Andrew Selee y Jessica Bolter

En los últimos cinco años, los países de América Latina, en su mayoría, han pasado de ser puntos de origen de migrantes que salen hacia otras partes del mundo a ser destinos de migrantes de otros países. En el caso mexicano, el gran flujo hacia Estados Unidos terminó entre 2007 y 2009, seguido por un periodo de baja emigración y mucho retorno de mexicanos viviendo en EU. Muchos de estos ciudadanos mexicanos trajeron parejas e hijos nacidos en el país vecino, al grado que ya hay más de un millón de ciudadanos estadounidenses en México, la mayoría (más no todos) familiares de mexicanos retornados.

Y desde 2014 empezaron a llegar los centroamericanos, provenientes de Guatemala , Honduras y El Salvador , con algunos más migrantes de Haití, Cuba y países africanos y asiáticos. La gran mayoría de estos no han tenido ninguna intención de quedarse en México (con excepción de algunos guatemaltecos que viven durante breves periodos en el sur de México), pero cada vez más están empezando a quedarse, frente a las dificultades de cruzar la frontera hacia los Estados Unidos. No sabemos los números de extranjeros que han echando raíces en México, pero el censo que levantará Inegi durante este año seguramente nos arrojará datos sorprendentes sobre la cantidad de migrantes que viven ahora en México.

Pero estos flujos son pocos frente a lo que están viviendo otros países de la región. Con el conflicto interno y el colapso económico de Venezuela, hay más de 4 millones de venezolanos viviendo en otros países de la región, con más de 1.6 millones en Colombia, casi 900 mil en Perú, casi 400 mil en Ecuador y Chile, más de 250 mil en Brasil y alrededor de 140 mil en Argentina. El éxodo venezolano está un poco debajo del sirio en cuanto al numero de desplazados que han abandonado su país, y la gran mayoría se han fugado durante los últimos dos años.

Así mismo, Costa Rica, un país de 5 millones, ha recibido alrededor de 100 mil nicaragüenses en los últimos dos años, justo en el periodo en que ese país vecino entró en un conflicto político agudo, junto con casi 30 mil venezolanos.

En general, los países latinoamericanos han mostrado apertura hacia estos recién llegados de países vecinos, sobre todo a los nicaragüenses y venezolanos, tratando de regularizarlos cuando puedan y ofrecerles acceso a escuelas y hospitales, para que puedan integrarse en las comunidades locales. La gran mayoría de estos migrantes están trabajando, aunque frecuentemente en el mercado informal.

Los países de América Latina están viviendo su momento migratorio

. En una serie de artículos recién publicados por el Instituto de Políticas Migratorias (www.migrationportal.org), varios líderes gubernamentales, cívicos y académicos de América Latina comparten perspectivas de cómo mantener la apertura hacia los migrantes quienes necesitan protección, qué pasos tomar para desarrollar sistemas migratorios integrales y cómo sacar provecho del talento humano que está en movimiento en esta región, y hacemos un recuento de las políticas de acogida de migrantes en la región.

Si bien la migración puede generar tensiones a corto plazo, también puede contribuir al bienestar de países latinoamericanos a largo plazo, así como la migración mexicana y de otros países latinoamericanos alguna vez contribuyó a construir las economías de Estados Unidos y varios países europeos.

Selee es presidente del Instituto de Políticas Migratorias (MPI) y Bolter es analista de políticas públicas MPI

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