En su conferencia mañanera de ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió a la violencia en Guanajuato. En específico, afirmó que ese estado “sí se nos está saliendo de lo normal, de lo que se venía presentando, se elevó mucho la incidencia delictiva, los homicidios”. Asimismo, afirmó que “se están reforzando las medidas de presencia de la Guardia Nacional”.

Esas afirmaciones ameritan algunos comentarios:

1. El ascenso de la violencia homicida en Guanajuato es un hecho incontrovertible. Según datos del Inegi, la tasa de homicidio en ese estado pasó de 12 a 57 por 100 mil habitantes entre 2012 y 2018. En 2019, de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), 3558 personas fueron asesinadas en Guanajuato, un incremento de 8% con respecto a 2018.

2. Es cierto, asimismo, que enero pinta muy feo. En la primera mitad del mes, se acumularon 220 homicidios y, en el más reciente fin de semana, fueron ultimadas entre 48 y 60 personas en el estado, de acuerdo a fuentes periodísticas. Pero eso, desgraciadamente, no es algo fuera de lo normal. De octubre a la fecha, el total mensual de víctimas de homicidio en Guanajuato se ha mantenido consistentemente por encima de 300.

3. El homicidio en Guanajuato es un fenómeno altamente focalizado. Cinco municipios (Irapuato, León, Celaya, Salamanca y Silao) concentraron en 2019 más de la mitad de las carpetas de investigación por homicidio doloso en el estado. Si se añaden cuatro más (Acámbaro, Apaseo el Alto, San Miguel de Allende y Valle de Santiago) se llega a las dos terceras partes del total. Y dentro de esos municipios, es probable que existan fenómenos de concentración a nivel más granular. Es posible que el grueso de los homicidios ocurra en unas cuantas calles de unas cuantas colonias.

4. Guanajuato es tal vez el mejor ejemplo de la paradoja del huachicol. La violencia homicida creció en el estado a la par del robo de combustible. En ese sentido, si en efecto el huachicoleo ha disminuido radicalmente, tal como ha informado el gobierno federal en reiteradas ocasiones, sería previsible que la violencia asociada disminuyera en una medida similar. Pero eso no ha sucedido ¿Por qué? No lo sé, pero se me ocurren dos posibilidades: a) las cifras del gobierno sobre robo de combustible no son correctas, o b) los mercados ilícitos tienen efectos asimétricos sobre la violencia. Cuando crecen, se disparan los delitos violentos, pero cuando decrecen, la violencia persiste porque los operadores del mercado ilegal se mudan a otras actividades o queda una estela de conflictos que se resuelven a plomazos. O las dos.

5. Es agradecible que el presidente haya anunciado más apoyo federal para Guanajuato. Hasta ahora ha sido más bien escaso. En específico, la entidad no ha estado entre las prioridades de despliegue de la Guardia Nacional (GN). De acuerdo al reporte de despliegue y efectivos de la GN, dado a conocer el 17 de diciembre de 2019, la nueva corporación tenía a finales del año pasado 3326 elementos en Guanajuato. Es decir, menos despliegue en términos absolutos que en Oaxaca o Chiapas y menos personal en términos relativos (guardias nacionales por 1000 habitantes) que en Querétaro o Hidalgo. Sería buena noticia que los eventos de los últimos días lleven a corregir ese desbalance.

En conclusión, Guanajuato enfrenta una situación grave, pero no está al borde del caos. Intervenciones focalizadas en puntos específicos, con buena coordinación entre autoridades federales, estatales y municipales, podrían lograr revertir la situación en un plazo relativamente corto.

Por el bien de los guanajuatenses, ojalá se camine en esa dirección.

alejandrohope@outlook.com. @ahope71

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