Como cada trimestre, el Inegi dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), correspondientes en esta ocasión al mes de diciembre de 2021.

En esta ocasión, el dato central es una mala noticia: la percepción de inseguridad en el conjunto de los 75 núcleos urbanos donde se levanta la encuesta aumentó con respecto al trimestre previo. Fue un incremento leve —el porcentaje de personas que afirmaron sentirse inseguras en su ciudad pasó de 64.5 a 65.8% entre septiembre y diciembre— pero se trata de un cambio de tendencia luego de varios trimestres de disminución gradual.

En algunas ciudades, el incremento fue más drástico. En Ciudad Juárez, por ejemplo, la percepción de inseguridad pasó de 59.9 a 73.3% entre septiembre y diciembre. En la alcaldía Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México, el aumento fue de 13 puntos porcentuales. Y en Zapopan, Jalisco, se registró un brinco de 11 puntos porcentuales (Nota: los datos locales deben tomarse con cautela, ya que el reducido tamaño de la muestra en cada una de las ciudades puede ampliar el margen de error).

Lo interesante del incremento en la percepción de inseguridad es que no parece ser resultado de un aumento en los niveles de victimización. Según la ENSU, en 25.2% de los hogares en las zonas urbanas encuestadas, hay al menos un integrante que fue víctima de un delito en el segundo semestre de 2021. Ese número es menor que el porcentaje comparable en el primer semestre del año pasado.

En esta medición, la frecuencia de todas las modalidades de robo, así como de la extorsión, disminuyó con respecto a los datos del primer semestre de 2021. En algunos casos, la reducción fue significativa. Por ejemplo, el porcentaje de hogares en los cuales al menos un integrante fue víctima de extorsión pasó de 10.1 a 8.6% entre la primera y segunda mitad del año pasado.

Entonces, si no están cometiendo más delitos, ¿por qué los habitantes de las principales zonas urbanas del país se sienten más inseguros? No tengo certeza plena, pero una hipótesis es que podría ser resultado de un incremento en la movilidad de las personas en el último tramo de 2021.

En la ENSU correspondiente al mes de septiembre, 53.4% de la población urbana afirmó que salía a diario de su vivienda y 12.9% señaló que salía de 4 a 6 días por semana. Para diciembre, las proporciones comparables fueron 59.4% y 13.4%, respectivamente. Eso significa que el número de habitantes en las principales zonas urbanas que salió a la calle 4 días o más por semana aumentó 15% en un periodo de tres meses.

Dicho de otro modo, muchas más personas salieron del espacio donde se sienten más seguras (su hogar) y empezaron a realizar actividades que atizan la sensación de miedo (por ejemplo, sacar dinero de un cajero automático en la vía pública o viajar en transporte público). Eso tal vez sea suficiente para explicar el cambio de tendencia en la percepción de inseguridad.

El incremento en la movilidad probablemente está asociado a la evolución de la pandemia: en el último trimestre del año pasado, los contagios disminuyeron y hubo cierta normalización de la actividad económica y social. Esa situación ha cambiado en las últimas semanas, con el arribo a México de la variante ómicron. Y eso está llevando a nuevas medidas de distanciamiento en varios sectores.

Paradójicamente, esto podría conducir a que la percepción de inseguridad disminuya en la próxima medición del Inegi y luego se incremente de manera significativa a partir de junio.

Es decir, el miedo al delito probablemente regrese cuando la pandemia empiece a quedar en el retrovisor.

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