En entrevista con la revista británica The Economist en 2019, el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró: “Lo que estamos experimentando es la muerte cerebral de la OTAN”. No cabe duda de que la invasión de Rusia a Ucrania despertó a la Alianza Transatlántica del coma en el que se encontraba.

El pasado 11 y 12 de julio, en Vilna, la capital lituana, se llevó a cabo la segunda Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde el inicio de la guerra en Ucrania. Esta vez con 31 países miembros, luego de la incorporación de Finlandia en el pasado mes de abril. Además, un día antes del inicio de la reunión se dio a conocer que Turquía había levantado el veto para la incorporación de Suecia, con lo cual la organización contará en un futuro cercano con 32 miembros.

Finlandia y Suecia fueron lanzadas por Vladimir Putin, a los brazos de la OTAN, sumando capacidades tácticas a la organización militar y cerrando el hueco que había para la unidad geoestratégica de la alianza en el norte de Europa. Mala noticia para el presidente ruso.

Si bien Ucrania no logró en Vilna la invitación formal para su adhesión a la alianza, a favor de la cual abogaba vehementemente el presidente Volodimir Zelensky, no hay duda de que el país en guerra salió fortalecido tras la reunión. Aunque no se le concedió el artículo 5 de la Carta del Atlántico, que garantiza la solidaridad automática en caso de agresión a un miembro, Ucrania recibió la promesa de un ingreso acelerado a la OTAN una vez que finalice el conflicto, y garantías de seguridad proporcionadas directamente por países clave como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania. Medidas que podrían tener un peso significativo en futuras negociaciones de paz.

Además, los aliados de Ucrania, incluida la Unión Europea, la OTAN y el G7 junto con Japón, se comprometieron a continuar brindando a Kiev apoyo militar y económico para contrarrestar la agresión rusa. Destacó el anuncio de Francia sobre el suministro de misiles de medio alcance SCALP, sumándose a los ya proporcionados por el Reino Unido, lo que fortalecerá al ejército ucraniano. La Cumbre de Vilna dejó claro que la OTAN está dispuesta a continuar respaldando a Kiev, segunda mala noticia para Putin.

Tras la anexión de Crimea a Rusia, en 2014, los países de la OTAN se comprometieron a alcanzar el objetivo de destinar el 2% de su PIB a gastos militares para 2024. De acuerdo con las cifras más recientes, 11 de los 31 países miembros alcanzarán o superarán dicha meta este año y los aliados han renegociado al alza este compromiso. El umbral del 2% será ahora un mínimo. Aun cuando a ciertos países podría llevarles años llegar a este objetivo, no hay duda de que la tendencia será a un incremento en el gasto militar de los países miembros de la organización. Ahí una tercera mala noticia para el inquilino del Kremlin.

La Cumbre de Vilna dejó una vez más de manifiesto el grave error que cometió Putin con la guerra en Ucrania. La agresión rusa provocó que la OTAN, considerada por

Rusia como enemigo, vuelva al centro de la geopolítica global e incluso se fortalezca y amplíe.

@B_Estefan

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