para la racionalización del procedimiento parlamentario multinivel, es que toda Ley General tenga al Senado de la República como cámara de origen o de primer debate. Y que en su procedimiento se otorgue voz a diputados y funcionarios ejecutivos de los Estados. Así sucede por ejemplo en el Senado alemán que está siendo considerado como modelo por países federales como Canadá e India. Un proceso legislativo multinivel no solo requiere la armonización de arriba hacia abajo. Para ser racional y democrático, también ha de incorporar su fase ascendente. Debe escucharse aun más allá de Ciudad de México, hasta Nueva York, la voz de experimentados funcionarios públicos estatales, de municipios y comunidades indígenas cuando se requiera.

Pero además la supervisión de la adecuada ejecución de las leyes y políticas públicas multinivel no se debe agotar, como sucede en México, solo del centro a la periferia; y a través del Secretario de Hacienda y Crédito Público, que gestiona la zanahoria y el garrote sobre Estados y municipios. El federalismo mexicano no tiene forma de vigilar y exigir rectificación en sede parlamentaria cuando la falla de la ejecución de una competencia concurrente es del gobierno federal.

José Woldenberg propone (El Universal 21/01/20) elegir 4 senadores de RP por Estado, utilizando las 32 entidades federativas como circunscripciones electorales. Su argumento es mejorar la representatividad. Sin embargo esta fórmula de integración no resuelve el problema del procedimiento legislativo multinivel, así como de control parlamentario ascendente de ejecución de las políticas públicas internacionales. Por dichas razones opino que habría que explorar sustituir los actuales 32 Senadores de RP -que en los hechos son portavoces de los dirigentes de partidos nacionales-, por senadores que traigan al centro efectivamente la voz de los poderes ejecutivos y legislativos de los Estados para la toma de decisiones públicas de la República. Siguiendo el modelo del Senado alemán -que es similar al establecido en nuestra Constitución federal de 1824-, un Senador debería ser electo por la Legislatura de cada Estado a propuesta del Gobernador, y removido en la misma forma. Sólo así se podría garantizar la fidelidad de la comunicación de la periferia al centro, y a Nueva York.

Investigador IIJUNAM.

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