Por Arlequín

Sí, le hablo a usted, conservador, fifí, que lo único que se le ocurre cuando es víctima de la delincuencia es que la policía o los militares –que hoy ya son casi lo mismo- reaccionen con fuerza para defenderlo y hacer valer la ley. Escuche, ese no es el camino, ya vio usted lo que pasó cuando el entonces presidente Felipe Calderón decidió darle un “garrotazo a lo tonto al avispero” de la delincuencia organizada.

Lo de hoy, la técnica moderna de abatir la delincuencia, no tiene nada que ver con policías o soldados –que en estos días son casi lo mismo-; la vanguardia en el combate al crimen tiene que ver con el convencimiento por medio de la palabra.

“Los que ponen las mantas no son bien vistos por la población. Además, que se porten bien porque hacen sufrir mucho a sus mamás”, dijo -y lo hizo bien- el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ni el poder de mil rifles de asalto supera al amor de los malosos por sus jefecitas

, por sus cabecitas de algodón. Porque una cosa es matar a sangre fría, cortar las cabezas de algunos de los asesinados y colgar los cuerpos de algunos otros de un puente junto a una narcomanta, y otra muy diferente, ofender a su propia madre.

Estos sanguinarios delincuentes podrán hacer esto y más, pero nunca jamás querrán que su santa madrecita sufra . Y menos soportan ser mal vistos por la población... Una cosa es que se dediquen al narcotráfico, al secuestro, la extorsión, el tráfico humano o el sicariato, pero eso no quiere decir que no tengan un prestigio que cuidar, entienda que no les gusta ser mal vistos o andar en boca de todos. Ellos son pueblo, pueblo pudoroso , que por alguna razón se fueron por el mal camino, pero son pueblo.

Así que mientras el ex Presidente Calderón, con todo respeto apodado por el señor Presidente López Obrador como el “Comandante Borolas” , escogió, en su momento, el camino de las armas para acabar con la escoria del crimen, AMLO prefiere la táctica de la escoba y la palabra.

Sí, mire, le explico… Primero: la escoba es para barrer la corrupción de arriba hacia abajo y así acabar con la complicidad de las autoridades con los mafiosos y, después, se aplica la palabra para meter a esas ovejas descarriadas al redil.

“Tenemos problemas en la frontera, en Nuevo Laredo, un grupo que está muy beligerante y los estamos llamando a que le bajen, y que ya todos nos portemos bien. Al carajo la delincuencia, fuchi, guácala”, dijo hace unos días el Presidente en Tamaulipas.

Y aunque estos desalmados asesinos no han respondido, lo más seguro es que ya están pensando en bajarle y en portarse bien. Quizá no se habían dado cuenta de la repugnancia de sus actos, porque nunca antes alguien se los había hecho ver.

A este rebaño descarriado le mandaron, soldados, policías, helicópteros, blindados y de más... Pero a nadie se le había ocurrido golpearlos con la fuerza de un fuchi o de un guácala presidencial.

Imagínese usted lo que habrán sentido cuando escucharon al mandatario decir que ¡fuchi, que guácala..! Así hasta el más duro se ablanda y, seguro, algunos deben estar pensando hoy en portarse bien, en no hacer sufrir a sus madrecitas y en escuchar el llamado del líder máximo de la 4T.

A veces las soluciones a los problemas más graves de un país están ahí, a la mano, y nadie las quiere ver. Se utiliza la fuerza en vez de la palabra, se les quiere perseguir en lugar de tocarles el corazón… Afortunadamente, estamos frente a un cambio de régimen -y no solo de gobierno-. A este régimen se le ocurrió utilizar la escoba y la palabra para pronto, muy pronto, serenar al país.

Y lo mejor de todo es que, si esto funciona con un problema, puede ser aplicado a mucho otros con grandes posibilidades de éxito.

Por ejemplo, imagine usted que llega al Seguro Social y le dicen, como siempre, que no hay medicinas, que no hay camas suficientes, que la cirugía que a usted le urge se la harán -si antes no sucede otra cosa- en dos o tres meses, y que con solo decir las palabras mágicas: “fuchi a la ineficiencia, guácala a la mala administración, a la burocracia y a la falta de presupuesto”, las medicinas le fueran surtidas, le dieran de inmediato acceso a una cama y le abrieran las puertas del quirófano.

¡Así de sencillo!, pero a nadie se le había ocurrido antes... No habrá director del IMSS o del ISSSTE que aguante más de dos o tres fuchis o guácalas de los usuarios antes de corregir lo que no funciona y exigir al Presidente y a la Secretaría de Hacienda que le den fondos suficientes para atender al público.

O si usted es un adulto mayor que vive en la Ciudad de México y que por alguna razón no ha podido cobrar su pensión, esa que le dieron desde los oscuros tiempos del PRIAN y que la 4T prometió duplicarle, y que con pronunciar fuerte y claro “fuchi, guácala” aparecieran los fondos en su tarjeta. Después de ocho meses de padecer por falta de sus pesitos con solo dos palabras el problema quedaría solucionado.

Mientras los vanidosos expertos en seguridad, los académicos y la prensa fifí -clásicos neoliberales-, se pierden en datos, cifras, estadísticas y en opiniones sobre rebuscadas alternativas para abatir los índices de crimen y violencia... Humildemente le comparto que la 4T ya le va encontrando la cuadratura al círculo y así a fuerza de fuchi y guácala demostrará que el país se va a serenar y a pacificar.

Afortunadamente, si algún malandrín no se atraviesa en su camino, usted podrá ver quien tuvo razón: si el del garrotazo o el de la escoba y la palabra, el del fuchi, guácala.

ME CASO GANSO:

Este si es un verdadero comediante. "No podemos poner en riesgo el bienestar que ya llegó, por eso mismo les pido absolutamente a todos los tribunales, a todas las cámaras, remover el artículo 83 de la Constitución Política de México, ese legendario artículo para que de esta forma quede: 'Sufragio efectivo, sí reelección, porque queremos a Andrés Manuel López Obrador seis años más en la Presidencia de la República.

“Señor presidente, esto es una exigencia de parte del pueblo mexicano, pero si usted no lo quiere tomar como una exigencia, tómelo como una súplica de parte de la historia”. (Charlie Valentino, diputado local de Tabasco por Morena).

El Arlequín está de vuelta, terminaron sus vacaciones de verano. Fuchi, guácala…

***Fotos/Archivo El Universal

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