En estos tiempos de pandemia he encontrado la escritura como un acto liberador. Estos son tiempos que habremos de recordar, momentos que dejarán huella en la historia de la humanidad. El mundo será distinto y en esa nueva normalidad, me atrevo a decir que algunas cosas habrán cambiado para siempre y serán mejores. El futuro que vislumbro es uno positivo y lleno de oportunidades.

Llegó el coronavirus y, con él, una serie de nuevas instrucciones que cumplir. Quedarse en casa nos ha dado, en muchos casos, la oportunidad de una convivencia familiar como hacía mucho tiempo no teníamos.

En mi caso, estos días han sido especiales porque he tenido la fortuna de acompañar a mis hijas en su proceso educativo de una forma más directa y participativa. Ser madre y maestra ha sido una experiencia novedosa y aleccionadora.

No estábamos preparados para esto. Recogimos a los niños de la escuela, sin saber que era el último día de clases, que no volverían a su salón, con sus amigos y maestros. Todavía hoy, no sabemos a ciencia cierta cuándo regresaran.

No hubo festivales, no hubo graduación, no hubo fiestas ni desayunos de despedidas con los padres de familia. Nuestros hijos no tuvieron la oportunidad de despedirse de sus maestros. El festejo ocurrió en una pantalla, igual que muchas de sus clases y lecciones.

Todo ha sido un proceso de aprendizaje a partir de entonces. Las escuelas tratando de adaptarse lo más rápida y efectivamente a las circunstancias. Papás turnándose las computadoras y una mezcla de horarios, para poder acompañar a los hijos en sus tareas y clases virtuales. Y los niños, a quienes les restringíamos las horas frente a la pantalla, ahora los exhortamos a estar sentados frente a una cámara para aprovechar el único medio de contacto que tienen con sus compañeros, maestros y amigos.

Nos hemos ido adaptando, hemos ido aprendiendo juntos y me parece que, como nunca, la educación de los niños está siendo un trabajo en equipo entre padres de familia y maestros.

En casas de todo el mundo se han habilitado espacios para nuestros hijos y sus clases. Es cierto que sin los avances tecnológicos todo esto sería más complicado, como cierto es también que no todos contamos con el privilegio del tiempo o los recursos necesarios. México necesita, requiere, inversiones que permitan acortar la brecha tecnológica. Si bien hay múltiples rincones en donde el Covid-19 no se ha manifestado, es imprescindible brindar los beneficios de la tecnología al mayor número posible de mexicanos.

Desde que me toca ser guía de mis hijas en este proceso, reconozco de manera más clara y contundente el trabajo que realizan todos los días los profesionistas de la educación. Me toca ver de primera mano cómo los maestros van mejorando en sus esfuerzos por conectar a distancia con los niños, y cómo en medio de la distancia y de las circunstancias, mis hijas añoran regresar a la escuela y ver a sus maestros.

Sí, existen días en los que se extrañan esas mañanas de tranquilidad. Días en los que las tareas y las preguntas de nuestros hijos, las responsabilidades diarias del trabajo o la casa, aunados a la incertidumbre, el miedo, la ausencia de nuestros familiares y amigos, nos sobrepasan. Sin embargo, he encontrado maravilloso ser testigo de cómo mis hijas van aprendiendo, cómo van respondiendo sus dudas, cómo van creciendo ahí, justo frente a mis ojos, y me llena de orgullo ser parte de ello.

Este Día del Maestro fue diferente a los demás. Ahora que a muchos de los padres de familia nos toca cumplir una parte del trabajo, reconozco la profunda vocación y la importantísima labor de quienes día a día dedican su vida a la educación de los niños, que son la expresión más tangible e innegable de que el futuro está ahí.

Volveremos a las escuelas, los maestros estarán ahí para recibir a los niños con el abrazo más grande, y habrá entre ellos y los padres una unión que se formó durante estos días extraordinarios, donde ambos reconoceremos el amor, el esfuerzo y el trabajo orientado a los pequeños.

Se ha escuchado incansablemente que este suceso cambiará al mundo de forma permanente. Y si estoy segura de que será mejor, es porque ahora todos estamos conscientes de que la educación es el camino. En este mes de los maestros, felicidades. A todos.

Empresaria, inversionista de impacto y defensora de los derechos de la mujer

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